Susana Natividad Rinaldi. “La Tana” cumplió ayer “85 pirulos” y lo celebrará este sábado a las 21 en la terraza del Teatro Picadero (Pasaje Discépolo 1857) con un show donde recorrerá los hitos de su repertorio junto a su permanente compañero Juan Carlos Cuacci, en piano y guitarra. La pandemia no hizo mucho para amedrentar a la Tana. Tuvo, sí, que encerrarse, pero no dejó enteramente de trabajar, como en la columna “Los cuentos de la Susy”, que llevó todo el año por la radio Nacional Folklórica, donde mechaba relatos con tangos. Y de yapa, prepara para el año que viene un disco junto a su viejo compañero, el bandoneonista Osvaldo Piro. Rinaldi es una figura central para entender la conformación del repertorio tanguero que hoy se considera “clásico” y su voz fue respetada por muchos grandes del género y figuras de la cultura nacional, como Julio Cortázar, quien incluso le dedicó unos versos.

Cuando Página/12 la entrevista confiesa, primero, su sorpresa por el recital de esta noche. Y en segundo lugar, reflexiona en torno a la idea de “decir”, que aparece una y otra vez, sea que la charla verse sobre el canto o sobre la actuación. La “Tana” no puede subirse a un escenario si no “dice” algo con eso. Cantar no alcanza.

“De pronto pienso que la persona que me viene a escuchar no viene a escuchar sólo una canción, se viene a interesar en por qué elegí esa canción y no otra”, plantea Rinaldi. “Por ejemplo, la mayoría cree que el tango es una veta finalizada, que no le interesa a nadie, pero cuando yo canto, la gente dice ‘¿de dónde salió esto?’ Una vez lo preguntó un pibe de 16 años. Me partió el alma. Conmigo hay un descubrir que el tango no era lo que se pensaba sino esto otro que se está escuchando”. En lugar de sólo lamentar el espacio perdido por el tango en los grandes medios, ella se propone contar lo que sucede con las canciones. “A mí me gusta decir eso ante gente que tiene la generosidad de venir”.

Para esta velada no quiere anticipar el repertorio –nunca lo hace, señala-, porque puede cambiar en un minuto mientras está sobre el escenario, según cómo vea al público. “Es más un espectáculo que la posibilidad de cantar una cantidad de temas y punto. Esa llamada de atención que tiene cada presentación mía, porque cuento o canto algo que no imaginaban escuchar. Y todo eso creo que me entusiasma, y si me entusiasma a mí, ¿por qué no a quienes van a oírlo?”, plantea. “En este caso tomé la necesidad de cantar cosas que hace mucho no cantaba, cosas que a uno le pertenecen y que encontré la manera de compartir con la gente que vaya”, anticipa. “Es una manera de recibir, como si fueran a casa, pero en la terraza de un teatro”, grafica.

“Después de tantos meses de cautiverio la posibilidad de cantar hoy me entusiasma”, cuenta la Tana. “Estuve ensayando a Cuacci y con gran sorpresa para mí, después de tantos meses encerrada, siento que es algo que va a valer la pena y me va a dejar contenta”.

En cuanto a su ciclo en Radio Nacional Folklórica, que también tiene que ver con el decir, cuenta que le “sirvió para hablar de lo destacado de un país o un sentenciado”, es decir, “lo que puede hacer una actriz”, que no deja de serlo nunca. “Son tres temas de los cuales yo en cada presentación, me tomo el tiempo para decir lo que la gente muchas veces espera escuchar, que estamos un poco mejor de lo que creemos y no nos damos cuenta”, explica. “Cada tango te da la posibilidad como cantor popular de reconocerle la importancia que tiene como obra en la historia del tango”, ahonda y celebra su horario matutino, que le permitió acompañar a quienes se levantaban temprano para trabajar”.

¿Y la cuarentena? “¡Pésimo! ¡Encerrada!”, le sale del alma. “Puteo mañana tarde y noche porque no puedo salir, aunque ahora puedo dar una vuelta a la manzana para no quedarme encerrada, pero es terrible a lo que nos llevó esta basura de virus, pero hay otra cosa a mí me quedan agallas: cosas por hablar y cantar, y a quienes vienen a verme les quiero dejar una sonrisa en la boca, no un llanto ni una pena. Que se lleven a la mujer que siempre he sido: protestona, a veces al divino cuete, pero una persona que vive la vida con mucha intención”.