A los 89 años murió John Le Carre, el espía convertido en novelista cuyas intrincadas y elegantes narrativas definieron al thriller de espionaje en la Guerra Fría, y que generó  aclamación hacia un género que los críticos ignoraron. En clásicos como El espía que surgió del frío, El topo y El honorable colegial, Le Carre combinó una prosa tersa pero lírica, con la clase de complejidad esperada en la ficción literaria. Sus libros tomaron la traición, el compromiso moral y la carga psicológica de una vida secreta. En el calmo y vigilante espía maestro George Smiley creó a uno de los personajes icónicos de la ficción del siglo XX: un hombre decente en el corazón de una red de engaños. Para Le Carre, el mundo del espionaje era "una metáfora de la condición humana."

Nacido como David Cornwell, Le Carre trabajó para el servicio de inteligencia británico antes de trasladar su experiencia a la ficción. "Si gusta de categorizarlo todo -Romance, Thriller, Serio-, no soy parte de la burocracia literaria", le dijo a la agencia Associated Press en 2008. "Simplemente tomo lo que quiero para escribir tramas y personajes. No me lo anuncio a mí mismo como un thriller o un entretenimiento. Creo que todo eso es bastante tonto. Les facilita la tarea a las librerías y los críticos, pero no compro esa categorización. Quiero decir, ¿qué es Historia de dos ciudades? ¿Un thriller?"

Otros trabajos incluyen La gente de Smiley, La Casa Rusia y, en 2017, la aparente despedida de Smiley, El legado de los espías. Muchas de sus novelas fueron adaptadas al cine y la televisión; las más notables fueron las producciones para la BBC de La gente de Smiley y El Topo con Alec Guinness como Smiley.

Le Carre fue atraído por el espionaje a causa de una educación que era superficialmente convencional pero secretamente tumultuosa. Nacido como David John Moore Cornwell en Poole (suroeste de Inglaterra) el 19 de octubre de 193, parecía tener una educación típica de la clase media alta: la escuela privada Sherborne, un año estudiando literatura alemana en la Universidad de Berna, servicio militar obligatorio en Austria -donde sus tareas incluyeron el interrogatorio de desertores del Bloque Oriental- y un diploma de grado sobre lenguas modernas en la Universidad de Oxford.

Todo eso era una ilusión: su padre, Ronnie Cornwell, era un estafador asociado a gangster, y pasó un tiempo en la cárcel por fraude de seguros. Su madre dejó la familia cuando David tenía 5 años; no volvió a verla hasta que tuvo 21. Fue una infancia de inseguridades y extremos: en un momento había limusinas y champagne, y al siguiente una orden de desalojo del hogar familiar. Eso hizo crecer en él una inseguridad, una aguda consciencia de la brecha entre la superficie y la realidad... y una familiaridad con el secreto que le vendría muy bien en su futura profesión. "Esas fueron experiencias muy tempranas de supervivencia clandestina", dijo LeCarre en 1996. "El mundo entero era territorio enemigo."

Tras la universidad -que fue interrumpida por la bancarrota de su padre-, enseñó en la prestigiosa escuela de Eton, antes de unirse al Servicio Exterior. Oficialmente diplomático, era en realidad un operativo de bajo rango en el servicio de inteligencia doméstica MI5, donde había empezado cuando aún estudiaba en Oxford. Luego se unió a su contraparte internacional MI6, sirviendo en Alemania y luego en el frente de la Guerra Fría, bajo la cobertura de un segundo secretario en la Embajada británica.

Sus primeras tres novelas fueron escritas mientras aún era espía, y sus empleadores le pidieron que publicara bajo un seudónimo: se quedó con "Le Carre" para su carrera entera. Dijo que eligió el nombre -"plaza" en francés- simplemente porque le gustó el sonido europeo, vagamente misterioso que tenía. Llamada para el muerto apareció en 1961 y Un asesinato de calidad en 1962. En 1963 apareció El espía que surgió del frío, la historia de un agente forzado a tomar una última, riesgosa operación en la Berlín dividida. Tocó uno de los temas recurrentes del autor, el borroneo de las líneas morales que es parte esencial del espionaje, y la dificultad de distinguir a los buenos de los malos. Le Carre dijo que fue escrito en uno de los puntos más oscuros de la Guerra Fría, justo después de la construción del Muro de Berlín, en un momento en el que él y sus colegas temían que una guerra nuclear fuera inminente.

"Por eso escribí un libro al calor del momento, que hablaba de una plaga en ambas casas", le dijo Le Carre a la BBC en 2000. Fue inmediatamente celebrado como un clásico y le permitió dejar el servicio de inteligencia para convertirse en escritor a tiempo completo. Sus descripciones de la vida en el empañado, sucio mundo de "El circo" -el nombre en código del MI6 en el libro- fueron la antítesis del héroe de acción de Ian Fleming, James Bond; le hizo ganar un respeto crítico que eludió a Fleming.

Smiley apareció en las primeras dos novelas de Le Carre y en la trilogía de El topo, El honorable colegial y La gente de Smiley. El autor dijo que el personaje estaba basado en John Bingham -un agente del MI5 que escribió thrillers de espías y alentó la carrera literaria de Le Carre- y el historiador eclesiástico Vivian Green, capellán de su escuela y luego en el colegio de Oxford, "que se convirtió de hecho en mi confesor y padrino". Las más de veinte novelas tocan las sórdidas realidades del espionaje pero Le Carre siempre mantuvo que había cierta  clase de nobleza en la profesión. También dijo que en sus días los espías se veían a sí mismo "casi como personas con un llamado a predicar la verdad. No lo originamos ni le dimos forma. Estuvimos ahí, pensamos y hablamos de la verdad al poder".

El espía perfecto, su libro más autobiográfico, echa un vistazo a la formación de un espía en el personaje de Magnus Pym, un chico cuyo padre criminal e inestable crianza tiene una fuerte identificación con la historia de Le Carre. Su escritura no disminuyó al terminar la Guerra Fría y cambiar las líneas de frente del espionaje. "Para mí fue maravilloso, absolutamente. Estaba harto de escribir sobre la Guerra Fría. La broma habitual era decir 'Pobre viejo Le Carre, se quedó sin material, le sacaron su Muro'. La historia de espías solo debía tomar sus cosas e ir donde estuviera la acción".

Sucedió que eso era en todas partes. El sastre de Panamá estaba ambientado en América Central. El jardinero fiel, que llegó al cine con Ralph Fiennes y Rachel Weisz, tenía que ver con las maquinaciones de la industria farmacéutica en Africa. El hombre más buscado, publicada en 2008, fue una extraordinaria rendición sobre la "guerra contra el terror". Nuestra clase de traidor, editada en 2010, se concentró en los sindicatos criminales de Rusia y los oscuros manejos del sector financiero.

Se dice que Le Carre rechazó una distinción de la Reina Elizabeth II -aunque aceptó la medalla alemana Goethe en 2011- y dijo que no quería que sus libros fueran considerados para premios literarios. En años recientes fue muy crítico del gobierno de Tony Blair y su decisión -basada en parte en inflados informes de inteligencia- de ir a la guerra en Irak, y criticó lo que vio como traiciones a la generación de posguerra por sucesivos gobiernos ingleses.

"Los cambios que me prometieron desde que tenía 14 años: recuerdo que decían que el fin de la guerra sería el final del sistema privado de escuelas y de la monarquía", dijo en 2008. "¿Cómo llegamos a la brecha de pobreza que tenemos en este país? Es simplemente increíble."

En 1954, Le Carre se casó con Alison Sharp, con quien tuvo tres hijos antes de divorciarse en 1971. En 1972 se casó con Valerie Eustace, con quien tuvo un hijo, el novelista Nick Harkaway. Aunque tenía un hogar en Londres, Le Carre pasó buena parte de su tiempo cerca de Land's End, el punto más al suroeste de Inglaterra, en una casa sobre una colina que mira al mar. Se definía como humanista pero no optimista: "Dependemos de la humanidad. Si solo pudiéramos verlo expresado en nuestras formas institucionales podríamos tener esperanza. Creo que la humanidad siempre estará allí. Y creo que siempre será derrotada."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.