Desde Caracas

Venezuela cerró la votación de las elecciones legislativas del domingo bajo un manto de tranquilidad y una pregunta central acerca de la participación total. Muchas imágenes de centros de votación mostraron poca afluencia, otras, en cambio, enseñaron un nivel de votación habitual.

Ya desde tempranas horas de la tarde el Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo volvió a afirmar que no se trataba de una elección, sino de un “fraude”, y la derecha que decidió boicotear los comicios, es decir, aquella nucleada alrededor de la figura de Juan Guaidó, afirmó, sin elementos probatorios, que la abstención había sido mayor al 80 por ciento.

Durante la jornada de votación uno de los mensajes más repetidos, tanto por parte del chavismo, como de la oposición que se presentó, fue el llamado a votar, independientemente de la orientación política, en un sistema donde el voto no es obligatorio, y donde, en términos generales, la participación en las elecciones legislativas suele ser menor al de las presidenciales.

La participación se conformó en un elemento central para el conjunto de la elección, así como para cada fuerza política. Si, por un lado, para el chavismo se trató de mostrar que ha mantenido un nivel de respaldo social alto aún en medios de las diferentes adversidades, en particular la económica en un marco de bloqueo, por el otro, para la oposición que optó por presentarse, se trató de traducir su gradual protagonismo político en los debates en un protagonismo con respaldo electoral.

En cambio, para la oposición que decidió llamar a la abstención, bajo el respaldo internacional de Estados Unidos, el Grupo de Lima y la Unión Europea, se trató de demostrar que la elección no contó con respaldo social y que, en consecuencia, la única oposición es aquella que encabeza Guaidó.

Los resultados serán determinantes para construir el mapa de fuerzas internos, pero no parecen cargar la posibilidad de modificar las tendencias del conflicto donde, paulatinamente, el sector de Guaidó se ha ido reduciendo, tanto a lo interno como en su capacidad política nacional.

¿Qué pasará con su figura de presidencia interina una vez que asuma la nueva Asamblea Nacional? Si bien, formalmente seguirá siendo reconocido por Estados Unidos ya que forma parte de un acuerdo bipartidista, es probable que en los hechos pierda la poca centralidad que ha logrado mantener gracias a la diplomacia y prensa internacional.

Habrá, además, un cambio en la Casa Blanca a partir del 20 de enero, y según ha trascendido en varios medios y análisis, la administración entrante, si bien reconoce a Guaidó, tendrá cambios en las formas de abordaje de la situación en Venezuela, algo que podría traducirse en una posible flexibilización del bloqueo económico dentro de un cuadro de diálogos que podrían darse.

Ante ese escenario de reconfiguración interna, de nueva Asamblea Nacional que asumirá el 5 de enero, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, llamó a la Unión Europea a rever su posicionamiento, y adoptar una política de reconocimiento de la institucionalidad venezolana, algo que, hasta últimos meses del año 2020, parecía que podría suceder, pero que finalmente no ocurrió.

La elección legislativa tuvo a su vez una gran implicancia continental, algo que quedó reflejado en la llegada a Caracas de Evo Morales, Andrónico Rodríguez, Rafael Correa, Fernando Lugo o Piedad Córdoba, quienes mostraron su respaldo al proceso electoral y al gobierno venezolano.

“Estas elecciones van a fortalecer la democracia en América Latina, vienen elecciones en Ecuador, la constituyente en Chile, los pueblos tienen profundas transformaciones, por eso no dudo que de acá a poco tiempo van a volver los tiempos de Chávez, de Lula, de Kirchner, de Fidel, esa es nuestra lucha”, afirmó Morales, quien, como con los más de 300 observadores y observadoras recorrió diferentes centros de votación durante la jornada.

El resultado final de la jornada del domingo será entonces determinante para el marco interno del conflicto venezolano, algo que tendrá implicancias en lo económico y lo internacional, estando todas las piezas interrelacionadas. Finalmente, se está ante la posibilidad de salir progresivamente de la etapa del 2014 al 2020, marcada por los intentos de derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro por parte de un sector de la derecha, para regresar a una etapa marcada por la centralidad democrático-electoral del conflicto.