No sé por dónde comenzar, Donald. Estábamos lo más bien, más allá de las guerras, los genocidios, el hambre y la pobreza, cuando llegaste vos y nos diste la oportunidad de ponerte en el altar de la maldad como el generador de todos los problemas del mundo. Fuiste como martillarse un dedo cuando tenés dolor de muelas. El mundo tenía un eterno dolor de muelas y vos pum… el martillazo. Cómo será el lío que armaste que hay gente inteligente preocupada por el daño que le hiciste a tu democracia siendo el presidente de un país que se cagó en las democracias de medio mundo. Hasta exigen un impeachment y que te prohíban volver, obviamente olvidados de los planes Cóndor y los golpes de estado de tus antecesores que ahora son tus sucesores.

El tema es que vos sos misógino, grosero y etcétera, y te mostrabas misógino, grosero y etcétera. No como los otros presidentes, que eran imperialistas y asesinos pero se mostraban educaditos y progres aunque diez minutos antes hubieran tirado una bomba atómica en una aldea árabe de nombre impronunciable. “Yes, we can” nos cantaba Obama después de avalar el golpe de estado en Honduras que puso en funcionamiento el plan Cóndor Bis. Y nadie desde este rincón del mundo pidió un impeachment. Al fin es peor ser grosero que genocida. Esa revelación te la debemos a vos.

Qué pena que no atendiste mis llamadas, Donald. Tenía una ristra de consejos para darte. Ahora es tarde pero igual ahí va: un poquito menos grosero, un poquito menos misógino, un poquito menos racista y no te sacaban en doscientos años. ¿Era tan difícil simular un poco? Y qué es eso de indultar un montón de delincuentes a la vista de todos en lugar de hacerlos zafar con jueces comprados y lobistas como hacen los otros. Riñones, Donald…

A mí me cae bien que hayas manifestado tu desprecio en voz alta. Sea a negros, a hispanos, a mujeres. Prefiero que el que me odia me lo diga, así intento defenderme. Pero… hay gente que prefiere una sonrisa falsa, un imperialismo de buenos modales, como si dijeran “me pega pero me quiere”.

Es que el colonialismo es complicado, tanto que a veces los colonizados no lo ven aunque lo tengan frente a sus ojos. “Abajo Trump, viva Biden”, oímos por aquí. “Pero mirá que los otros destruyeron la Patria Grande”, les recuerdo yo. Y me contestan que quizá, pero que vos sos grosero y misógino… Ay, Donald.

Ni hablar de lo que te debemos por mostrarnos el lado bananero de la gran democracia del mundo. Más que “make America great again” la volviste un gallinero, que andá a saber cómo se dice en inglés.

Aun así, mucha gente cree que luego del impeachment y de la llegada de los que antes nos bombardeaban, todo irá mejor. Cómo no, si hasta pusieron a una mujer negra en la vicepresidencia… Y por eso creen que tu país se volverá un jardín de tolerancia e inclusión. No me extrañaría que mañana Wall Street, y con ellos los fondos buitres, enarbole la bandera multicolor de la diversidad y la gente se lo crea. En fin… en algo hay que creer. Yo, en cambio, creo que la colonización se reinventa más rápido que la capacidad de los colonizados por entenderla y poder combatirla. Toda esa revelación gracias a vos, Donald…

¿No se te ocurrió poner a Melania en un cargo? Es verdad que no parece tener muchas luces, pero al fin era la primera dama de la gran democracia del gran país del norte. Te hubieran aplaudido. Y no te costaba nada poner un latino, un trans y un negro en otros cargos. Después podías bombardearnos tranquilos porque la gente ya no combate el imperialismo sino el sexismo y la grosería y vos habías comprado todos los números de esa rifa.

Parte de tu legado es que gracias a vos ya nadie entiende el mundo usando las categorías de siempre: izquierda, derecha. A este merengue ideológico le diste el impulso final. Por eso desde Europa te llamaban populista de derecha y desde acá te han visto como un émulo peronista y al mismo tiempo como lo contrario. ¡Se quejaban los europeos, que tuvieron a un Berlusconi y tienen a varios farabutes en el poder! Pero vos eras peor por grosero y caprichoso. Donald, Donald…

Nos mostraste que el nuevo orden mundial en un desorden de aquellos. ¡Y con un teléfono! Nos enseñaste que tener el botón de las bombas atómicas no es exactamente el poder ante el poder de los que te pueden cortar la luz, el agua y Twitter. Si a vos te pueden hacer eso, imaginate a nosotros…

Y el asalto al Capitolio. Qué patético. Pero qué divertido. Lástima que acá no entendimos que si dos enemigos se están peleando, hay que dejar que se peleen, incluso hasta matarse. ¡No hay que tomar partido por el menos malo! ¡Y acá, el menos malo probablemente sea igualmente de malo!

¿Y ahora? ¿Quién podrá defendernos? Mejor dicho: ¿a quién podremos putear como el centro de los males? A partir de ahora todo candidato será considerado bueno simplemente por no parecerse a vos. Incluso se ve mejor un tipo como Biden que tiene un pie en el cajón que un tipo grosero pero que generó trabajo y protegió sus industrias, según dicen. Hasta eso lograste: revitalizar las posibilidades de la tercera edad. ¡Los abuelos al poder! We can…

Lo más feo fue tu obsesión con los inmigrantes y ese asunto del muro. Y si me hubieras llamado te habrían dicho que dejes de demonizar Venezuela porque al enemigo lo tenías dentro de tu patio. Lo mejor es que no iniciaste ninguna nueva guerra. No invadiste Venezuela, aunque lo de Bolivia… No sé, Donald… Creo que no te van a dar el Nobel de la paz como a Obama. ¡Pero Obama tiró más bombas que yo!, me dirías vos. Sí, Donald, pero no era grosero ni misógino ni le chingaba el traje. ¿Entendiste o te hago un dibujito?

Parte de lo que lograste lo rifaste con la pandemia. Si me hubieras llamado… Por último, creo que cada paso de tus predecesores será comparado con los tuyos en una especie de termómetro Trump. Aunque es probable que intenten olvidarte, borrarte de la historia, como si hubieras sacado a la superficie la vergüenza que les da entender (o que se entienda) que no son lo que promocionan. No creo que lo logren. Si estás en Los Simpsons.

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