El pacto de precios y salarios que dará comienzo la próxima semana es para el Gobierno una instancia superior a la de una foto del presidente Alberto Fernández y sus ministros con empresarios y sindicalistas. En los pasillos de la Casa Rosada, de hecho, gambetean con vehemencia el término “acuerdo”. Según detalles a los que accedió Página I12, los ministros del Gabinete Económico hablan de la instancia como una “metodología de trabajo” que persistirá en el tiempo y tiene como objetivo abordar la cuestión inflacionaria con trabajos de fondo. Mientras, el corto plazo se seguirá atendiendo con medidas que el Ejecutivo no considera anti inflacionarias pero sí de utilidad: desde el acuerdo de carne hasta próximos convenios por aceite y verduras.

El hermetismo oficial sobre detalles concretos terminó en una equiparación pública y mediática de esta instancia de diálogo con los históricamente fallidos pactos de precios y salarios. Pero en zona de definición ya hay pautas globales de lo que se viene. En primer lugar, la reunión de la semana próxima tiene a los ministros de Economía, Martín Guzmán; de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y de Trabajo, Claudio Moroni, en la elaboración de los listados de invitados. Ante los protocolos COVID, se evalúa hacer dos encuentros el mismo día para probar reuniones con menos gente. En la inicial estará el Presidente, pero luego seguirán periódicamente los ministros técnicos.

En el ministerio de Economía confiesan que, de salir bien, la dinámica será una recreación de las reuniones de gabinete económico del 2020, en las que participaron dirigentes de la Unión Industrial (UIA), CGT, CTA y otras cámaras, para compartir propuestas y diagnósticos. Estos serán algunos de los que se verán las caras el próximo miércoles, a los que se sumarán dirigentes de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), ante la relevancia inflacionaria de los precios de estos productos.

En el Gobierno niegan que en los primeros encuentros haya definiciones o marcado de pautas generales. Aseguran que se heredó del macrismo una economía de precios “desalineados” y un mercado laboral con situaciones diversas, incluso el privado registrado. Así, lo que se pondrá sobre la mesa por el Estado es un diagnóstico de la situación macroeconómica que, según el Gobierno, es la explicación uno de la inflación.

Luego vendrá una charla sobre precios y salarios con los sectores. En los borradores de los ministros se incluyen las siguientes anotaciones: por qué hay precios más determinantes que otros, cuál será la previsión de tipo de cambio, cuánto impacta el salario en los precios y cuánto el shock de valores internacionales. En paralelo, hablarán con los empresarios casos puntuales para saber por qué han subido tanto algunos productos sin razón aparente. El primero, la carne, que tras un aumento superior al 70 por ciento en 2020, bajó 30 por ciento por el acuerdo. El segundo, los textiles, que incluso con el comercio cerrado por pandemia, tuvo alzas arriba del 60 por ciento. 

El otro punto importante en la mesa será el desacople de precios internacionales de los valores locales. En el Gobierno afirman, como ya lo plasmó la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, que el instrumento más a mano son las retenciones a las exportaciones y no descartan usar el margen disponible de suba para garantizar provisión y consumo interno. Pero aclaran que se intensificaron mesas de diálogo con los sectores del maíz, trigo y aceite para “aceptar soluciones alternativas o mejores propuestas. Y ver además la evolución de los precios internacionales”.

Sueldos, tarifas y combustibles

“Un acuerdo es un mismo número para todos, sobre todos los temas, y eso no es lo que buscamos”, confió otro de los ministros a este diario. En este contexto, los salarios son un capítulo central. Varios funcionarios descartaron, con cabeza en el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que la idea de estas mesas sea ponerle techo a las paritarias. De hecho, admitieron fuentes oficiales que “sabemos que cada sector tiene su dinámica, no es la idea poner un número”.

Así las cosas, habrá que mirar en lo inmediato algunas instancias para ver guiños puntuales. Primero, qué pasará con las paritarias estatales, como la de docentes. En el Gobierno tienen el dato de que, en los años de Mauricio Macri, solo le ganaron a la inflación aquellos empleados públicos que cobraron menos de 60 mil pesos bruto, sobre todo por bonos y extras percibidos. Por eso, está pendiente una reunión de pauta de los salarios de todo el Estado Nacional, para ver si se marca allí un sendero. La tarea es titánica porque la discusión fiscal también incluye a los Estados Provinciales. El resto de las paritarias se seguirán en el marco de las charlas que haya el próximo miércoles.

En el Gobierno entienden que sin salario no habrá recuperación sostenida ni consumo, por esto hay dos puntos finales que serán parte del análisis, en este caso más interno de los ministerios. El primero, el alza de combustibles: la idea es que sigan acompañando la inflación, sobre todo para que la empresa de bandera YPF recomponga situación crítica. El segundo, las tarifas de servicios públicos.

No están tan seguros en las áreas técnicas que este sea el momento para discutir aumentos sin mirar impacto fiscal, progresividad y capacidad de pago. Y descartan además que haya en este punto diferencias entre el Instituto Patria y los hombres más cercanos al Presidente. Por eso, habrá un listado de personas subsidiadas que pueden pagar y dejarán de tenerlo. Y el resto se analizará con más tiempo.