La aparición de un devastador cáncer facial transmisible entre los demonios de Tasmania durante las últimas décadas causó grandes preocupaciones por el futuro de su especie. Estos mamíferos, emblemáticos en Australia, ya se encontraban amenazados por la distribución regional y otros factores ambientales. 

Después de que se descubriera en 1996, la infección se expandió al 95% del hábitat del demonio de Tasmania y redujo la población en un 80% en solo dos décadas. Sin embargo, un estudio científico reciente, integrado por los investigadores Austin H Patton y Matthew F. Lawrance, entre otros, determinó que la tendencia está cambiando y la perspectiva del animal podría mejorar.

Los autores muestran algunas evidencias de que la contagiosa enfermedad, responsable de los horribles tumores faciales que experimentan gran parte de estos animales, tiene ahora una escala epidemiológica inferior a la que tenía hace unos años. A pesar de que previsiones anteriores vaticinaban una inminente extinción de la especie, se cree ahora que la enfermedad no pondrá en peligro la supervivencia de este animal.

El estudio

Se sabe poco sobre la historia general y la trayectoria de la enfermedad que azota al demonio de Tasmania. A partir de un enfoque epidemiológico filodinámico, los investigadores pudieron precisar el patrón de aparición y propagación de la enfermedad. 

Más puntualmente, los objetivos del estudio fueron: caracterizar la propagación geográfica del tumor; identificar si existen diferentes linajes tumorales circulantes y cuantificar las tasas de transmisión entre linajes.

Descubrieron que las bajas densidades del animal están contribuyendo a una propagación más lenta de la enfermedad. Es un buen primer indicio para su persistencia en la Tierra. Pero también sugiere que se debe ser precavido al considerar alternativas para el aumento de las poblaciones de demonios.

"Tenemos evidencias muy fuertes de que la fase epidémica está llegando a su fin y que la DFTD (siglas en inglés para la enfermedad del tumor facial del demonio) se está convirtiendo en una enfermedad endémica", dijo Menna Jones, experta de la Universidad de Tasmania.

"Esto significa que el demonio podrá convivir con la enfermedad como parte de su vida normal sin que lo condene", agregó Jones, quien contribuyó a establecer el programa para investigar esta enfermedad.

Esta conclusión se desprende de una investigación genética de la Universidad Estatal de Washington, en la que se analizó más de 11.000 genes de muestras de los tumores.

El cáncer

El tumor facial se transmite durante las interacciones sociales comunes a través de mordeduras que se infligen los animales en la cara durante los procesos de alimentación y apareamiento. 

La susceptibilidad de la transmisión es muy alta y las tasas de letalidad se acercan al 100%. Aparece en la boca del animal y aumenta de tamaño hasta causar unas deformaciones que le impiden comer.

"Cuando los demonios que nunca han estado expuestos a la enfermedad se cruzan con otros animales salvajes en poblaciones enfermas, es probable que la evolución que hemos visto en las poblaciones salvajes se ralentice o incluso se revierta", precisó uno de los investigadores.

Hace unas semanas se produjo la primera reintroducción de demonios de Tasmania criados en cautiverio y exentos de la enfermedad en un parque nacional de la Australia continental, cerca de Sídney. 

Estos mamíferos probablemente desparecieron de esa región hace aproximadamente 3.000 años debido a la expansión de los perros dingo, una especie invasora descendiente del lobo asiático. Sin embargo, los científicos creen que durante milenios estuvieron presentes en toda Australia y no solo de la isla de Tasmania como actualmente.