El alejamiento del ministro de Salud, Ginés González por el escándalo de la vacunación VIP golpeó al gobierno por una autoimputación pública del periodista Horacio Verbitsky, titular del CELS y durante muchos años columnista en Página 12. La sorpresiva declaración de que había llamado a su amigo Ginés para ser vacunado, salteándose el orden de prioridades establecido por las autoridades sanitarias levantó una ola de rechazos y críticas y provocó que el presidente Alberto Fernández pidiera la renuncia de Ginés, un ministro que ha sido esencial en los esfuerzos contra la epidemia.

El impacto resulta tan fuerte porque involucra a dos protagonistas destacados y porque no resiste ninguna excusa. Todos tienen contagiados en la familia. Y hay ciudadanos con enfermedades de riesgo, furiosos porque no se han podido inscribir en el programa de vacunación de CABA por la imprevisión del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que hizo colapsar la página web correspondiente. Y resulta ofensivo que esos ciudadanos con enfermedades de alto riesgo no puedan vacunarse y sí lo haga un amigo del ministro.

La revelación de Verbitsky de que había sido vacunado por amiguismo golpeó al gobierno con el que supuestamente simpatizaba y provocó el alejamiento del ministro que según sus propias palabras, era amigo suyo desde antes de la gestión. El senador Jorge Taiana y el diputado Eduardo Valdes fueron bajados de la comitiva que iba a acompañar al presidente en su viaje a México. Los dos habían explicado que se habían vacunado por el viaje que debían realizar a un país muy golpeado por la epidemia.

El escándalo de la vacunación VIP se produjo cuando la gestión del gobierno había logrado metas importantes con relación a la epidemia y las vacunas. Y había sacado mucha ventaja sobre una oposición que no encontraba un argumento que golpeara con tanta fuerza como este escándalo generado desde dentro del oficialismo.

El gobernador bonaerense Axel Kiciloff lleva vacunadas 237 mil personas y en cuatro días espera vacunar a 125 mil más. En cambio, por especular con los programas de vacunación, Horacio Rodríguez Larreta postergó en CABA la convocatoria y todo el proceso de inscripción se convirtió ahora en un incordio para miles de personas que trataban de inscribirse todas al mismo tiempo y encontraban los sitios desbordados hasta que provocaron la caída de la página correspondiente.

En ese contexto circuló la declaración de Verbitsky y provocó el despido de Ginés. Es un mundo extraño, en el que la política sigue su marcha en el contexto de una pandemia que se ha cobrado millones de vidas y llegó a congelar la economía planetaria. Un mundo donde los chicos que empezaron la escuela aceptaron los barbijos con naturalidad porque es lo que han visto en sus padres a lo largo de todo el año.

Uno de los aciertos de la política sanitaria fue la opción de las vacunas, un área que está a cargo de la viceministra Carla Vizzotti, especialista en ese tema y reemplazante de Ginés.

Hubo una campaña de la oposición por los atrasos de provisión de la Sputnik V, en la que el gobierno hizo la apuesta principal por su efectividad, precio y facilidades de logística. Pero la fábrica de la vacuna en la India tuvo problemas y retrasó unos días los envíos que había comprometido. Sin embargo el país es uno de los que está mejor colocado en la región. Incluso ha ofrecido ayuda a los gobiernos de Bolivia y Uruguay.

Chile, que tuvo un mal comienzo por las limitaciones de su sistema de salud, comenzó con un pequeño envío de Pfizer, que también tuvo problemas para abastecer a países de la Unión Europea. Pero adquirió las vacunas chinas, que por ser las últimas en entrar al mercado eran las menos comprometidas.

Resulta simpático que el gobierno derechista chileno se haya puesto a la cabeza en las campañas de vacunación gracias a las vacunas de China comunista. Y aquí, la derecha macrista se cansó de decir que la Sputnik V había sido una elección ideológica. Hasta el ministro de Salud de la ciudad, Fernán Quirós, había expresado con suspicacia que quería “esperar a tener más información de la vacuna rusa”.

Es más simpático todavía porque el gobierno derechista de Chile inició la vacunación masiva, que ya lleva muy adelantada, con una vacuna china cuando todavía no se habían difundido los resultados de fase tres en una publicación científica con referato, como The Lancet.

Aquí fue más ordenado porque el gobierno tenía los resultados de antemano y había mandado una delegación de técnicos a intercambiar información con los rusos. Cuando la Sputnik llegó, esos resultados fueron publicados en The Lancet y medio planeta se lanzó a tratar de conseguir la vacuna rusa por los resultados que había confirmado la publicación científica.

El inicio del año escolar presencial en este cuadro constituye el hecho más visible del cambio de estrategias ante la epidemia en todo el mundo. Los países, su cultura y su economía pueden congelarse por unas semanas o unos meses, pero la epidemia ya lleva más de un año. Existe consenso en todo el mundo que las sociedades deberán  aprender a convivir con el virus.

Quiere decir que se reabren actividades, pero con protocolos sanitarios más o menos estrictos, según los casos. Los epidemiólogos sostienen que varias de las medidas incluidas en estos protocolos, como los barbijos y el distanciamiento deberán mantenerse incluso después de que la mayoría de la población haya sido vacunada.

Al revés que en Chile, en Argentina, la tendencia de la oposición de derecha ha sido ideologizar las vacunas sobre la base de prejuicios instalados contra todo lo que no sea norteamericano o europeo.

En CABA, Rodríguez Larreta no quiso preparar un programa de vacunación en forma anticipada. La postergación se basó en suspicacias que intentaban cuestionar al gobierno nacional, primero por la nacionalidad y efectividad de las vacunas y después por el cumplimiento de las entregas.

Es probable que haya conseguido algo en ese sentido con sus seguidores más fanáticos. Pero lo que han conseguido al atrasar el programa de vacunación ha sido el escándalo de ayer cuando miles de personas que querían inscribir a sus familiares mayores de 80 años no pudieron hacerlo porque colapsó la página a poco de haber sido abierta.

En la provincia de Buenos Aires, Kicillof abrió las listas en enero y pocos días después tenía más de un millón de inscriptos. Rápidamente llegaron a los domicilios los mensajes con los turnos de vacunación que empezaron a cumplirse. Todo tendría que haber sido más complicado en la provincia, porque tiene más habitantes y ciudades y pueblos separados por grandes distancias. Sin embargo en CABA, por querer diferenciarse del oficialismo, Rodríguez Larreta complicó todo.

En este país que no se cansa de producir sorpresas, la epidemia ha dejado algunas moralejas bien claras. Aunque las estrategias sobre las que se basa la lucha contra la epidemia tienen una base ideológica, las vacunas no tienen ideología, sirven o no sirven.

Y en ese sentido fue un acierto del gobierno nacional haber diseñado la provisión de vacunas tomando en cuenta sus beneficios en salud, precio y logística. La otra consecuencia que se deduce de este escándalo de vacunación VIP, que tanto daño le ha costado al gobierno, es que el poder político es una responsabilidad y no un privilegio. Sin favoritismos ni acomodos.