La Cámara de Casación naufraga de escándalo en escándalo. Los mensajes machistas que les dedicó el camarista Juan Carlos Gemignani a sus colegas con ocasión de un conversatorio sobre el día de la mujer trabajadora abrieron un nuevo frente de batalla entre los jueces que están encerrados en su propio laberinto. Esas tensiones son las que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner puso en evidencia en un tuit en el que recordó el historial de hechos de violencia de género que tiene Gemignani. “¿Hasta cuándo? ¿O estarán esperando que le pegue a alguna?”, se preguntó.

El martes llegó a manos del presidente de la Cámara Federal de Casación, Gustavo Hornos, un pedido de dos de las tres juezas del máximo tribunal penal -- Ángela Ledesma y Ana Figueroa -- para que certifique los mensajes que mandó el día anterior Gemignani al grupo de WhatsApp que comparten los trece casadores y que se llama “Acuerdo Virtual”. Si bien Hornos hizo saber a algunos de sus colegas que le iba a pedir al secretario general de la Cámara que lo hiciera, por el momento no se materializó.

En Casación, casi ninguno de los jueces atinan a entender qué mensaje buscó mandar Gemignani al momento de escribir en el chat, pero si hay algo en lo que hay acuerdo es que fue un registro misógino y decididamente provocador. “Feliz Día para Todas! Especialmente para las delincuentes!!! Sólo se avanzará en la igualdad cuando se reconozca derechos a las delincuentes y sean penadas. Mientras tanto, seguiremos poniéndolas en evidencia hasta que la igualdad no sea relato”, escribió Gemignani.

El episodio continuó también en el chat con un descargo de Gemignani, diciendo que se trataba de un chat privado, que los mensajes no podían trascender y que no le habían entendido su peculiar saludo por culpa de la filosofía occidental. Nadie le respondió.

“No puedo salir de mi estupor”, escribió CFK en su Twitter al compartir una nota del diario La Nación, que daba cuenta del nuevo escándalo en la Casación. “Un juez de Casación, que hace poco encerró a una secretaria en un despacho, ahora se dirige de esta manera a sus colegas mujeres en el Día Internacional de la Mujer. ¿Hasta cuándo? ¿O estarán esperando que le pegue a alguna?”, agregó la vicepresidenta, quien la semana pasada se despachó con críticas varias ante los integrantes de la Sala I de la Casación en la audiencia que ella pidió que fuera pública para defenderse en el marco de la causa por el dólar futuro. En ese momento, CFK les preguntó a Daniel Petrone, Diego Barroetaveña y Ana Figueroa qué pensaban hacer frente al escándalo de las visitas de Hornos a Mauricio Macri en la Casa Rosada.


Todo parece girar ahora en torno a Hornos porque es él quien tiene que autorizar la certificación. El segundo paso es saber si la certificación de esos mensajes será usada para presentar una denuncia ante el Consejo de la Magistratura o qué otra acción tomarán las juezas. Posiblemente la respuesta sea llevar el tema a un plenario, en el que participan los trece integrantes de la Casación. Pero allí también hay un problema: es el propio Hornos quien debe convocarlo. La Casación está encerrada en su propio laberinto.

Hay un pedido ya de llamar a una reunión general de los jueces que formularon hace casi dos semanas Ledesma y Alejandro Slokar. Los dos camaristas le habían reclamado a Hornos que convocara a un plenario para discutir si debía seguir al frente de la Casación después de que se conocieran sus visitas a la Casa de Gobierno para ver a Macri, con quien reconoció mantener una relación social de larga data y haber conversado sobre política judicial.

En este escenario, la suerte de Hornos parece estar atada a la de Gemignani, por lo que se ve como improbable la convocatoria a una reunión. Los jueces podrían autoconvocarse si juntaran siete voluntades, pero el número está lejos.

En estos momentos, todas las miradas están puestas en el Consejo de la Magistratura. Por el momento, no hubo presentación alguna contra Gemignani. A él ya lo habían sancionado con una quita del 35 por ciento de su sueldo por encerrar y ordenar detener a una secretaria del tribunal por negarse a obedecer una orden que él le había dado. También ocasionó otro momento escandaloso en Comodoro Py cuando echó a los gritos a su colega Liliana Catucci mientras la acusaba de actuar en connivencia con un policía. Es un antecedente importante que podrían tener en cuenta los consejeros si el tema llega a sus manos, especialmente en momentos en que el cuerpo acaba de votar la creación de un registro para seguir cómo actúan jueces y juezas en casos de violencia de género.

Las denuncias que sí están en el Consejo son las que se refieren a Hornos y a Eduardo Riggi. La de Hornos -- por sus visitas a Macri -- está en manos del presidente del cuerpo, Diego Molea, quien podría pedir medidas la semana próxima, destinadas más que nada a certificar si Hornos habló de su relación con Macri, como afirman todos sus colegas. A Riggi lo denunció el abogado Carlos Beraldi por impedir el avance de la investigación sobre las presiones al Grupo Indalo. Esa denuncia está en manos del juez Alberto Lugones.