Habrá que esperar un tiempo más para saber si Claudio “Chiqui” Tapia tiene vuelo propio o es una marioneta de otros. El presidente de la AFA comenzó su gestión con el despido de Edgardo Bauza de la Selección en un montaje impresentable, el asesinato de Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano de Córdoba y la renuncia de un peso pesado como Marcelo Tinelli. Demasiada adrenalina para apenas tres semanas en el cargo. También viajó solo a Barcelona, convenció a Messi de que se presente en la FIFA para que le bajen la sanción y esquivó con cierta cintura a un enjambre de periodistas españoles que le preguntaban por la descontada contratación de Jorge Sampaoli. Le quedan casi cuatro años de mandato y un largo camino por recorrer. Debería dar señales nítidas de lo que pretende. Además de ir paso a paso y mirando hacia los cuatro costados, por si acaso. 

En la AFA ya circulan comentarios sobre quién tiene el verdadero poder en el fútbol. Si el dirigente que se hizo de abajo o el que hasta ahora vino manejando todo desde arriba: Daniel Angelici. Si se computa que el presidente de Boca no quería que continuara el técnico saliente de la Selección y Tapia dudaba o le buscaba una salida más decorosa, aquel ganó la pulseada. Igual, el sanjuanino no está solo. Su suegro Hugo Moyano le garantiza gobernabilidad, más por su rol de sindicalista pesado que por ser el máximo directivo de un grande como Independiente. En este contexto Marcelo Tinelli quedó desdibujado, renunció a la AFA y San Lorenzo –adujo problemas de salud– y su gente tiene una representación simbólica en el Comité Ejecutivo. El conductor de TV era un contrapeso para el trío Tapia-Angelici-Moyano. Ahora ya no tendrán esa oposición de envergadura.

La asociación que descomprimió su situación interna gracias a una millonada prometida por sus derechos televisivos, sufre viejos y nuevos problemas. Entre los primeros están los 630 juicios que heredó la gestión de Tapia, básicamente por demandas laborales de los árbitros e hinchas que le reclaman en la Justicia Civil amparados en el seguro del espectador. 

La respuesta a esa tarea de tiempo completo será asumida por el abogado Andrés Patón Urich, ex arquero de Colegiales, Argentino de Merlo y Excursionistas y además ex vicepresidente de Platense. Cuando terminó la carrera universitaria, se dedicó a patrocinar a clubes del Ascenso en demandas por derechos de formación y ahí se relacionó con muchos dirigentes, incluido Tapia. Ahora es el asesor legal de la AFA.

Entre los segundos, la constitución de la Superliga, esa especie de poder paralelo controlada por los clubes grandes. Las deudas millonarias en diversos rubros que debe afrontar la tesorería, ahora manejada por el presidente de Huracán y empresario automotriz, Alejandro Nadur. El contrato no del todo resuelto en su letra fina por los derechos de TV. La reorganización de los torneos, insostenibles en lo económico –la B Nacional es el mejor ejemplo– e insufribles en lo deportivo. Las discusiones que se vienen por el reparto de la torta televisiva. Y sobre todo, el delicado equilibrio de poder entre la alianza que componen los dos bloques que llevaron a Tapia a la presidencia, el fútbol del interior y el de ascenso, son los temas principales de su agenda.

Los dos últimos no parecen un problema ahora, pero pueden serlo muy pronto. La distribución del millonario contrato que pagará la entente Fox-Turner durante los próximos años, tiene establecida a priori que los clubes de Primera A se quedarán con el 78 por ciento de los ingresos, la B Nacional el 12, la Primera B Metropolitana el 5 y el 5 restante la C, la D, el Federal A y la propia AFA. En el Ascenso no están dispuestos a resignar un solo punto de lo que les corresponde hasta hoy, aunque la TV aporte más recursos a partir de agosto. Tampoco parece posible que los clubes del interior sigan aceptando mansitos una participación menor en las ganancias cuando son muchos más que los del área metropolitana de Buenos Aires. 

Tapia está obligado a mantener el equilibrio entre los dos sectores que le permitieron ocupar el viejo sillón de Julio Grondona, el hombre del que siempre dijo “soy lo que soy gracias a él”. Un testeo del humor que domina el ambiente de la AFA permite sacar algunas conclusiones provisorias. 

Entre ciertos dirigentes que respaldaron al flamante presidente durante la campaña electoral, hay malestar. Quienes se quejan dicen que no recibieron suficiente recompensa por el apoyo. Es más, perciben que se premió a los dirigentes que habían apostado sus fichas a la lista de Marcelo Tinelli que nunca se presentó. Son Daniel Degano de Los Andes por la B Nacional, Javier Pipo Marín por la B Metro y Adrián Zaffaroni por la Primera C, el primero protesorero y los dos últimos vocales titulares en la nueva conducción de la AFA. Los cargos suplentes sí quedaron en manos de los que apuntalaron a Tapia.

Un dirigente del Ascenso que no ve con ojos críticos este presunto sistema de premios y castigos le confió a PáginaI12: “Debemos esperar a que pase un poco más de tiempo y después opinar. No puede ser que se diga: si Tapia no me puso a mí en un cargo está todo mal”. Lo que está mal es que la AFA haya aumentado el precio de las entradas populares. Por tercera vez en quince meses, las subió hasta un 108,3 por ciento. Primero fue la gestión de Luis Segura, después la comisión regularizadora de Armando Pérez y ahora una de las primeras medidas del gobierno de Tapia. La inflación acumulada en el mismo período (enero de 2016 a marzo del 2017) orilla el 50 por ciento. 

También está muy mal que la AFA siga con su política sinuosa de enfrentar la violencia que se adueñó de las canchas hace décadas. Se pasa la pelota con el gobierno de turno y la policía. No hay voluntad para resolver el problema. En ningún lado.

Angelici es el vicepresidente 1°, a quien se atribuye ser el padre de la criatura: una AFA donde habrá gobernabilidad, siempre y cuando la maneje él. Sacó de la cancha a Tinelli en el partido principal –las elecciones presidenciales del oprobioso 38 a 38– y ahora su adversario político es un ex dirigente. Controla la IGJ a piacere como quedó comprobado en fallos que condicionaron el manejo de la asociación. Pero por sobre todas las cosas, es un hombre del Gobierno con gran capacidad de fuego. No debería olvidarse que hace un año impuso el miedo entre sus pares y no un miedo cualquiera: el de ir presos. Tapia puede ser su aliado o rehén. Depende de lo que elija, se verá quién controla a ese gran elefante blanco llamado AFA. 

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