El integrante de Montoneros Edgar Tulio Valenzuela, alias Tucho, es secuestrado por un grupo de tareas junto a su mujer, Raquel Negro, alias María, y ambos son trasladados por los represores a la Quinta de Funes, un centro clandestino de detención en las afueras de Rosario. Durante el verano de 1978, los militares planean cómo esconder ante el mundo las atrocidades que están cometiendo en la Argentina, ya que ese mismo año se va a realizar el Mundial de Fútbol. El general Leopoldo Fortunato Galtieri se pone al mando de la Operación México, que consiste en infiltrar a Tucho Valenzuela en la reunión que realizará Montoneros en tierra mexicana y atentar contra el líder máximo de la organización, Mario Firmenich. Como garantía de que Valenzuela no se fugue, el Ejército retiene como rehenes a su mujer e hijo. Tucho se ve frente a una disyuntiva: si cumple con la misión traicionará los ideales a los que dedicó su vida y, si la rechaza, matarán a María, embarazada de mellizos, y a su hijo de 2 años, al que también tienen secuestrado. María y Tucho hacen un pacto. Esta historia, que existió, quedó plasmada en la novela de Rafael Bielsa, Tucho, la Operación México, o lo irrevocable de la pasión. Cuando el cineasta Leonardo Bechini la leyó, quedó impactado y decidió dirigir la película Operación México. Un pacto de amor, y para ello convocó para los protagónicos a Luciano Cáceres y Ximena Fassi. El film se estrenará mañana en la cartelera porteña. Y la fecha coincide nada menos que con el Día de la Militancia.
“Cuando leí la novela, descubrí en esa gran tragedia una gran historia de amor”, comenta Bechini en diálogo con PáginaI12. El realizador decidió contar esa etapa de la dictadura y de la militancia montonera “desde el lugar del amor”, asegura. Luego escribió el guión. “Estuve trabajando cinco meses, primero investigando absolutamente todo lo que había sobre Tucho. Entrevisté a gente que en aquella época tuvo contacto con él y con María”, agrega el director. El propio Bechini define su película como “un thriller político con una gran historia de amor que lo une. Comienza con el amor y termina con el amor. Y en el medio hay una gran intriga, una historia de espías y de contraespionaje, de dolor, de traiciones, de muerte. Es una película épica donde el amor prima sobre toda la historia”.
–¿Qué elementos del libro tuvo en cuenta para el largometraje?
–Es una versión libre sobre la novela de Rafael Bielsa, en la que todo el tiempo sobrevuela la pasión sobre lo perdido, la traición, el amor, la militancia. Traté de captar esa esencia. A partir del espíritu de la novela, les imprimí a los personajes esa épica que le quiso dar Bielsa al texto.
–¿Cómo fue el trabajo de reconstrucción de los hechos?
–Nos planteamos tratar de respetar absolutamente todos los momentos históricos y reales. No busqué salirme de la realidad, pero sí tomé una licencia cinematográfica: alteré los tiempos reales y los transformé en tiempos paralelos del relato, con todo lo que le sucedía a Tucho en México, en La Habana, y lo que le sucedía a María en Rosario, en la Quinta de Funes, cuando iba a parir a los mellizos. Hice una alteración de tiempo pero siempre respetando casi cronológicamente lo que les sucedió en realidad a los personajes.
–Cuando leyó la novela, ¿le pareció cinematográfica de por sí?
–Es una novela que tiene una profunda raíz poética, donde la metáfora relata y describe. En la adaptación busqué que las imágenes reemplacen a la metáfora, y traté de hacer un relato más crudo y menos poético.
–¿Cuál cree que es el mayor aporte de esta película al cine que indaga los horrores de la dictadura?
–Fundamentalmente, el conocer el corazón de la militancia. Por otro lado, conocer el horror de la dictadura y el horror del poder. La película divide lo que es la militancia de lo que es la cúpula. Creo que es la primera película donde vamos a ver un juicio de guerra montonero. Es también la primera que hace una profunda autocrítica sobre lo que fue la dirigencia y la militancia. De ninguna manera el film avala la teoría de los dos demonios. Al contrario: está absolutamente relatada la ferocidad de los militares, la ferocidad de la apropiación de chicos, de propiedades, el genocidio. Pero sí muestra que dentro del movimiento Montoneros había una gran diferencia entre el amor de la militancia y el cinismo de la cúpula.
–¿Cree que fue injusto lo que sucedió con Tucho al interior de la organización?
–Absolutamente injusto. Incluso, creo que la historia de Tucho se trató de tapar todo el tiempo, pero que a partir de él comenzó el divorcio entre la militancia y la dirigencia montonera. Decepcionó.
–¿Cree que el nudo de la historia de la película es la disyuntiva a la que Tucho se ve enfrentado?
–La disyuntiva de Tucho era traicionar sus valores o salvar lo individual. Elegir entre lo individual y lo colectivo. De alguna manera, es la disyuntiva permanente que nos propone la Argentina como dinámica de sociedad y de política. ¿Me salvo individualmente o me salvo colectivamente? Esta película es un homenaje a las mujeres militantes porque lo que hace Operación México. Un pacto de amor es resaltar el valor de la mujer como leona, como pertenencia de su cría, de su raza, de su descendencia. Ella quiere salvar a su descendencia, más allá de cualquier ideología.
–Lo que le pasa al personaje es que tiene que tomar decisiones extremas donde debe intervenir la ética de la persona, ¿no?
–Sí, porque la disyuntiva es: “Si traicionas a la conducción no me ves más”, le dice Raquel, alias María. Y él le dice: “Si no los traiciono, tampoco te veo más”. Ella le propone: “Elijamos, entonces, la forma de morir”. La tragedia es ésa, elegir de qué manera morir: ¿de rodillas o de pie?
–¿De qué manera cree que la película puede ayudar a todo lo que es la reconstrucción de la memoria histórica sobre el tema?
–La película hace un gran alegato en relación a que estamos buscando al mellizo que todavía no recuperó su identidad. La misma va a terminar, va a cerrar su círculo el día que ese mellizo pueda recuperar su identidad o que cualquiera de los tantos nietos que todavía falta recuperar, recuperen su identidad. El film propone y provoca una gran conmoción emocional. Cuando hay una emoción controvertida, uno empieza a indagar en sí mismo: “¿Qué fui? ¿Qué soy? ¿Qué haría?”. Si disparamos este interrogatorio en cada uno de los espectadores, quizá nuestro nieto pueda descubrir su identidad.
–¿Es una película con autocrítica?
–Absolutamente. Es una película dura porque tiene autocrítica. También es dura porque cada vez que uno en el cine, en la televisión o en el teatro aborda un dilema ético, conmociona al otro. Entonces, lo que propone Operación México... es un tobogán de sensaciones. No vas a ver la película, vas a vivirla.
–El film se estrena en un momento en el cual el tema de la militancia está siendo muy bastardeado. ¿Lo ve así?
–Sí. Quería estrenarla el 24 de marzo porque me parecía la fecha más clave y simbólica, pero los distribuidores comentaron que se reestrenaba La historia oficial y me fueron postergando los estrenos. Cuando apareció la posibilidad del estreno para el 17 de noviembre, dije: “Dios debe saber por qué lo hace”. Es el Día de la Militancia, y Tucho y María son un canto a la militancia. Digo: “Hagamos honor a la militancia”. Cada uno desde nuestro lugar es militante. Y digo: “No te quedes en casa. No consumas lo que te venden. Elegí”. Y quiero que cada uno de nosotros podemos elegir Operación México. Un pacto de amor.
Leonardo Bechini habla de su película Operación México. Un pacto de amor
Para conocer el corazón de la militancia
La historia de Edgar Tulio Valenzuela, alias Tucho, y su mujer, Raquel Negro, alias María, fue abordada en una novela por Rafael Bielsa, en la que el cineasta se basó para su versión libre. “Es un thriller político con una gran historia de amor que lo une”, explica.

Este artículo fue publicado originalmente el día 16 de noviembre de 2016