Tal vez la denominación “Sputnik V” indujo a los errores, los anacronismos y los excesos. Pudo contribuir la ignorancia o la mala fe (o su mezcla) de periodistas del Multimedios que resucitaron a la Unión Soviética, con décadas de delay. Como fuera, un revival de la Guerra fría recibe a la “vacuna rusa”. El neo-macartismo integra el menú: en las primeras páginas del diario Clarín de ayer se menciona cuatro veces a la organización Montoneros, en la que militaron los padres de la titular de la Anses, Fernanda Raverta, y el posible nuevo embajador ante la República Popular China, Sabino Vaca Narvaja.

La fascinación por el pasado hace yunta con la mirada cortita, coyunturalista. Parecen regresar tópicos del otoño, la etapa de las filminas y sus detractores. Funcionarios, dirigentes opositores, tuiteros de ambas banderías debaten qué país de la región inoculó primero, cuántas vacunas recalaron en Chile, México o la Argentina. Déficit de historicidad fustigaría Rodolfo Walsh: los datos de estos días ya entraron en el pasado, con los meses se sabrá cuánto importan. Las referencias del eterno show del minuto mediático cobrarán sentido en semanas venideras, cuando crezca la cantidad de vacunas, los operativos suplan a la foto-símbolo.

El colega Pablo Esteban escribió ayer en PáginaI12 que el desafío para cada una de las 24 jurisdicciones será, ante todo, logístico. La Nación conduce, las provincias implementan. El presidente Alberto Fernández articula y dialoga con los gobernadores.  El largo deterioro de los Estados acrecienta el reto. La vacunación será universal, gratuita.

En los primeros días de enero se sumarían 4,7 millones de vacunas Sputnik, 15 millones más en febrero, reseña Esteban. Vale la pena leerlo en medio de la gritería de ignorantes confesos, prestar atención a estos colegas informados y (quizá por eso) serenos, no predispuestos a la diatriba o al maniqueísmo. Nora Bär cumple ese rol en La Nación, diferenciándose con rigor de la línea editorial de la Platea de Doctrina.

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Ensalada rusa con salsa agridulce: La oposición sacó tajada de las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin: esperar la autorización, que llegará, para vacunarse. Mediaron denuncias misceláneas: desde la mala praxis hasta la corrupción sin privarse del envenenamiento colectivo. El oficialismo acostumbra a enredarse demasiado en los duelos verbales mientras se ocupa de lo realmente importante. Garantizar la provisión de Sputnik, acelerar la relación con otros laboratorios. La estrategia del presidente Alberto Fernández consiste en acumular potenciales proveedores. De nuevo, nos remitimos a las notas de los especialistas en esta misma edición.

La angurria de las grandes potencias valida el rumbo escogido. La mirada retrospectiva ayuda: apenas ayer el presidente estadounidense Donald Trump confiscaba material sanitario destinado a otros países.

Acotamos que el establishment autóctono lleva la camiseta de Pfizer adherida a la piel por motivos de fuste: multinacional, estadounidense, pagadora de pautas publicitarias faraónicas… Se sancionó una ley imprescindible en el contexto… en cualquier otro habría sido una abdicación. Amplia inmunidad jurídica para el laboratorio que, disconforme, pide una nueva norma. También que sea el presidente Alberto Fernández quien suscriba acuerdos en vez del ministro de Salud, Ginés González García. Tal vez esta concesión sería admisible, interpreta este cronista en la contingencia inédita. La nueva ley parece un abuso de poder. El Gobierno negocia, contrarreloj y pensando en objetivos superiores.

En el fárrago, se retrasaron acuerdos y entregas con el laboratorio chino Sinopharm. En la Casa Rosada y en Cancillería responsabilizan, en parte, al embajador en ese país, Luis María Kreckler. No de modo exclusivo (“medió cierta desidia” deslizan off the record) pero preponderante en lo que era su labor primordial. Kreckler, funcionario de carrera, se defiende aunque reconoce (confesión de parte) haberse tomado una licencia… en el momento menos adecuado.

La relación entre el canciller Felipe Solá y el Presidente atraviesa un mal momento pero coincidieron en esta cuestión. Kreckler incumplió sus deberes o cuanto menos fue ineficiente para manejar una política de Estado. Se lo removerá de la embajada con presteza, acaso mañana mismo. Todo indica que lo suplirá Vaca Narvaja, quien arranca con el compromiso de conseguir en un lapso breve cuantiosas remesas de vacunas.

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Asado y mirada prospectiva: El discurso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en La Plata impactó en la Casa Rosada y zonas de influencia, tanto como en los quinchos. Se levantan apuestas, se azuzan internas preexistentes. Alberto Fernández combinó las fiestas con el momento: convocó al Gabinete a un asado que fungió como espaldarazo, claro que sin verbalizarlo de ese modo.

En las propias filas del elenco oficial se interpreta que el gesto no equivale a renunciar a posibles cambios en el corto plazo. Cierto es que todes han laburado con denuedo, 24x7, en circunstancias adversas e inimaginables. Pero la acción estatal, la representación democrática, la competencia electoral exigen resultados palpables, no solo dedicación y esfuerzo.

Durante el verano debería comenzar un repunte del consumo popular, llegar algún alivio para provincias o ciudades que dependen del turismo.

El regreso de pibas y pibes a la escuela tiene que ser planificado, con cuidado de la salud, articulado con las provincias y los gremios y hasta las familias si fuera posible. 

La recuperación económica, heterogénea hasta ahora, tiene que ampliarse a otros sectores de la producción.

Desplegarse la obra pública y la construcción de viviendas. Si se estima un rebote importante del PIB urge acompañarlo con medidas redistributivas. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es otro plato que se cocinará en el verano.

Así las cosas, la renovación selectiva del equipo oficial para apuntalar un crecimiento menos inequitativo es una necesidad acuciante, que Cristina puso en palabras y en vitrina.

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Definiciones en el Congreso: Las dos Cámaras del Congreso tendrán sesiones decisivas el martes 29. Laburo a full, justo el día de los ñoquis. La efemérides la celebran mejor los miembros de la Corte Suprema que preparan maletas para la feria.

En el Senado se dirime la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Regla de estilo, que acatamos: hablar de final abierto, en el que existe hasta la chance de que Cristina deba desempatar. Posiblemente falten dos senadores. El ex presidente Carlos Menem por motivos de salud. El tucumano José Alperovich que prolonga una licencia por causas justificables. Debió renunciar tiempo atrás porque es imposible que regrese sin escándalo y poco serio que eternice la ausencia. Como fuera, la votación pinta pareja, los dos sectores superan los treinta votos, el resto se medirá minuto a minuto. La calle esperará con ansiedad.

Se recomienda leer, para más detalle respecto de la sesión, la nota de Agustín Alvarez Rey en esta misma edición.

La Jerarquía de la Iglesia Católica hace lobby hasta último momento. Contra las ilusiones del Presidente, el Papa Francisco, en este tema, volvió a conducirse como el cardenal Jorge Bergoglio años ha: fundamentalista queriendo imponer sus válidas convicciones religiosas a terceros, implacable, intolerante.

La nueva fórmula de actualización de las jubilaciones, trimestral y muy parecida a la que rigió en la etapa kirchnerista, también suma voluntades de a una. En la Cámara baja, el Frente de Todos necesita el apoyo de bloques minoritarios ante la cohesión de Juntos por el Cambio. Posiblemente los cordobesistas que lidera el gobernador Juan Schiaretti acompañen la iniciativa. Los “sin tierra”, cuyo referente es el mendocino José Luis Ramón, servirán para definir. En el lavagnismo la amplia avenida del medio suele angostarse y sesgarse hacia la derecha… habrá que ver.

De momento entra en pausa el proyecto de suspensión de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) para las elecciones de 2021. Juntos por el Cambio, en general, se opone a la medida aunque varios de sus gobernadores la apañan sin estridencia.

En el oficialismo difieren las posturas de los gobernadores (que impulsan la suspensión) y el kirchnerismo, la Cámpora en especial. Cuestión de intereses, que no se salda y patea para adelante la eventual movida.

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El verano llegó: Este verano más bien arrancó sin estallar, los próximos meses serán cruciales. La esperanza de la vacuna llega cuando los contagios rebrotan y trepa el relajamiento colectivo. A los gobernantes nacionales, provinciales o municipales les cuesta controlar los desbordes, parece notarse una merma de campañas de persuasión o propaganda.

Bajaron las compras navideñas, circunstancia previsible en la coyuntura de malaria económica. Una externalidad positiva: disminuyeron las víctimas de la pirotecnia.

La campaña de vacunación debería inspirar un nuevo esfuerzo colectivo, con los trabajadores estatales como adalides. Está de moda en la aldea global cuestionar a los empleados públicos, en paralelo con el Estado; en la contingencia fueron, son y serán esenciales no solo por denominarse así. Merecen más de lo que recibieron, en sentido material y simbólico.

El fin de año, toquemos madera, llega con tristeza social acumulada pero también con gobernabilidad y rejuntes familiares. La gente común quiere brindar, conservar esperanza. La sociedad civil, preponderantemente, demostró solidaridad, resiliencia, cooperación. Los terraplanistas, los desobedientes agresivos, constituyen una minoría, con alta capacidad de daño. Pero una minoría, cabe repetirlo.

Al comienzo de la pandemia proliferaron interpretaciones optimistas, acaso condicionadas por lo sucedido en los primeros meses y por la idea de que todo sería breve. Se revalorizaría el rol del Estado, “el mercado” perdería peso relativo, la solidaridad crecería. El sufrimiento empujaría valores sociales promisorios, como la defensa del medio ambiente.

La prolongación de la peste desalienta los balances, son flojas las anticipaciones en medio de procesos impredecibles.

De cualquier manera, la sociedad civil argentina mostró fortalezas. Organizaciones populares, sindicatos, comedores solidarios, clubes y escuelas reconvertidos para ayudar, sacerdotes y fieles de iglesias de todos los credos cercanas a los más humildes. A riesgo de ser recurrente: más solidaridad y cuidado que egoísmo.

De la sociedad hablamos, en la esfera económica persisten las desigualdades, la concentración de poder, la angurria de los más ricos. Vienen ganando en la crisis y se proponen perpetuar esa ventaja, tal como hicieron en 2008-2009.

Las disputas continúan, la marca en el calendario no significa nada en el decurso de una tragedia global inacabada.

En ese marco, las identidades perduran, las ideologías conservan sentido y razón de ser. La relación del firmante de la columna con sus lectores continúa siendo un privilegio aún en esta etapa de trabajo remoto, insólito, sin coordenadas precisas.

Por eso, en la última entrega dominical de 2020 el cronista alza la copa y propone un brindis virtual con los lectores. Si se permite una ironía memoriosa: lo hacía también cuando imperaba la presencialidad… Gracias por acompañar.

La palabra “salud” redobla su sentido.

Deseos de un buen y mejor año. La mayoría de la humanidad, la mayoría de los argentinos lo merecen y necesitan. Cuídense, cuidémonos.

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