La pandemia obligó a reorientar todos los contenidos a la virtualidad, aunque en algunos casos fue más difícil que en otros. Existen asignaturas, como por ejemplo los laboratorios, que desde siempre se desarrollaron íntegramente en la presencialidad. Daniel Ades y Alejandro Trivisonno, docentes encargados del Laboratorio de Hidráulica y Neumática de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario se las ingeniaron para planificar una propuesta didáctica con el afán de que los estudiantes puedan desde sus casas vivir la experiencia del laboratorio como si efectivamente estuvieran ahí.

El Laboratorio forma parte de la enseñanza de la asignatura “Hidráulica, Neumática y Automatización Digital”, que se desarrolla en el cuarto año de la carrera de Ingeniería Mecánica. “Dentro de esta materia hay un porcentaje de actividades de laboratorio que apuntan a vincular la teoría con la práctica. Tenemos la posibilidad de tener a disposición a partir de diversas inversiones que se hicieron en su momento tanto el equipamiento como el ámbito edilicio”, explicó Daniel Ades.

Se busca en este espacio lo que es la comprensión y fijación de principios y conceptos, como así también el tomar contacto con estas tecnologías. “Dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje el laboratorio aparece como una parte muy importante. Nuestra carrera está pensada para ser presencial y muchos de los conocimientos teóricos que se imparten en el aula deben ensayarse físicamente en un laboratorio. Se necesita la experimentación como parte esencial del proceso y lamentablemente por la pandemia no pudo producirse en condiciones normales, por lo que tuvimos que buscar la manera de poder desarrollarlo lo más parecido posible a la distancia”, aseguró Trivisonno.

Los docentes explicaron que dentro del laboratorio se abordan conceptos que son contraintuitivos para el sujeto y que sin la comprobación práctica se dificulta o limita su aprendizaje. “Por ejemplo, como seres humanos no percibimos la fuerza gravitatoria, sino que hubo alguien que lo conceptualizó y lo pudo plasmar en una fórmula. Otro caso es que a nosotros espontáneamente no se nos da por pensar que la tierra es redonda, sino que lo hemos aprendido a partir de un proceso que llevó mucho tiempo pasarlo en limpio. Son todos fenómenos contraintuitivos porque la predisposición natural es pensar de otra manera. En el laboratorio hacemos varias verificaciones de este tipo con esta forma de pensar, por lo que hay fenómenos que los observamos, practicamos y medimos en este espacio”, recapituló Ades.

Con el correr de los años, el laboratorio ha desarrollado una metodología didáctica que pone en contacto directamente a los estudiantes con la situación práctica. “Hay momentos donde los docentes nos vamos del laboratorio y les decimos que hagan la experiencia solos. O sea, están a cargo del equipo y deben realizar las medidas, como si estuvieran en un ambiente laboral. Es una gran satisfacción para nosotros cuando finalizan estas situaciones y los estudiantes espontáneamente preguntan cuándo es la próxima”, subrayó Daniel Ades.

El desafío de reinventarse

Poder planificar esta instancia desde lo virtual no fue una tarea sencilla y los docentes lo tomaron como todo un desafío en pos de lograr que los estudiantes adquieran los conocimientos. “Desde siempre intentamos no llevar adelante una clase meramente transmisiva, sino que apostamos a la participación de los estudiantes. En ese proceso van surgiendo consultas en el momento y en lo que es ingeniería hay muchas respuestas que se dan de manera gráfica. Ocurrió, en una de las primeras clases virtuales, que ante una consulta el profesor Alejandro Trivisonno se dio cuenta que necesitaba un pizarrón para poder responderla, por lo que sacó una repisa y con un fibrón se puso a dibujar. Eso nos hizo dar cuenta que además de videos, diapositivas y otros recursos, era necesario poder tener la flexibilidad de dar la respuesta en el momento”, contó Ades.

Con esta inquietud, ambos docentes dialogaron con el Ingeniero Jorge Ronco, un profesor que habían tenido durante su paso por la facultad, quien los orientó a llevar a cabo un pizarrón horizontal. Es decir, además de tener la cámara de la computadora que los enfocara a ellos, sumar una segunda cámara para poder enfocar los gráficos. “Utilizamos como segunda cámara el celular con un software libre para poder enfocar un sector plano y así transmitir en simultáneo a la explicación y la resolución inmediata que brinda la gráfica”, explicó Ades.

A partir de la implementación de esta experiencia, empezaron a considerar la posibilidad de realizar una transmisión en vivo desde el laboratorio para poder aproximar la situación a los objetivos que tiene la labor del trabajo en campo. “Dimos el salto en destinar una clase para una transmisión en vivo desde el laboratorio. Nosotros dos nos encontrábamos allí y los estudiantes participaban desde sus casas. Obviamente no es lo mismo que llevar adelante la experiencia de manera presencial, pero consideramos que hacerlo fue un diferencial muy grande para los estudiantes”, aseguró Trivisonno.

Lo primero que ambos entendieron es que para llevar adelante esta transmisión se necesitaba acondicionar el escenario y añadir algunos elementos. “Nos dimos cuenta que necesitábamos un soporte para la cámara, para poder realizar planos más prolijos y que no se desenfoquen con el movimiento de la mano. La iluminación fue otro factor a tener en cuenta, y otra de las nuevas habilidades que tuvimos que adquirir para planificar este encuentro virtual. Es importante tomar nota porque todo apunta a que este tipo de dinámicas van a permanecer en el tiempo, como bien se repite comúnmente la virtualidad llegó para quedarse”, argumentó Ades.

Para que este tipo de producciones funcionen es importante contar con una buena conectividad de internet, porque se están poniendo en juego más de un usuario y más de una cámara a la vez, lo que puede provocar un delay que puede ser una complicación. “No es simplemente colocar una cámara auxiliar y transmitir. Fuimos muy cuidadosos en encontrar las formas de mostrar la lectura de los instrumentos a la distancia, porque el objetivo del laboratorio siempre fue que el estudiante lleve a cabo las mediciones. En el laboratorio contábamos ese día con muy poca velocidad de internet por la que también nos tuvimos que rebuscar”, recordó Trivisonno.

Los profesores destacaron la gran participación activa que tuvieron los estudiantes durante toda la transmisión. “A la distancia podían hacer las mediciones y en algunos casos anticipaban los pasos que seguían. Chequeamos la velocidad de internet y estábamos sólo con un mega, y como sabíamos que eso podía ocurrir instalamos una segunda computadora para poder tener un feedback de tiempo real de cómo estaba llegando la transmisión. En la Ciudad Universitaria hay todavía algunas limitaciones de Internet porque la zona está en obras, sin embargo, hoy es tan indispensable como la energía eléctrica. A pesar de eso ninguno se desconectó, sino que todos participaron activamente a lo largo de la emisión. Creemos que el objetivo primordial se logró”, detalló Ades.

Trivisonno resaltó que la experiencia llevada a cabo abre una serie de incógnitas hacia el futuro. “Creemos que el laboratorio presencial es irreemplazable pero, dadas las condiciones, fue una solución que era impensada hace muy poco tiempo y los estudiantes valoraron la experiencia virtual. Si bien el alumno debe manipular los elementos, se plantean interrogantes de cómo incorporar estas herramientas virtuales para mejorar la adquisición de los conocimientos”.