Mauricio Macri tiene una proverbial debilidad por las fundaciones. Su arquitectura jurídica permite cierta opacidad y ventajas impositivas. Siempre creó alguna o se involucró en otras con fines políticos, empresariales y futbolísticos. La última que lleva su nombre es la continuidad de Cambiar es posible (CEPLA) cuya constitución se conoció a fines de enero. El ex presidente modeló su perfil en el holding familiar que lideraba Franco, su padre, mentor de una fundación con su apellido que otorgaba las becas SOCMA. Pero apenas pudo despegarse de la sombra paterna y ya instalado en Boca, prohijó la suya en 2001 junto a Francisco De Narváez, su antigüo aliado electoral: Creer y Crecer. En su entorno alentó iniciativas semejantes y hubo varios funcionarios de su gobierno que tuvieron cada uno la propia: Gabriela Michetti (Suma), Jorge Triacca (h) (Laborum), Guillermo Dietrich (Formar), José María Torello y Fabián Rodríguez Simón (Pericles) y Eugenio Burzaco (Fundar), quien figura también en la del Grupo Sophia, la más floja de papeles. No en vano el jefe de la oposición cambiemita reapareció hace un año al frente de la Fundación FIFA o utiliza otras afines a su pensamiento de derecha como plataforma (ver aparte).

La revisión de varios expedientes que descansan en la Inspección General de Justicia (IGJ) porteña arroja datos que conforman determinados patrones. El ex presidente ha utilizado a Creer y Crecer, CEPLA – un acrónimo del extenso nombre “Cambiar es posible para la promoción y defensa de la democracia republicana, el desarrollo económico, la integración internacional y la equidad de género en Latinoamérica”- y ahora a la fundación Mauricio Macri, con el declamado objetivo de promover el bien común mediante la promoción de políticas públicas e iniciativas privadas.

En CEPLA, constituida el 25 de noviembre de 2019, aparece Torello como presidente, el ex jefe de asesores de Macri y su compañero del Cardenal Newman. El presentó el cambio de denominación social el 17 de marzo de 2020. La fundación que la continúa con el nombre del expresidente agregado a aquella sigla fue objetada por nota del 26 de enero de este año. Entre varias formalidades administrativas que incumple, “no contiene la firma original del Sr. Mauricio Macri. No se aceptan fotocopias de firma”, dice el texto de la IGJ.

En la primera fundación acompañaban a Torello el ex secretario general de la presidencia, Fernando De Andreis y Fatima Micheo como tesorera, la ex subsecretaria de Comunicación Presidencial designada por decreto del PEN el 2 de junio de 2016. Los dos fueron denunciados por el diputado nacional del Frente de Todos, Rodolfo Tailhade, por enriquecimiento ilícito. La causa recayó en el juzgado federal de Sebastián Casanello. Al primero le imputó haber sextuplicado su patrimonio durante el gobierno de Cambiemos y a la mujer una evolución considerable de su patrimonio en tiempo récord.

El problema de ambos comenzó cuando el legislador cruzó sus declaraciones juradas de bienes con los papeles de CEPLA, constituida por un plazo de 99 años.

Micheo se presenta en Linkedin como “consultora en comunicación política y campañas electorales”. Ahora – igual que De Andreis – deberá explicar cómo hizo su patrimonio que se mutiplicó por 25 en cuatro años (2015-2019) según la denuncia de Tailhade. Está casada con Andrés Alejandro Grippo, quien como ella revistaba en 2011 como asesor contratado en el gobierno de CABA. Después hizo su propia carrera. En 2016 llegó a director general de la Dirección General de Coordinación Institucional y Comunicación.

El 9 de octubre de 2020, un medio de Gijón, España, entrevistó a la esposa de Grippo sobre su campo profesional. Participó de los llamados Encuentros Internacionales de Juventud de Cabueñes. Entre sus ideas sobre la función pública mencionó que “se valora antes al que mejor comunica que al que mejor gobierna”.

A Micheo le hubiera resultado más difícil explicar el objeto de CEPLA, según se desprende de sus actas. Propone “la construcción de una sociedad inclusiva y que genere condiciones para aumentar el bienestar y calidad de vida de todos los argentinos, tanto los actuales como las generaciones futuras” como quedó demostrado en los años de Macri en la Casa Rosada.

Cuando a la fundación se le agregó el nombre del ex presidente – con su consentimiento, como consta en actas del 13 de marzo de 2020-, también se sumaron nuevos integrantes. Apareció Darío Hugo Nieto, el secretario privado de Macri imputado en la causa del espionaje ilegal y ex coordinador de Asuntos Presidenciales. Junto a tres mujeres, María Amparo García Blesa, María Dolores Pujol y Pilar Passaglia se les dio mandato para que “hagan todas las tramitaciones necesarias para obtener la aprobación de lo resuelto y su inscripción (NdelaR: de la fundación Mauricio Macri) en el Registro Público de Comercio (IGJ) como así también otorguen las escrituras y/o instrumentos privados posteriores que fuesen necesarios a tal fin…”

Torello aportó el patrimonio inicial de CEPLA consistente en 100 mil pesos en efectivo que según las actas podrá acrecentarse con recursos como “subsidios, herencias, legados o donaciones que queden libres de afectación… rentas o intereses de sus bienes, aportes de benefactores y el producido de las suscripciones periódicas u ocasionales de todas aquellas personas que deseen cooperar al fomento y objeto de la fundación… el producido de colectas, del otorgamiento de concesiones, conferencias, cursos, talleres, foros, mesas redondas, seminarios, publicaciones y material de difusión” entre otras fuentes de ingresos. La fundación operaba desde Paraguay 435, piso 3°, 9, de CABA. En la misma dirección funciona otra entidad semejante. Argentina Global que es presidida por el exsecretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo. El exjefe de Gabinete de Macri, Marcos Peña, es su consultor.

Si hay patrones comunes en estas fundaciones se destacan dos sobre el resto. Están colonizadas por prominentes exfuncionarios de Cambiemos, otros y otras que no lo son tanto pero resultan operativos y amigos del expresidente. Pero además, su objeto, aquello que se repite con matices en las distintas actas de Creer y Crecer, CEPLA, la vigente Mauricio Macri y otras afines, es la proclamada defensa de la democracia, la libertad y el desarrollo económico sustentable. Se arrogan incluso la atribución de “establecer estudios con titulación propia, o de las Universidades nacionales o extranjeras, en el marco de sus propias enseñanzas” como figura en el expediente de Cambiar es posible. El pasado 26 de enero cuando Macri presentó la fundación que lleva su nombre, exudó su rancio clasismo: “La educación no puede ser un tema sólo de los docentes, de las efímeras autoridades que gobiernan, y muchísimo menos de los sindicatos. Es un tema fundamental de cada familia, que sabe que el destino de sus hijos dependerá de cuánto aprendan en su escuela”.

El primer antecedente de una fundación promovida por Macri nos lleva a veinte años de distancia. El 5 de julio del 2001, en el umbral de la gravísima crisis que afectó al país, se juntó con De Narváez – volvió a sus orígenes y hoy está concentrado en sus cadenas nacionales e internacionales de hipermercados – y dos fundadores más para constituir Creer y Crecer. El empresario Gregorio Chodos y la socióloga Dorotea Leonor Gompertz de Capurro, fundadora de la consultora Ibarómetro SA y ex vicepresidenta de YPF durante la gestión de Miguel Galuccio hasta su renuncia en diciembre de 2015.

El patrimonio inicial de 12 mil pesos para la fundación lo aportó De Narváez y sus objetivos no distaban en lo conceptual de las que siguieron: “contribuir al desarrollo económico y social de la Argentina, de sus provincias y de sus municipios, y en particular, al de la Ciudad de Buenos Aires”. El primer Consejo de Administración que tuvo lo integraban Macri como presidente, Torello como secretario y Héctor Mc Ewan – un hombre de SOCMA – como tesorero. La fundación que tenía igual domicilio al del empresario hipermercadista – Martín Coronado 3260 – al poco tiempo mudó su sede a Figueroa Alcorta 3351.

La IGJ la autorizó a funcionar el 29 de agosto de 2001 cuando el inspector general era Guillermo Ragazzi. Hoy la misma Inspección que encabeza Ricardo Nissen le retiró la autorización para operar a la Fundación Grupo Sophia porque “se encuentra en mora respecto de las presentaciones de sus ejercicios económicos desde el año 2005, así como de las designaciones de autoridades desde el año 2002”. Existía desde 1995 y en su último consejo de administración informado solo figuraban Burzaco, Raúl Rigo y Juan Segura.

De la documentación sobre Creer y Crecer consultada por Página/12 surgen nombres que acompañaron a Macri durante sus dos mandatos en el gobierno porteño como Néstor Grindetti. El actual intendente de Lanús fue el presidente de la comisión liquidadora de la fundación que se presentó para su disolución en 2015. El 4 de abril de 2016, Sergio Brodsky, un hombre de Daniel Angelici a cargo de la IGJ, le aprobó el trámite para terminar con un proyecto que se prolongó durante quince años. Por el cual también habían pasado nombres tan familiares en los gobiernos del macrismo que eximen de agregados biográficos más amplios: Daniel Chain, Pablo Clusellas y De Andreis fueron vicepresidente, secretario y tesorero de Creer y Crecer. Menos conocido es el caso de la apoderada Annelisse Robins, la secretaria estadounidense del ex presidente que lo asistió en SOCMA, Boca y el gobierno de la CABA.

Cancelada la personería jurídica de la fundación pionera “por falta de aportes”, el jefe de la oposición se quedó sin su proyecto más duradero y se puso manos a la obra para volver con CEPLA, ahora llamada Mauricio Macri. La tarea la delegó otra vez en Torello, una especie de delegado para las fundaciones del expresidente.

La fundación FIFA

Macri no descuida la presidencia ejecutiva de la fundación que mitigó su dolor electoral en diciembre de 2019. Cuando el suizo Gianni Infantino lo eligió para el cargo en la organización benéfica de la FIFA, sabía que sería su principal estructura para posicionarse políticamente. Además, hedonista como es, se beneficiaría de ciertas prerrogativas que otorga el poder del fútbol como viajar por el mundo, sumergirse en reuniones sociales y propiciar oportunidades de nuevos negocios. De visita en Qatar, a donde viajó sin la compañía de su esposa Juliana Awada, asistió al Mundial de Clubes que ganó el Bayern Munich alemán.

No fue ése ni el único ni el más importante de sus objetivos en Doha, la capital qatarí. Tenía planeado mantener reuniones con el emir Sheik Tamim Bin Hamad Al Thani y con el canciller local Mohammed bin Abdulrahman Al Thani. Por razones de la Fundación FIFA también. Pero lo único que difundió en sus redes hasta hoy fue la foto de una comida con los ex futbolistas Cafú, Kaká y Javier Macherano.

Infantino representó para él como una bocanada de aire fresco en el mundo de la pelota donde cosecha rechazos. El 30 de junio de 2019 ya le había demostrado su reconocimiento. Le otorgó antes que a nadie el premio Living Fútbol “por contribuir a su desarrollo y crecimiento”. Un mimo que junto con la designación que le confirió el suizo, equilibró los cachetazos que recibió desde la Argentina de Marcelo Tinelli, Rodolfo D’Onofrio y Jorge Amor Ameal. El presidente de la AFA, Claudio Chiqui Tapia fue muy gráfico: “No representa al fútbol argentino”.

La FIFA lo blindó con su nombramiento en la fundación. El objetivo que debería mover a Macri es “promover cambios sociales positivos además de recaudar fondos para levantar o recuperar infraestructura deportiva”. Para esos fines, le sobrará plata. Al 2020 contaba con aportes por 1.000 millones de dólares. Antes de que asumiera el cargo de presidente, el dinero de la fundación iba a parar a ONGs relacionadas con el BID y la USAID, entre otras. Una de ellas la preside la exconductora televisiva de CNN, hoy en Univisión, Patricia Janiot. Se llama Colombianitos y ya había empezado a recibir dinero de la fundación FIFA en 2018, cuando ésta empezó a operar. Ahora Macri podrá continuar con ese tipo de contribuciones y ampliar la lista de beneficiarios.

De la Libertad y la derecha

La Fundación Libertad de Rosario no lo tiene entre sus fundadores o socios porque no hacía falta. Lleva casi 33 años, que superan al debut de Macri en la función pública. La entidad suele invitarlo a ciertos eventos, como sucedía durante su presidencia. En el Golden Center de Parque Norte todavía se recuerda hoy su aporte académico a la economía del país cuando citó a un ídolo boquense para explicar los problemas generados por su gobierno. “Lo que pasa en la Argentina es más complejo que el fútbol. No hay alguien que te salve como Riquelme a Boca”.

Como se define en su página oficial, la fundación tan afín a las ideas del expresidente es “una entidad privada sin fines de lucro, que trabaja en la investigación y difusión de temas de políticas públicas, dirigidas en particular a lo socioeconómico y empresarial, promoviendo las ideas de la libertad, el republicanismo, la democracia y el Estado de Derecho”. Casi una réplica de los postulados que han sido la razón de ser de Creer y Crecer, CEPLA y la flamante fundación Mauricio Macri.

La entidad es presidida por Gerardo Bongiovanni y su identidad se resume en algunos datos clave. En 1988 fue constituida por un grupo de empresarios, profesionales e intelectuales. Integra Refundar (la Red de Fundaciones Argentinas), y se destaca como el think tanks más activo del interior del país. Forma parte de organizaciones mundiales como la Fundación Internacional para la Libertad, que preside el Premio Nóbel Mario Vargas Llosa, y la Red Liberal de América Latina. Una Liga en la que Macri va a seguir jugando, como lo hace desde la FIFA. Dos territorios afines donde se siente muy cómodo.

[email protected]