Mario Levrero, también llamado Jorge Varlotta, también llamado Alvar Tot y una constelación de otros seudónimos, se tomó en serio las revistas de pasatiempos. En 1985, cuando vino a Buenos Aires para trabajar en Juegos & Co., llegó convencido de adaptarse a la vida de oficina, y a los pasatiempos como una manera de pensar.

Pasábamos varias horas por día en nuestros escritorios perpendiculares entre sí, mirándonos en diagonal en busca del momento oportuno para otro chiste, otra consulta u otra queja sobre lo complicada que se nos hacía la existencia.

La adaptación a la oficina no le salió tan bien. Pero a lo que publicábamos le dedicó una energía notable. Su foco fueron la creación (y el fomento) de nuevos mecanismos de crucigramas y juegos de palabras en general, y la relación con los lectores. Durante un tiempo, su actividad favorita era preparar el correo de lectores de la revista Cruzadas, de la que fue jefe de redacción.

Años después, para vivir, fabricaría montones de crucigramas convencionales. Tenía el oficio. Pero en aquel entonces, inventando cosas nuevas, también tuvo la pasión.

La revista en la que coincidimos fue Juegos para Gente de Mente. Empezó como Humor & Juegos, publicada por Ediciones de la Urraca, en 1980. Cambió de nombre en enero de 1982, cuando la tomó la editorial Juegos & Co. Su creador fue Jaime Poniachik. Yo colaboré desde temprano, y con el tiempo me convertí en jefe de redacción.

En cuanto a Jorge (Mario, etc.), era gran amigo de Jaime Poniachik desde las viejas épocas de Montevideo. Traerlo a trabajar a Buenos Aires fue una movida de Jaime destinada a salvar a su amigo de un desalojo inminente en mala combinación con la pobreza. Ya era colaborador regular de la revista. Firmaba sus páginas Alvar Tot, obvio anagrama de Varlotta (su apellido paterno).

En el número 85 de Juegos (septiembre de 1986), inició una columna llamada “El boliche de Alvar Tot”, que se siguió publicando en casi todos los números hasta el último, el 104 (marzo de 1988). (Hasta el 88 inclusive la revista fue quincenal; a partir de ahí, mensual y con un formato más grande, como en sus comienzos; solo en el número 95 faltó el Boliche).

En el Boliche combinó breves artículos más o menos relacionados con el mundo de los juegos, algunos acertijos para resolver y, sobre todo, convocatorias creativas para los lectores de la revista. Es en esas convocatorias que la columna alcanzó el mayor brillo, y donde se ve la gracia especial del autor en sus conversaciones con los lectores. Típicamente, proponía una actividad creativa (por ejemplo, alterar globitos de diálogo de historietas; narrar sueños; hacerle preguntas a la revista Para Ti de 1923) y daba ejemplos propios; en números siguientes, publicaba las respuestas recibidas, con comentarios.

En este libro reuní el contenido de todas las columnas publicadas: artículos, convocatorias, pasatiempos. Algunas columnas consistieron enteramente en respuestas de lectores (con comentarios de Levrero), y por esa razón están adosadas a aquellas en las que se hizo la propuesta original.

No sé si mi amigo Jorge hubiera querido que esta parte de su obra apareciera como libro. Para el recuerdo que tengo de tanto tiempo compartido con él en aquella oficina, en su casa, en cafés, esto es un moño necesario, un homenaje, un gusto de los que hay que darse cada tanto. Gracias, Jorge.

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Este es el link para leer dos de las columnas rescatadas de Mario Levrero para el libro El boliche de Alvar Tot