El Tribunal Oral Federal (TOF) 2 empezará a juzgar este viernes a un exagente del Batallón de Inteligencia 601 y un sargento retirado de la Policía Federal Argentina (PFA), que actuaron en la órbita del centro clandestino conocido como Club Atlético. Se trata del cuarto juicio por crímenes cometidos en Atlético-Banco-Olimpo y se espera que sea un proceso breve, ya que involucra únicamente a dos imputados, que deberán responder por lo sucedido con cuatro víctimas.

Ariel Darío Pituelli integró entre 1972 y 1984 el Batallón de Inteligencia 601, con sede en Viamonte y Callao. Según declaró ante el juez Daniel Rafecas, no era lo que podría llamarse un espía vocacional, sino que consiguió ese empleo a principios de los ‘70 porque su suegro de entonces también reportaba en el organismo y él estaba apretado de dinero. Su seudónimo en el Batallón era Ángel Domingo Peñalba --con las mismas iniciales que su nombre real--, pero el día que llamó a una de sus víctimas tan solo se presentó como “Gustavo”.

La mujer acababa de ser liberada del Atlético. Era estudiante avanzada de medicina, había militado en la Juventud Universitaria Peronista y trabajaba en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. La habían secuestrado de su casa el 13 de abril de 1977. Horas antes se habían llevado a su marido, con quien se reencontró en el centro clandestino. A ella la liberaron a la semana. Él seguiría más tiempo en el edificio de Paseo Colón.

A ella le dijeron en el centro clandestino --según declaró-- que alguien iba a contactarla para controlar su vida fuera del campo de concentración. Era un régimen de libertad vigilada. La llamó el tal “Gustavo” y la citó en un bar de Once. Allí se presentó como Pituelli. Al tiempo liberaron al marido de la mujer y Pituelli siguió controlando a ambos. El exdetenido declaró que lo llevó a un bar donde pasaban música nazi o que lo paseaba en un Citröen al que llamaban “Francisquito”. Dentro del vehículo, Pituelli le dio una bala y le dijo: “Acordate que esto que tenés en la mano podría estar en tu cabeza”.

El nombre de Pituelli surgió durante el transcurso del juicio anterior de ABO. Fue precisamente cuando declaró la pareja a la que él controlaba. La situación es compleja porque la exdetenida se casó después con Pituelli, de quien que se divorció años más tarde. La fiscal del juicio, Gabriela Sosti, reclamó entonces al tribunal la detención del exagente del Batallón 601, que después terminó procesado por Rafecas por haber tenido bajo un régimen de coacción a la pareja.

Pituelli no niega haber hecho las tareas de vigilancia sobre la pareja liberada del Atlético, pero busca no quedar vinculado con el funcionamiento interior del centro clandestino. “Yo pertenecía o trabajé en el Batallón de Inteligencia 601, en la Central de Reunión. Esa unidad dependía en ese momento de la Jefatura II de Inteligencia, y estaba por fuera de las zonas. Por lo tanto no había relación con los centros de detención”, declaró en la indagatoria de diciembre de 2016. Está probado que en los centros clandestinos Atlético, Banco, Olimpo actuaron distintos integrantes del Batallón, como Raúl Guglielminetti, Alfredo Omar Feito y Enrique José del Pino. Pero lo cierto es que, por el momento, el juzgado de Rafecas no encontró elementos suficientes como para acreditar que Pituelli haya actuado dentro del Atlético.

El otro imputado es Miguel Ángel Britos, quien para el 12 de enero de 1977 ya reportaba en la Superintendencia de Seguridad Federal -- también conocida como Coordinación Federal. El 17 de febrero de ese año participó de un operativo en Pergamino 397, cerca de las 3.30 de la madrugada. Allí dormían Adriana Claudia Marandet y Eduardo Edelmiro Ruival. Al hombre lo asesinaron a sangre fría. A Adriana la llevaron al Atlético, y sigue desaparecida.

Britos se fue con retiro voluntario de la PFA en 1991. Pero su vinculación con el operativo de la calle Pergamino quedó acreditada porque esa noche recibió una herida en el pie derecho el inspector Mario Baigorria. Cuando la PFA labró actas para ver qué había pasado con Baigorria, tomó las declaraciones de los agentes que lo acompañaban. Para Britos, esas constancias fueron el equivalente a pisar con el pie izquierdo, y terminó procesado por Rafecas.

Las audiencias comenzarán este viernes a las 9.30, cuando se leerán los requerimientos de las partes y se analizarán las cuestiones preliminares. Fuentes del TOF 2 estimaron que será un proceso breve, pero puede estirarse porque las audiencias se llevarán adelante cada dos semanas.