Desde Washington, DC.

Antes de que la vacuna traiga la esperada defensa contra el COVID-19, Estados Unidos vivirá un invierno de pandemia largo y duro. No hay casi ninguna cifra alentadora. Es récord el número de hospitalizaciones y los casos diarios ya se cuentan en los cientos de miles. El país cerrará el año con bastante más de 15 millones de contagios. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) debaten cuál será el orden de prioridad para la distribución de la vacuna y algunas ciudades ya analizan nuevos cierres totales. Mientras, la Casa Blanca sigue concentrada en denunciar fraude en las elecciones de noviembre pasado.

En su informe más reciente, los CDC instaron por primera vez a la población a respetar un “uso universal de los barbijos”. Pidieron que la gente use tapabocas en todo lugar que no sea el propio hogar. La máxima autoridad estatal en materia de prevención de enfermedades anticipa los contagios que sucederán a fin de año, cuando se combinen dos factores riesgosos: las fiestas, que motivarán a muchas personas a reunirse, y el frío, que las llevará a juntarse en lugares cerrados.

Hasta que la vacuna esté distribuida en el país, los barbijos parecen ser el pilar de la política de prevención en un país que se encamina a superar las 300.000 muertes por coronavirus. Joseph Biden, proyectado ganador de las elecciones de noviembre pasado, aseguró que pedirá a las personas usar tapabocas en su primer día en la Casa Blanca. “No para siempre. Por 100 días”, le dijo a la cadena CNN el jueves pasado.

Mientras espera que el Colegio Electoral lo declare formalmente como ganador, Biden ya se aseguró los votos certificados para asumir el próximo 20 de enero. Su ceremonia no será la tradicional inauguración que sucede cada cuatro años, con un desfile por la Avenida Pensilvania y miles de personas reunidas en la zona del Capitolio de Washington. Con la pandemia como principal preocupación, es posible que el suyo sea un acto descentralizado y virtual, parecido a lo que fue la Convención Nacional Demócrata de este año. “La clave es mantener a la gente segura”, sostuvo Biden desde Delaware.

En su gobierno, Biden también planea mantener en su cargo a Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, quien tuvo que salir a desmentir al presidente Donald Trump varias veces este año. “A medida que pase enero, febrero y marzo, más y más personas van a poder ser vacunadas. Así que ahora es el momento de aguantar y no rendirse”, dijo el experto recientemente.

Pero llegar a esa primavera más prometedora no parece algo fácil. Aunque todo indica que la vacunación comenzará este mes, todavía no está claro quiénes serán las primeras personas en recibirla. Según las pautas más recientes de los CDC, se estima que serán quienes trabajen en el sistema de salud y adultos mayores que vivan en residencias. Las recomendaciones finales llegarán próximamente, pero dependerá luego de los estados y de las autoridades locales.

Mientras tanto, algunos condados en el oeste de Estados Unidos decidieron prepararse para esta ola con otro cierre de actividades. En San Francisco y otras localidades del Área de la Bahía, este domingo entran en efecto nuevas órdenes para que la gente se quede en su casa. Durante la ola del verano boreal, los casos diarios en California rondaban los 10.000. Pero la semana pasada, el estado más poblado del país anunció que había superado los 22.000 contagios por día.

“La realidad es que diciembre, enero y febrero van a ser tiempos duros”, dijo Robert Redfield, el jefe de los CDC, el miércoles pasado en un evento de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. El funcionario, según publicó el diario The Washington Post, cree que será el momento más difícil en la historia de la salud pública del país.

La Casa Blanca, que en todo el año no tuvo un plan a nivel nacional para enfrentar la pandemia, sigue enfocada en los resultados de las elecciones. En las últimas 24 horas, el presidente solo se dedicó a publicar mensajes sobre el supuesto fraude que denuncia y que ningún juzgado todavía aceptó investigar.

Con la mira en la segunda vuelta de dos elecciones para el Senado en Georgia, Trump y su esposa Melania viajaron este sábado a la ciudad de Valdosta, en el sur del estado. Allí se presentaron en un acto del Partido Republicano, que busca ganar las últimas dos bancas que quedan sin definir en la Cámara alta y mantener así su mayoría.

La segunda vuelta en Georgia es clave para el Senado. Si el Partido Demócrata gana las dos bancas, conseguirá 50 de 100. Cualquier empate quedaría entonces en manos de Kamala Harris, la compañera de fórmula de Biden. Tener algo de control en la Cámara alta será crucial para cualquier reforma que intente la futura administración.

La cantidad de personas registradas para votar en la segunda vuelta también es récord. Sin embargo, las denuncias de fraude pueden tener un impacto imprevisto para el Partido Republicano en las elecciones en Georgia.

“Ganaré fácil y rápidamente en Georgia si el gobernador Brian Kemp o el secretario de Estado permiten una simple verificación de firmas. No se ha hecho y mostrará discrepancias a gran escala. ¿Por qué estos dos “republicanos” se niegan?”, tuiteó Trump este sábado. Así insistió nuevamente en que todavía puede ganar el llamado “estado durazno”.

Este tipo de denuncias no solo preocupa a las autoridades del estado. También está causando indiferencia de parte de los votantes de Trump en Georgia, quienes descreen de las elecciones locales y por lo tanto no confían en que puedan votar con normalidad en las elecciones para el Senado. Las acusaciones de irregularidades abrieron así una pequeña grieta entre los republicanos que creen en la integridad de los últimos comicios y los seguidores de Trump que insisten con la existencia de un fraude masivo.

La mayoría del Partido Republicano no reconoce todavía a Biden como el candidato que ya se aseguró los votos del Colegio Electoral. De los 249 republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado, solo 25 afirman que el demócrata es el presidente electo, según una encuesta que hizo el Washington Post. Dos están convencidos de que ganó Trump. El resto se mantiene en silencio.