El ministro de Economía, Martín Guzmán, ponderó el rol del Estado para la salida de la crisis y habló de un modelo anti inflacionario basado en un ordenamiento macro económico alejado de las metas de inflación de la era Cambiemos. “Cuando llegó la pandemia, Argentina ya estaba atravesando una crisis macroeconómica. La economía ya está comenzando a recuperarse, pero la subutilización de la capacidad productiva, especialmente en el sector no comercial, sigue siendo un problema importante. El estado jugará un papel anti cíclico importante en los tiempos que vengan, por ejemplo, invirtiendo en infraestructura pública y vivienda”, expresó el funcionario en una entrevista con Project Syndicate

Y agregó que el “el sector de la construcción está asociado con grandes multiplicadores de la actividad económica y el empleo, especialmente en tiempos de recesión. Por tanto, será fundamental para la recuperación. Es por eso que ya hemos presentado dos proyectos de ley al Congreso Nacional para brindar más incentivos para impulsar el sector de la construcción en los próximos dos años; esperamos que se aprueben pronto”.

Respecto a la inflación, Guzmán apuntó que “desde que asumimos el cargo en diciembre de 2019, el gobierno actual ha implementado un cambio radical en el enfoque del problema de la inflación en Argentina. El enfoque anterior podría caracterizarse como una estrategia de metas de inflación, en la que la política monetaria, especialmente las tasas de interés, tendría casi toda la responsabilidad de resolver el problema de la inflación”.

En este sentido, aseguró que “para una economía con tasas de inflación tan altas como la de Argentina, donde los comportamientos colectivos exacerban y profundizan el problema, ese enfoque equivalía a lo que el economista de la Universidad de Columbia Guillermo Calvo llamó, "cortarle la cabeza a una hidra con un cuchillo suizo". Dadas las restricciones crediticias, las tasas de interés más altas no redujeron la inflación; por el contrario, al activar una “desagradable aritmética monetarista”, como se describe en un artículo clásico del economista premio Nobel Thomas Sargent y Neil Wallace, la incrementaron todavía más”.

De este modo, afirmó que “nuestro enfoque de la inflación es mucho más integral, da cuenta de la complicada situación macroeconómica de Argentina y aplica lecciones aprendidas de las experiencias de otras economías que pudieron establecer regímenes de baja inflación, luego de un período de transición de esfuerzos desinflacionarios sostenidos. En nuestra opinión, Argentina necesita un enfoque integral de política macroeconómica que no responda a la ilusión de conseguir soluciones rápidas basadas en ideas como la apreciación insostenible del tipo de cambio real". 

Y destacó que "prevemos una senda de reducciones constantes de la inflación, coherente con una tendencia hacia la consolidación fiscal que libera al banco central de la presión de financiar al gobierno y refuerza la credibilidad de la política macroeconómica. Conforme avancemos en ese camino, brindaremos pautas que apoyen la coordinación de comportamientos y expectativas. En este frente, las políticas de precios e ingresos también jugarán un papel de apoyo”.

La deuda

Durante las últimas cuatro décadas, las reestructuraciones de la deuda soberana a menudo han sido demasiado escasas y demasiado tardías: el proceso se retrasa y, cuando finalmente se lleva a cabo, el alivio de la deuda proporcionado suele ser insuficiente para restaurar la sostenibilidad de la deuda y permitir la recuperación económica. De hecho, durante el mismo período, más de la mitad de las reestructuraciones de deuda soberana con acreedores privados han ido seguidas de otra reestructuración o un default dentro de los cinco años siguientes”, explicó el ministro consultado sobre la deuda externa.

Completó diciendo que “la reestructuración de la deuda de Argentina en medio de la pandemia del COVID-19 fue inusual, pero también lo fue la capacidad del país para equilibrar la dinámica de poder que implica una negociación de deuda. Otros países con problemas de deuda no trabajarán en las mismas condiciones. Por tanto, es fundamental reducir los desequilibrios de poder entre los deudores soberanos y los acreedores privados, por medio de mejorar los marcos multinacionales para la reestructuración de la deuda”.

En otro pasaje de la charla, Guzmán afirmó que en la última reestructuración de la deuda pública de Argentina, el FMI desempeñó de hecho un papel positivo. Antes de que comenzaran las negociaciones, Argentina solicitó al Fondo que llevara a cabo un análisis de sostenibilidad de la deuda, que, entre otras cosas, incluía limitaciones de sostenibilidad de la deuda. A pesar de cierta resistencia de los acreedores, las limitaciones identificadas por el FMI actuaron como punto de referencia para las negociaciones”. 

Por último, concluyó que “una diferencia clave en el enfoque del FMI esta vez es que no basó su análisis en premisas erróneas, por ejemplo, que la austeridad en tiempos de recesión aumenta la confianza y que, por lo tanto, podría ser expansiva. De hecho, el análisis de sostenibilidad de la deuda del Fondo se acercó mucho al del gobierno argentino. El FMI debe mantener este enfoque en el futuro y asegurar que los análisis de sostenibilidad de la deuda se basen en premisas sólidas y parámetros razonables informados por evidencia empírica”.