No es que está pegado al pago, el Negro Aguirre. Pero sí es cierto que Entre Ríos, provincia  en la que nació y a la que ama, es donde quiere estar. Tuvo sus tiempos en Buenos Aires, también en Lima, y ambas urbes fueron suficientes para calmar su sed de distancia. “La sensación de paz interior que experimenté al regresar de cada una de esas vivencias fue como una suerte de revelación, donde no hubo lugar a dudas... una fuerte necesidad de habitar este lugar con todas sus facetas”, revela este fino pianista de músicas de raíz, a quien las luces del centro, como se ve, no han logrado obnubilar. Más bien, provocarle ciertas demandas artísticas que sacia de vez en cuando. Este fin de semana, por caso, cuando entre viernes y domingo muestre sus músicas en el Café Vinilo (Gorriti 3780) bajo un concierto llamado Solo set. “El paisaje también hace lo suyo para que uno se enamore de este lugar (Paraná, Entre Ríos) y no quiera ausentarse por tiempos muy largos”, insiste él, antes de viajar a Buenos Aires para cumplir su cometido en tres fases: mostrar canciones propias de todos los tiempos (viernes); dejar que el público elija qué escuchar (sábado) y recrear diversas músicas del (su) litoral (domingo).

“La primera noche tendrá como eje mi trabajo como compositor, porque la idea es brindar al público canciones de los diferentes discos versionadas a voz y piano así como también piezas y arreglos que he concebido para piano solo, algunos ya grabados en el disco Caminos, y otros aún inéditos”, explica, sobre la primera noche. Sobre la segunda, la del folklore a la carta, el Negro se posa en la improvisación. “Tiene que ver con una práctica que tímidamente suelo mostrar en escaso porcentaje dentro de mis conciertos y es la de la improvisación sobre temas del cancionero folclórico argentino. Pensé que puede ser lindo abrir un espacio para compartir ese aspecto, ya que en lo espontáneo y sin filtro suenan las búsquedas en las que ando… el presente de mis indagaciones musicales”.  Y la tercera es la que reservará para testear, bajo sus propias manos, músicas de gente del pago: Chacho Müller, Miguel “Zurdo” Martínez, Alfredo Zitarrosa, Ramón Ayala y Aníbal Sampayo, entre otros. “Es un repertorio que vengo desarrollando hace unos años relacionado con aquellas canciones de diversos compositores que se han basado en especies musicales del litoral. En ese trabajo intento proponer desde el piano diversas formas de acompañar esas músicas cuyo ‘andar rítmico’ viene, en la mayoría de los casos, de la mano de los rasgueos de la guitarra”, detalla el pianista, que ha conformado dúos con Jorge Fandermole, Juan Quintero y Hugo Fattoruso, entre otras luminarias de estos lares.

–La tercera noche, guitarrera, podría abrir la puerta para entrar a una habitación que también le es agradable: su relación con el instrumento y el cuarteto de guitarras con el que está tocando desde principios de año.

–Sí, la relación con la guitarra es otra línea de trabajo que vengo desarrollando desde el vínculo con un gran intérprete y maestro del instrumento que es el paranaense Eduardo Isaac, para quien compuse dos suites para guitarra y luego una suite para guitarra, orquesta de cuerdas, flauta y cuatro percusiones. También con los guitarristas que han sido parte del grupo desde el primer disco (Crema). De todas maneras, siempre sentí la necesidad de profundizar en la sonoridad del ensamble de guitarras específicamente y para ello decidí conformar un “aguitarramiento” y sacarme las ganas de probar muchas texturas posibles con esa instrumentación. Felizmente, encontré unos amigos queridos y enormes guitarristas que con toda la paciencia del mundo se avinieron a vivir la experiencia de ese laboratorio. Comenzamos a ensayar en febrero de este año y los integrantes son Luis Medina, Mauricio Laferrara, Sebastián Narváez y Andrés Pardo.

Carlos Aguirre se reserva para una futura visita a Buenos Aires la presentación formal de un disco que está a punto de publicar. Se trata de un fresco enteramente instrumental, trabajado junto a Fernando Silva en contrabajo y Luciano Cuviello en batería. No quiere adelantar mucho de él, apenas dice que hay en el disco un espacio para la improvisación (“las composiciones están en un estado de permanente mudanza”) y que estrenará algunas piezas en la fecha del viernes. “Siempre aprovecho estos conciertos para ir fogueando esas músicas”, cuenta el músico que lleva en su haber tres discos con el Carlos Aguirre Grupo (la tríada Crema, Rojo y Violeta), además del mencionado Caminos y el cancionero y latinoamericano Orillania. “Conforme pasa el tiempo se van gestando líneas de trabajo en torno a la composición”, desarrolla.  “Podríamos decir que el piano solo es una de estas líneas, la canción orquestada de diferentes formas es otra, el trío es otra y luego un gran espacio abierto donde doy rienda suelta a la curiosidad e indago en otras sonoridades a modo de laboratorio, y el fruto de esas investigaciones informales va regando las orquestaciones de los distintos proyectos.

–¿Cómo transcurren la vida y la música con el “Cambio”?

–Es un tiempo raro, difícil, donde en muchos casos desaparecen los códigos naturales en los que se mueve la producción de hechos artísticos. En mi ciudad, por ejemplo, ante la ausencia de gestión cultural municipal se ha gestado una Asamblea que sesiona semanalmente, en donde se manifiestan todas las disciplinas del arte. Y entre las actividades que se producen allí se prevé para este año la visita de varios referentes en términos de gestión cultural, a fin de compartir sus experiencias con la comunidad artística de la Asamblea y por supuesto con el público en general que esté interesado en transformar este presente que nos toca. Estamos reclamando una serie de contratos impagos de talleres que se han dictado en diversos barrios de Paraná, estamos reclamando también por la desidia que ha llevado a un enorme deterioro las salas y centros culturales de la ciudad. Es un proceso que recién comienza pero que siento muy valioso y deseo se replique en muchos pueblos de nuestro país ya que esta realidad está lejos de ser única. Más bien diría que es producto del modelo nacional que estamos viviendo.

El Negro lleva en sus espaldas caminos que lo han vinculado, en diferentes tiempos, con tipos y tipas como Lucho González, Luis Salinas, Quique Sinesi y Silvia Iriondo. También debe su “cartel” a otras facetas como las composiciones para música de cámara, o su perfil de arreglador versátil. A él se refiere ahora. “Es cierto que desde hace unos años he resignado mi faceta de arreglador en diversos proyectos de otros artistas, pero fue con el fin de destinar ese tiempo a la gestación de mis propias composiciones.  Y, lógicamente, aquí también hay una tarea de arreglador a la hora de versionar cada uno de los temas que van surgiendo, sólo que en ocasiones no podría separar el momento en que compongo un nuevo tema del momento en que lo arreglo, porque ambos procesos forman parte del mismo impulso de gestación... prácticamente surgen al mismo tiempo”.