Más de la mitad de los argentinos opinan bien o muy bien de la gestión de Alberto Fernández como Presidente, uno de los mejores índices de aprobación a nivel internacional. El dato es más que relevante teniendo en cuenta la herencia dejada por el macrismo, la pandemia de coronavirus y el bombardeo incesante de Cambiemos y los medios alineados con el expresidente Mauricio Macri. Pero, además, hay un fuerte respaldo a lo hecho frente al coronavirus y, por ejemplo, siete de cada diez personas son muy elogiosas de la gestión del gobierno para garantizar la llegada de vacunas. Tres de cada cuatro argentinos sostienen que el crecimiento de casos se produce “porque la gente no respeta los protocolos” y se percibe que la batalla por vacunar no será fácil porque casi la mitad de las personas exhibe algún tipo de resistencias, aunque una parte sustancial dice que quiere ver el efecto de las vacunas y luego decidirá.

Tres de cada cuatro argentinos sostienen que el crecimiento de casos se produce “porque la gente no respeta los protocolos”.

Las conclusiones surgen de una amplia encuesta nacional realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.100 personas de todo el país, respetándose las proporciones de edad, sexo y nivel económico-social. Las encuestas fueron telefónicas.

“La imagen de Alberto Fernández viene teniendo una recuperación desde finales del año pasado --señala Bacman--. Al día de hoy redondea el 58 por ciento de ponderaciones positivas. En los tiempos que corren, donde abundan los desafíos y la incertidumbre, poseer un cierto perfil de cercanía, honestidad y capacidad para resolver problemas como el de la pandemia, no es una cuestión menor. Este valor de imagen positiva se convierte en un indicador importante para un Presidente, en especial teniendo en cuenta el contexto que se vive en el mundo y particularmente en nuestro país: una pandemia que se ha convertido en un azote global que ha trastocado la economía de los países y la vida cotidiana de sus habitantes".

Para Bacman, "en nuestro país la economía se percibe como un problema con mayor intensidad que la covid-19: Alberto Fernández ganó las elecciones de 2019 comprometiéndose a encender la economía, tras cuatro años de política económica del macrismo que generó una deuda pública y privada descomunal. La pandemia, desatada cuando su gestión ni había cumplido sus primeros 100 días, interrumpió sus planes y proyectos y a partir de allí el país fue otro. por eso, como es lógico hay una demanda fuerte relacionada con la economía". La mayor parte de los consultados sostiene que el gobierno debe concentrarse en eso: inflación, salarios, empleo, producción, en síntesis, todas las cuestiones económicas.

En general, los números de aprobación de Fernández son aún mejores cuando se habla de la gestión de la pandemia. “A pesar de las campañas del odio y las fake news que inundaron los medios de comunicación y el universo digital de nuestro país, el presidente mantiene una imagen que redondea un valor muy importante cuando se pregunta por las medidas que se tomaron frente al coronavirus", consigna el titular del Ceop.

Pero también se entiende que queda un trecho por recorrer. Bacman lo sintetiza así: “la gente admite que no se trata solamente de que el Gobierno extreme controles y limitaciones, sino que está el problema del incumplimiento de los protocolos. Nada menos que tres de cada cuatro personas consideran que el rebrote viene porque hay una mayoría de los argentinos que, por efecto del cansancio, por relajamiento o vaya a saber por qué, no cumplen lo necesario y ahí está el peligro”.

Las semanas que vienen son cruciales por varios factores. En primer lugar, porque llegan vacunas en cantidades importantes, hay que poner en marcha el proceso de vacunación, empiezan las clases y porque se necesitan acelerar todas las medidas para lograr la mayor cantidad de argentinos inmunizados antes de que llegue el frío. Como se sabe, el invierno por sí mismo no aumenta los contagios, pero la gente está más en interiores y eso multiplica los casos, como se vio en Europa.

Frente a este desafío, el Gobierno encuentra una situación que no es sencilla: hay un diez por ciento directamente antivacunas, pero existe una proporción de ciudadanos que quiere esperar. Esa resistencia existe en muchísimos países y seguramente se irá rompiendo.

“Un plan de vacunación masivo y exitoso es una necesidad que se encuentra fuertemente internalizada en el imaginario colectivo --redondea Bacman--. Las vacunas están llegando y en las próximas semanas arribarán otras más. La esperanza comienza a tomar forma y hasta los mitos se derriban: la publicación en la revista científica The Lancet derribó definitivamente el prejuicio acerca de la Sputnik V.

 Los datos son elocuentes: cuatro de cada diez encuestados se aplicaría cualquier vacuna, obviamente incluida la de origen ruso y hasta la fabricada por los chinos.


Otra proporción, levemente inferior porcentualmente, aún duda. Representan un segmento que se guía por lo pragmático y esos ciudadanos esperan ver resultados.

Es seguro que, en la medida que pasen los días y el plan de vacunación vaya creciendo en intensidad, calidad y cantidad, se irán convenciendo que es el único camino posible. Pero también quedan marginales, que siempre los hay: seis por ciento dice que sólo se aplicaría vacunas de origen americano o inglés y hasta un 11 por ciento que representa un pequeño sector de la sociedad caracterizado por su postura anti vacunas”.

Seis por ciento dice que sólo se aplicaría vacunas de origen americano o inglés y hasta un 11 por ciento que representa un pequeño sector de la sociedad caracterizado por su postura anti vacunas.

Más allá del clima creado por los medios alineados con Cambiemos, hay una proporción importantísima de argentinos que tienen buena expectativa: un 57 por ciento dicen que, en su hogar, las cosas estarán mejor en el próximo años. Ese dato es de máxima importancia en un mundo en el que lo que escasea es el optimismo, aunque sea moderado.