Mauricio Macri celebró ayer el respiro que consiguió en Tribunales a partir de la decisión del juez federal Sebastián Casanello de declararse incompetente en la causa de los Panamá Papers y sus compañías offshore. “Desde el primer día dije que no había ningún delito”, afirmó el Presidente con la intención de instalar la idea de que ya quedó libre de culpa y cargo, a pesar de que el caso no está cerrado y que el fiscal Federico Delgado tiene la chance de apelar el fallo.

Casanello debía investigar a Macri por lavado de activos y omisión maliciosa de las empresas familiares radicadas en Bahamas y en Panamá, que aparecieron en la filtración de los Panamá Papers. Sin embargo, tras un año de dilaciones y falta de colaboración de la Justicia, de la Cancillería y de Brasil –donde había sospechas de movimientos millonarios de una de las firmas–, el juez se declaró incompetente y derivó la causa al fuero Penal Económico.

La decisión de Casanello, a quien a comienzos de marzo los camaristas Eduardo Farah y Martín Irurzun acusaron de conducir el expediente sin rumbo, diluye la investigación. La derivación del caso a la Cámara en lo Penal Económico pone el eje en la comisión de posibles infracciones fiscales y no en el lavado de activos.

Macri aprovechó para criticar a la Justicia y presentar la cuestión como si la Justicia hubiese determinado que no tiene ninguna responsabilidad en los hechos que se investigan. “En lo que hace al juez Casanello, yo desde el primer día dije que no había ningún delito en lo que se me endilgaba, que no tenía vínculos comerciales con esas sociedades, que no había sido accionista, que no había recibido ningún ingreso de esas sociedades (offshore), con lo cual no tenía que haberlas declarado, por lo que no hubo declaración maliciosa ni lavado de dinero. Me alegro que se haya terminado”, subrayó.

Con la declaración de incompetencia de Casanello, Macri se sacó un peso de encima, aunque puede no ser definitivo: Delgado aún está a tiempo para apelar.