"Qué cosa seria estos Etchevehere. Fuman bajo el agua. La verdad, tienen la vaca atada. Tienen tan agarrado de las pelotas al gobernador Bordet y tan disciplinada a la justicia entrerriana que lograron algo realmente inverosímil: que un juez revocara su propia sentencia el mismo día que la dictó". El descargo lo hace Juan Grabois, uno de los abogados que acompaña a Dolores Etchevehere en una lucha dispar contra sus tres hermanos varones para hacer uso de lo que es de ella: su herencia.

El motivo del descargo: una semana más tarde de que Dolores Etchevehere presentara una medida cautelar solicitando igualdad de condiciones con respecto a sus hermanos, que le permitirían el uso de un inmueble de la sucesión; Martin Furman, juez a cargo, la reconoció como víctima de violencia de género del tipo económica y dictó medidas cautelares para que Dolores pueda utilizar uno de los inmuebles de la sucesión en la ciudad de Paraná, lindera a la casa de su madre.

"Van Dolores con su abogado, un cerrajero, un oficial de justicia y la policía a abrir el inmueble. Lo abren. Le entregan la posesión a Dolores. Allá ella, con su hija, en su casa. La orden judicial incluye protegerla de cualquier agresión. Ahí está la policía, ahí está la justicia, para protegerla. Terminamos el año mejor", Grabois cuenta la situación. "Pero no. No por nada son los Etchevehere. Gobierne quien gobierne, mandan. Gobernadores, dueños de los diarios, dueños de la tierra, de las vacas, de los puertos… padrinos de la justicia. Quien pudiera. Llega toda la artillería. La madre, los hijos, algún adlater de traje. A los gritos, como siempre. “Puta”, “vaga”, todo delante de su hija. Son patrones, los ricos no piden permiso y ellos son ricos, asquerosamente ricos. Conocen su poder. Son impunes. Y ahí la policía baja la cabeza, sí señor, sí señora, sí patroncito. Un Etchevehere pela el celular. Llaman al procurador, al gobernador, al comisario. Con un grito a cada uno, los acomodaron".

Una hora después, el juez revoca su propia medida. La hacen salir a Dolores y su hija, y le dan lectura. La echan, la agreden, usan su poder para invisibilizarla. Una vez más.

¿Qué decían las cautelares?

Las medidas dictadas por el juez Furman incorporaban la perspectiva de género recomendada por el dictamen de la UFEM citando la Ley Nacional de Protección de las mujeres Nº 26.485, reconociendo a Dolores Etchevehere como víctima de violencia económica; le otorgaban un inmueble de la sucesión y obligaba a sus hermanos y su madre a indemnizarla por el uso exclusivo que ellos hacen del acervo hereditario. De hacerse efectivas, significaba un punto de inflexión en el juicio sucesorio puesto que hasta el momento Dolores Etchevehere no había podido ejercer sus derechos como heredera.

“¿De qué viven mis hermanos desde la muerte de mi padre? De la herencia de mi padre, de las sociedades, de las rentas de bienes, de la venta de la hacienda, de retiros en negro de las SA, de la venta en negro de miles de cabeza de ganado etc? ¿Por qué soy la única que me he visto en complicaciones económicas desde el día uno? Respuesta fácil. Porque me excluyeron de todo tipo de administración y contacto con los bienes del sucesorio”, expresaba atinadamente Dolores Etchevehere en la presentación judicial que llevó al juez a tomar la decisión de concederle su pedido previo al apriete de los "Etchevehere corruptos".

Como otrora lo hicieron con la gente del Proyecto Artigas en la Estancia Casa Nueva, la presión de los varones Etchevehere hizo que el juez decidiera lo que a ellos les conviene. "Nos dicen de todo: usurpadores, violentos, ladrones… pero están proyectando lo que ellos son. Nosotros no tenemos la fuerza para hacer que la justicia haga justicia… todavía", concluye Grabois.