El siguiente relato es el resultado de charlas, preguntas y debates que tejimos en el Taller de experiencias educativas impulsado por La Bemba del Sur y el Programa Educación en Cárceles de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario en la Unidad Penitenciaria Nº 5 de Rosario. El objetivo de esto es poder mostrar las vivencias y las realidades de las mujeres que transitan el sistema penal a partir de sus propios relatos, visibilizando las desigualdades de género. Este primer relato que compartimos cuenta una historia singular que narró Rebeca M., una de las mujeres privadas de su libertad que fue tejiendo su propia historia con la de sus compañeras de pabellón. Esperamos que esta sea la primera de muchas historias que tenemos y queremos contar. 

Portación de género

“No escupas para arriba”.

Nunca me puse a pensar en la sabiduría que se oculta en un dicho popular hasta ahora, que estoy sumergida en esto.

Prejuicio: juicio que no está basado en la razón ni en el conocimiento, sino en ideas preconcebidas.

Prejuzgar: juzgar sin tener datos suficientes.

Tampoco me había percatado de cómo llenaba los espacios de mi ignorancia con cualquier contenido, sin profundizar en ellos. Como decía una publicidad, ” somos todos técnicos”, refiriéndose a que opinamos de lo que no sabemos o creemos tener todas las soluciones a los problemas, ajenos, obvio.

"No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio que juzgáis seréis juzgados y con la medida con que medís, os será medido". Mateo 7:1-2

Si hubiera leído la Biblia antes...

Tengo muchos preconceptos que derribar todavía, pero quiero hablar de algunos que ya he superado porque me he tenido que enfrentar a ellos cara a cara. Sé que es un tema muy sensible y no es mi intención herir ni molestar a nadie, pero quizás mi experiencia pueda servir a alguien.

Pensaba que el sistema judicial funcionaba distinto, que la tarea de los fiscales era buscar justicia; que los jueces eran imparciales; que en materia penal tener o no tener dinero era lo mismo; que todos las personas presas eran culpables; que si estabas ahí “es porque algo hiciste”; que eran escoria, monstruos o algún adjetivo similar; que se juzgaba a todos por igual sin importar el sexo, la educación o la posición social... no sabía que la prensa tenía tanto poder para influir en una causa.

Este relato cuenta una vivencia singular que narró Rebeca M., una de las mujeres privadas de su libertad que fue tejiendo su propia historia con la de sus compañeras de pabellón

Como muchos me convertí en jueza y verdugo escupiendo sentencias muy duras sin saber que un día iba a estar del otro lado. Y el “a mí nunca me va a pasar” dejó de tener vigencia.

No voy a entrar en detalles de mi causa judicial porque todavía no ha terminado el proceso, algún día quizás lo cuente, pero quiero decirles que si piensan que nunca les puede pasar, que es un tema de otro “tipo” de gente, se equivocan. Nadie está completamente exento, quizás no sea a vos, pero puede ocurrirle a un hijo, a un familiar o a un amigo tuyo. 

Mi mamá es maestra y mi papá tornero, crecí en buen hogar y tuve una infancia feliz. Mi adolescencia fue normal, sin sobresaltos ni rebeliones, pero en el último año de secundaria, en un cumpleaños conocí a quien luego se convirtió en mi novio y me enamoré, él es más grande que yo y tenía, ahora lo conozco mejor, ese aire protector que me gustó tanto.

Iba todo bien y no sé si fue mi inocencia o una clase de ceguera, no me di cuenta de que él me separaba de mi gente, que todo lo que me decía era puro cuento. En fin, ni me enteré de que en realidad vendía drogas hasta después de más de un año de estar juntos. Aun así, me quedé con él, no sé si creí que dejaría todo por mi o por dentro no me importó demasiado que fuera un delincuente, lo amaba tanto... La cuestión es que hubo un allanamiento y yo estaba en su casa, encontraron drogas y un arma y ahora estoy en la cárcel, un lugar donde jamás pensé que estaría.

Esto es solo una introducción, para ver si logro generar una pisca de empatía. No puedo extenderme mucho, así que voy al grano. Quizás me entiendas, a pesar de tus propios preconceptos. Creo que todos debemos ser juzgados de igual manera, que ante la ley no importa si sos hombre o mujer, es el delito lo que debe pesar a la hora de dictar sentencia pero no es lo que ocurre en la realidad, en absoluto. Las mujeres somos sentenciadas más severamente que los hombres, hay un peso extra. 

¿Cómo puede ser que un fiscal diga en una audiencia que le pide x cantidad de años a una imputada porque “siendo mujer no puede hacer eso” ?, ¿qué significa eso?, ¿ si fuera hombre la cuestión sería menos grave?, ¿justificada?, ¿le pediría menos años por el mismo delito? 

Tengo decenas de ejemplos lamentables, pero cierro sólo con esto. Aclaro que de ninguna manera justifico un delito, me estoy refiriendo sólo a la diferencia de cómo se juzga y condena, incluso socialmente, a un hombre y a una mujer. 

Hace un tiempo hubo un caso muy resonante de una mujer joven que mató a su ex  novio de dos disparos, el caso fue seguido con muchísima atención por los medios, el juicio se televisó en parte, todos los días se siguió el paso a paso de la causa. Ella fue condenada. Luego fue noticia cuando se le cambió el colchón, cuando fue trasladada de unidad, cuando se cortó el pelo, cuando se pintó las uñas, etc. 

Hay un femicidio casi diario, mujeres quemadas, golpeadas hasta morir, apuñaladas e incluso enterradas en intentos de cubrir el homicidio.

"De ninguna manera justifico un delito, me estoy refiriendo sólo a la diferencia de cómo se juzga y condena, incluso socialmente, a un hombre y a una mujer" 

¿Sabemos los nombres de todos esos hombres?, ¿conocemos sus sentencias?, ¿se sigue el paso a paso de sus causas por más morboso que haya sido el crimen?, ¿sabemos si se cortaron el pelo, o las uñas?, ¿si usan zapatillas u ojotas?

La respuesta es no.