La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner planteó la necesidad de reformar el sistema de Salud. Una idea lógica, añosa, reconocida por sectores y protagonistas muy variados, Como es regla cuando “ella” habla, ardieron varias Troyas, se azuzaron internas preexistentes. Se le atribuyeron intenciones muy diversas.

La iniciativa no es novedosa, sí la gravitación de CFK. Vale repetir que la idea es válida y traduce una necesidad social o sea un derecho no concretado. Una deuda, suele decirse de modo coloquial. Su eventual implementación era compleja en etapas anteriores, dificultad que se exacerba ahora.

Se piden disculpas por una auto referencialidad creyendo que sirve para historizar, Cuando se veía venir la reelección de Cristina (2011), se escribió, en esta misma columna: “En materia de Salud, el panorama es deficitario y clama por una reforma sustantiva, hasta fundacional. Tres subsistemas conviven malamente (el público, las obras sociales, el sector privado). El gasto es enorme, con sacrificios económicos altos de la población, el rinde no es proporcional. Se mantienen las rémoras básicas de la salvaje descentralización impuesta por el menemismo. Nunca se fue, de cualquier modo, al meollo del problema que es un ¿sistema? destartalado e ineficaz, gastador sin rédito (…) no alcanzan para un servicio digno que, además, se reparte de modo muy desigual en diferentes distritos. Hay en este rubro intereses instalados, con fuerte capacidad de lobby, en los sindicatos y en el sector privado. Una reforma valedera colisionaría, en alguna dimensión, con sus facetas más deplorables. Ese es un freno en lo táctico pero parte del desafío, en lo estratégico”. 

Nada nuevo bajo el sol, en cuanto a señalar la necesidad. La urgencia, la perspectiva de soluciones al alcance de la mano… eso es otro precio.

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Tres subsistemas no hacen uno. La pandemia convulsionó números e inversiones pero en la serie histórica previa (aún en los más solidarios gobiernos populares) el porcentaje de PBI dedicado a Salud es bajo comparado con los países con seguros sociales dignos de ser mirados. La inversión se completa con gastos de particulares, que abarcan desde descuentos sindicales hasta cuotas de servicios privados con algunas otras variantes. El resultado es fragmentación o mejor segmentación, con desigualdades aun dentro de la clase trabajadora; solo los laburantes registrados tienen derecho a Obra Social que sufragan con descuentos obligatorios. La proporción de trabajadores formales se viene reduciendo desde hace más de treinta años.

Se diga como se diga, los más pobres “caen” en el Hospital Público. Muchos argentinos, abarcando los de condición humilde, tratan de esquivarlo, “tener su credencial”. Describimos, no justificamos ni negamos que el sistema público funciona como salvador en última instancia, el que atiende a todes, Con frecuencia mejor que en otros subsistemas. La desigualdad para acceder a un derecho constitucional es evidente. En definitiva solo escoge donde atenderse quien cuenta con recursos económicos o trabajo en relación de dependencia (hasta un punto en este supuesto). El economista Oscar Cetrángolo subraya que esa es la principal falla del sistema segmentado.

Las narrativas maniqueas escogen a quien demonizar. “Los sindicalistas”, “la Caja oscura de las Obras Sociales” encabezan un relato. No falso del todo, sí esquemático, simplista, distorsivo. Dirigentes sindicales defienden sus servicios con razones surtidas, no siempre certeras. A menudo se juzgan portadores de un derecho eminente; la titularidad de la Superintendencia de Obras Sociales que es, no casual ni originalmente, un casus belli contra el presidente Alberto Fernández y el ministro de Salud Ginés González García. El criterio adoptado, piensa este escriba, es el correcto; conducción política y no corporativa,

El maniqueísmo antigremial hinca el diente en casos de corrupción, los decreta unánimes y niega los méritos del subsistema. Sería vano y necio reemplazarlo por un maniqueísmo de signo inverso; he acá una propuesta metodológica de esta reseña.

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Curetas hubo siempre: Según el relato binario de la derecha los prestadores privados son filántropos con dotes de emprendedores. Los lazos de éstos con las corporaciones empresarias, las suculentas pautas publicitarias en medios dominantes solidifican la versión, Maniquea, a su vez. Y, de nuevo, la lectura binaria no autoriza a la respuesta esquemática en espejo. Cubren a millones de argentinos, no todos los integrantes del conjunto son idénticos. La complejidad, palabra clave en este entuerto.

El imaginario colectivo resulta más sofisticado que el de los medios porque combina ejemplos personales concretos (buenos o pésimos). El Doctor Cureta fue personaje de historieta en la década del 80 e inspiró una taquillera película de Alberto Fischerman en 1987, pasado remoto. Las partes de este rompecabezas han recorrido un largo camino.

En semanas recientes el Gobierno bailó un minué con las prepagas, concediendo un aumento de cuotas retractado de modo súbito. Un mini Vicentin en contadas horas, una falla de gestión por donde se la mire.

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Fragmentar la fragmentación: El desguace de las políticas sociales consumado durante el menemismo añadió fragmentación a la fragmentación. Se derivaron funciones, no fondos. Darwinismo centralista, propugnado por los organismos internacionales de crédito y sobre cumplido por el neoliberalismo autóctono.

El traspaso acentuó desigualdades y agregó una traba a la articulación de políticas. Se afirma que el Ministerio de Educación es una cartera sin escuelas, una verdad aproximativa. El Ministerio de Salud tiene a cargo más de cien hospitales, más que cero pero menos que la sumatoria-rompecabezas de los que están bajo competencias provinciales o municipales. ¿Hace falta marcar que las asimetrías entre municipios son tremendas, hasta en una misma provincia?

Al comienzo de la pandemia, el Estado aferró el timón y Ginés la conducción del sistema federal cachuzo. Centralizó las decisiones, motorizó la construcción de infraestructura en todo el país, manejó la distribución de respiradores y material sanitario. Mediaron hasta intercambios de profesionales de algunos territorios que se movilizaron a provincias hermanas, más desguarnecidas.

González García hizo valer su predicamento con sus pares, el peso específico para hablar cara a cara con gobernadores. Todos le reconocen (desde antes) autoridad, una investidura que no se presta. En el diseño del Ministerio sumó funcionarios políticos de origen provincial, acierto infrecuente en otras carteras del Gabinete.

La Nación traccionó al país, “condujo” en términos políticos. Disimuló sin anular el federalismo desdichado qué legó el menemismo.

La cientista social Magdalena Chiara, especialista de la Universidad Nacional de General Sarmiento, valora que “la pandemia dejó en el nivel central (nacional y provincial) una estructura mucho más robusta en internación, diagnóstico y complejidad”. Ese avance –mociona-- debe servir de punto de partida para políticas concretas en territorios relegados.

Imprescindibles y acuciantes porque, explica Chiara, “el primer nivel de atención quedó desdibujado en el contexto sanitario de la pandemia, no fue un problema exclusivo de la Argentina”. Lo que no le resta importancia a la cuestión. La atención primaria, simplificamos de nuestro coleto, es al unísono el corazón y el talón de Aquiles del sistema de salud.

La peste, los peligros jamás afrontados comprobaron que son necesarias políticas concertadas, articulando entre sectores y entre autoridades ejecutivas. El paradigma vigente es barroco, plagado de superposiciones, divisivo. Y no es simple de desenmarañar, transformar. Hay realidades instaladas, amén de intereses creados.

Las polémicas sobre reformas acumulan años y material escrito. Ciertos especialistas diferencian, como modelos abstractos, un cambio Bing Bang (absoluto, casi puesta a cero) de reformas sucesivas, incrementales. La cooperación, el uso conjunto de recursos, la tendencia a robustecer el sistema público, el intercambio de información son propuestas que harían camino al andar.

Entre paréntesis, como observación costumbrista. Los déficits informativos son proverbiales en Argentina. Los tropiezos para unificar y hacer creíble la data dispersa sobre muertos y contagiados por covid-19 (no asombrosos para los iniciados) chocaron al sentido común, regalaron argumentos a los negacionistas y a la oposición salvaje.

Como nota al pie, una referencia clásica: la opacidad informativa de los actores privados es muy alta, sea para hablar en serio sobre sus ganancias como sobre sus desempeños cotidianos en atención de pacientes.

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Los pastorcitos de la opo: Cada declaración de Cristina cambia el escenario. “Hace agenda”, suscita réplicas aprobatorias o defensivas. La oposición transforma expresiones de deseos en operaciones y en vaticinios. Los deseos se disfrazan de hechos.

La reforma que nos ocupa hizo alzar la guardia a buena parte de la dirigencia cegetista y a los privados. Las sobre interpretaciones escalan. Así se polemiza en estas pampas: mezcla de bullying, noticias falsas y vaticinios audaces. Sería necio negar que existen divergencias dentro del Frente de Todos (FdT) entre tantas entre Ginés y la viceministra Carla Vizzotti. También diferencias, de larga data, con el ministro de Salud bonaerense Daniel Gollán. De ahí a colegir que “van por la cabeza de Ginés” hay un trecho, no imposible pero mucho menos seguro.

El método opositor se repite. Preanuncio, meses atrás, que la Comisión de Juristas se creó para ampliar el número de miembros de la Corte. Pasaba por alto que sería preciso votar una ley y lograr acuerdos imposibles en el Senado. Olvidó que la Comisión ni se interesa en el tópico. Los pastorcitos mentirosos reincidían: “ahí vienen cuatro lobos cortesanos nuevos”. O cinco. O seis. Batieron el parche durante meses.

Cuando el mito se desbarata, dan alguna explicación fútil o pasan sin escalas a anunciar la nacionalización de YPF. O la estatización fulminante del sistema de Salud.

En las condiciones actuales, entiende este cronista, proponer una ley, tratarla, congregar mayoría en Diputados suena a proeza o a milagro. Lejos de la audacia de otros, este escriba insinúa que tal vez la cuestión no sea agenda en los primeros meses del año. Pispeamos el corto plazo, el único que existe,

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Un año de recorrido: El pasado cercano es menos nuboso que el porvenir. El FdT consiguió preservar su unidad, causa de la victoria electoral y condición necesaria para conservar el Gobierno. El oficialismo tiene líneas internas que aspiran a crecer en las elecciones. Objetivo de cajón, fundamento mismo de la democracia. La Cámpora es una agrupación con anclaje territorial y afán de expandirse. La Fundación “Soberanía Sanitaria” es su herramienta en materia de salud, Una red bonaerense que labura desde hace años con cuadros, militantes y profesionales en su mayoría jóvenes. Es un modo de construcción legítimo e interesante. Bancan a Gollán, al viceministro Nicolás Kreplak, al gobernador Axel Kicillof. Otros dirigentes construyen en formatos distintos.

Pesa sobre la coalición de Gobierno el deber de no dividirse. En particular sobre Alberto Fernández y sobre CFK pero también sobre sus funcionarios, legisladores, mandatarios, militantes, Sin sobrevida no hay política ni proyecto, ni avances. Ni vigor para afrontar la agenda prioritaria del verano. Para empezar: vacunas, comienzo del período escolar, crecimiento de la economía, negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), aumento de la mensualidad de la tarjeta Alimentaria. Acciones eficaces contra la inflación, sobre todo la de alimentos. Casi nada.

En el camino sería bueno fortalecer al sistema de salud, mejorar retribuciones y derechos de sus profesionales, aprender de la crisis, privilegiar al sector público, pensar en las necesidades de la gente de a pie. Compitiendo internamente pero escuchando el consejo de nuestro ghost writer Martín Fierro que opta por la prosa rimada: la ley primera es evitar ser comidos por los de afuera.

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