Music             3 puntos

Estados Unidos, 2021.

Dirección: SIA.

Guion: Dallas Clayton y SIA.

Duración: 107 minutos.

Intérpretes: Kate Hudson, Maddie Ziegler, Leslie Odom Jr., Hector Elizondo y Mary Kay Place.

Estreno en la sala online de Cinemark Hoyts

“Opa, ¿y ésta?”, debe haberse preguntando más de uno al ver entre las nominadas al Globo de Oro a Mejor Film en la subcategoría Comedia y/o Musical a un título del que se esperaba poco y nada en la temporada de premios. Pero la inclusión de Music no se debe a algún hallazgo oculto por parte de los electores de la Asociación de Prensa Extranjera en Hollywood que entregan las estatuillas, lo que hubiera sido histórico. Las razones hay que buscarlas fuera de los límites de la pantalla: a fin de cuentas, se trata de la primera incursión en la realización de largometrajes de la cantante y compositora australiana SIA, quien en los créditos también figura como productora, coguionista y, obviamente, autora intelectual de diez de las canciones que suenan durante los poco más de cien minutos de metraje y conforman el grueso de su octavo álbum, que nada casualmente saldrá a la venta este viernes, en simultáneo con el estreno.

Es indudable que SIA tuvo carta blanca para hacer lo que, literalmente, se le cantara, reservándose incluso una aparición en modo cameo haciendo de sí misma. Pero llama la atención que a nadie –algún productor, asesor, colega, amigo o familiar– se le haya ocurrido avisarle que hacer una película es algo más que encadenar canciones y, sobre todo, que quizás no era una buena idea poner a la jovencita Maddie Ziegler, con quien la artista ya había trabajado en varios videoclips, a hacer de autista. Su registro -tribunero, exagerado y caricaturesco- es un ejemplo cabal de lo que el personaje de Robert Downey Jr. en Una guerra de película, cuando hablaba de actores haciendo de discapacitados para obtener prestigio, catalogaba como estereotipo “fully retarded”: un sinfín de movimientos y miradas perdidas, un balbuceo gutural solo realizable por alguien que no tiene la más remota idea de las implicancias del autismo.

Hay más malas ideas, dos de ellas relacionadas con los números musicales. Una es que representen “el mundo interior” de la chica, lo que abre las puertas para una abyección supina donde lo fabulesco se cruza con la banalidad y la fantasía deviene en golpe bajo; la otra, que estén filmados en un galpón cerrado con disfraces de trencito de la alegría, con ideas visuales de dudoso gusto y una indisimulable tendencia a lo berreta. Hasta sus videos están mejor trabajados, son más dinámicos y fluidos que estos números musicales. La única buena idea de Music tiene nombre y apellido. Nominada al Globo de Oro a Mejor Actriz, la rapada Kate Hudson es la protagonista del relato-excusa centrado en una ex adicta que debe hacerse cargo de su media hermana autista (llamada Music) a raíz de la muerte de su abuelo. Los lugares comunes del arco dramático, con sus consabidos caídas y renacimientos y la inevitable posibilidad de un nuevo destino de la mano de una pareja, no obturan la nobleza y el aura lastimosamente despreocupado de quien parece ser la única persona interesada en que las cosas salgan bien.