"De Kate Bush a Nacha Guevara", tira Nazarena Cáceres cuando recorre las influencias que la constituyen. Aunque la definición se queda muy corta para graficar lo que sucede cuando su voz se desliza por los auriculares: hay un cachito de trap, un poco de lírico, bastante de gótico. Y tango, claro. Porque la piba asomó como la voz increíble de La Martino Orquesta Típica y grabó dos discos con esa formación. Ahora revista en el sexteto tanguero de vientos Chifladas y se tiró de cabeza a una búsqueda solista, donde se anima a mechar letras y composiciones propias, y de sus contemporáneos y referentes.

"La creación de letras y melodías está orientada a la estética del trap, el hip hop, pero la letrística o las temáticas sí son más tangueras", reflexiona sobre Cuentos olvidados o Saturno, los dos singles que anticipan el disco que lanzará en breve. A estos dos temas se suma Poema, que compuso junto Agustín Guerrero (una de las figuras jóvenes del tango contemporáneo) y que grabó en Desborde, el último disco de las Chifladas.

Lo "tanguero" de sus letras queda a criterio de cada quien: Cuentos olvidados habla del golpe de Estado en Bolivia que destituyó a Evo Morales y el peso de la religiosidad en la filosofía occidental, mientras que en Saturno aparece su interés por la astrología. "Discépolo tiene algunas letras particulares, con el peso de Dios como figura que está pero no está. Es un debate muy interesante y que habría que traerlo a estos días para revisar. Dentro de todes hay una fuerte influencia religiosa y es importante separarla de instituciones y ahondar en una verdad colectiva. En mis letras eso aparece por todos lados, pero con distintos nombres, distintas máscaras. Pero estar, está."

En las otras letras de su inminente disco también anticipa una impronta fuerte de su feminismo y la sexualidad. El primer punto sobre todo aparece con fuerza en Chifladas. "Es una construcción con esa ideología muy marcada, porque defendemos el espacio de la mujer dentro del género y apuntamos al bienestar de la mujer en la sociedad en general", explica. "Además, es un grupo que funciona comunitiariamente, donde todas aportan composiciones y, más que amigas, somos hermanas", cuenta.

Ese planteo donde el trabajo nunca es individual tiene su contrapeso en el camino que emprende ahora (o suma, porque tampoco abandona el grupo) con la iniciativa solista. "Necesito experimentar, buscar dónde veo que no se busca", asegura. "Tuve la necesidad de encarar la carrera solista porque de una manera u otra algunas ideas mías creativas quedaban supeditadas a ciertas estéticas. Siempre pasa cuando uno está en un grupo: más allá de la libertad de construir cooperativamente, también hay límites y parámetros."

"Cada obra es el concilio de varias preocupaciones de un artista, y mi búsqueda va más por ese lado. En mi cabeza esa unión es perfectamente lógica. Después se puede buscar desde lo semiótico, con los arquetipos que están presentes desde siempre en el tango, y figuras como el paso del tiempo, la influencia sobre el presente o aprender ciertas lecciones y limitaciones. Son las mismas cosas que conllevan el aprendizaje, la soledad, todo lo que puede representar Saturno. Y creo que está presentes en el tango, nada más que yo reelaboro ese concepto", ahonda ante la intriga de El NO.

"Este proyecto busca lo genuino en mi creación, por eso por ejemplo hay cierto concilio entre astrología y tango, porque es lo que pasa en mi cabeza en este momento", propone. "Saturno mete la astrología, el tiempo, los límites, las responsabilidades, la madurez, y la búsqueda de una verdad también, y dentro de la misma letra hay conceptos relacionados con Kierkegaard y con la meditación, porque medito mucho. Un poco es una metáfora de esta búsqueda, que tampoco se puede dar en soledad."