“Se me pasó la vida por la mente”, recuerda Acertijo. No habla del incidente del robo que lo dejó a un centímetro de la parálisis facial, y que hoy es sólo una gran cicatriz en el cachete. Cuando dijeron su nombre, se arrodilló, cerró los ojos, y alzó la cabeza: finalmente, era campeón de la Red Bull Batalla de los Gallos de Chile. “Fue mirar hacia atrás, tirarme al piso, cansado por esa lucha que llevaba varios años dando, y agradecer las cosas buenas y malas que me llevaron a ese punto”, explica.

El rapero de Concepción ahora espera por su turno en la internacional de República Dominicana, este sábado a las 16, donde va a disputar con mitos y promesas del mundo el título al mejor freestyler hispanoparlante del momento. “Al menos podemos estar tranquilos una semana en el año, con toda la escena internacional del freestyle, no nos veíamos hacía mucho”, comenta el MC de 24 años. Un 2020 especial, sin público que pare la batalla ante un buen acote, o sepulte con su silencio.

Martín García Fuentes se acercó al rap hace 10 años; primero con la música -este año editó dos sencillos, No Cuentas Na y Love For Enemies- y después, con las rimas improvisadas. Se recibió de licenciado en Sociología mientras se hacía un lugar en la escena chilena e internacional desde el bajo perfil y una perspectiva crítica de la realidad. “No puedo negar lo importante que es esta competencia. Al mismo tiempo, me siento muy tranquilo y confiado, no es mi primer evento internacional”, remarca. “Los últimos dos años ya he podido conocer otros países de Latinoamérica, vivir de esto. Llegar un poco más maduro a esta instancia me parece una buena oportunidad”.

¿Qué arma es la que te puede hacer ganar?

--Mi capacidad de adaptabilidad, de dominar distintos recursos. Juego relativamente bien en todos los terrenos, en términos de skills, métricas, conceptos, valores, argumentos. Siento que ahora sólo me falta ponerle un poco más de actitud, creerme un poco más el cuento, y saber que toda esa jerarquía, los bicampeones y los favoritos de los que tanto se habla, son una parafernalia que alguien tiene que venir a romper. A eso vamos.

Antes de la nacional decías que en ediciones anteriores te había faltado cierta tranquilidad. ¿Cómo cambiaste esa actitud?

--Yo practico el freestyle constantemente, lo entreno. Siempre que tengo malos resultados, veo qué salió mal para tratar de ponerme en pie. Lo vengo haciendo más que por una “compe” o un hito en particular, sino como parte del proceso. Eso mismo me hizo ver que para esta nacional no tenía que entrenar más de lo que ya había entrenado. No tenía más que demostrarle a nadie, porque ya lo había demostrado, llevaba dos años en el circuito. Una nacional no iba a definir mi carrera, ni mi vida en grandes niveles. Salí a disfrutar porque confiaba en mí. Eso me ayudó mucho.

¿En qué momento está el freestyle?

--El freestyle está en resistencia. No hay que obviar el duro contexto pandémico que estamos viviendo. Pertenecemos a la industria de la cultura, del entretenimiento, y sabemos que, por cómo ha evolucionado la economía humana a nivel global, la cultura es vista como un aspecto simbólico. Algo bien secundario, que sirve para legitimar ciertos intereses. Que los aviones y los centros comerciales estén llenos, pero haya medidas de resguardo sanitario en los teatros y no nos podamos juntar a hacer freestyle, es una muestra de eso.

Además de las exigencias propias de la disciplina…

--Esperamos seguir creciendo, pero son tiempos difíciles. Aparte de la incertidumbre de no tener tanto trabajo, tienes que ponerte el desafío de estar mostrando cosas ultra distintas, porque la gente ya está aburrida de ver lo mismo, todo desde estudios, batallas sin público. Hay que reinventar, casi que hay que estar colgado en el aire batallando para mantener viva la llama.

Lo primero que hiciste cuando ganaste la nacional, en septiembre, fue llamar a votar para cambiar la constitución de Pinochet. ¿Los competidores deben ser comunicadores sociales?

--No tengo un punto de vista ético o moral que diga que todos los freestylers deben tener opinión pública sobre ciertos temas. Yo sí la tengo. De repente pasan cosas que no están buenas, uno tiene herramientas y un espacio que, así como te da privilegios, también responsabilidades. Nosotros somos comunicadores, tenemos llegada con los jóvenes, y uno puede ser agente de cambio a través de su laburo.

El freestyle se debate entre el deporte y la expresión artística. ¿En qué punto está, y qué te interesaría que fuera?

--No creo que sea un deporte, tampoco algo artístico. Estoy seguro de que es una disciplina autónoma, que se nutre de múltiples elementos: el rap, el teatro, la música, la lingüística, las figuras literarias, lo deportivo, lo estético. Es muy complejo, eso lo hace también muy divertido, por las cosas que se ponen en juego. A veces tomará más predominancia un elemento por sobre otros, y hay batallas que se definen por eso. Es algo totalmente distinto a todo.