Cuarenteñeros, eras y eres, fronteras pacá o pallá:

Nuestro expresidente -¡alabado sea el Altísimo, exista o no, por su actual condición!- cree que si Cristina escribió un libro y luego ganó las elecciones, si él escribe un libro luego va a ganar las elecciones.

Quizás esto se deba a que muchas de las cosas que él le atribuyó (y por las que acusó) a Cristina, él sí las hizo, pues supuso que era lo que correspondía a su rol de primer mandador.

Su exabrupto literario está viendo la luz (facturada por sus amigos) y, podemos decirlo, debe haber sido difícil encontrarle un título adecuado. ¿Cuánto habrán tardado sus asesores literarios en iluminar el texto con el preclaro título de Primer tiempo? Tal vez pensaron, en un primer momento, que si el libro de Cristina se tituló Sinceramente, el de Mauricio podría titularse Sinceramiento, recordando lo que hizo ni bien asumió: subirles la autoestima a precios, tarifas e impuestos llevándolos al infinito y más allá, cual Buzz Lightyear sudaca.

¿Cuál sería el costo del libro? Bueno, si bien no es muy accesible para mucha gente, un libro de 400 páginas, bien encuadernado, tapa dura, podría andar por los 1500 pesos. Para que fuera más popular, tal vez pensaron los asesores, podrían darle una buena cantidad de ejemplares a su exministro Aranguren, que los vendería a 7 mil pesos y diría: "Y…, es lo que valen". Y en los créditos se declararía: "Esta edición consta de 2 mil ejemplares en la Argentina y 18 mil en Panamá".

¿Habría un capítulo dedicado al medio ambiente? Subtítulos posibles: "En algunos lugares falta agua, en otros sobra", “Yo de esto no sé nada”, “Cómo dar aliento en un incendio” o “Ante una catástrofe natural, rezar no es lo mejor, es lo único”, como dijo o hubiera dicho el rabino-ministro ad hoc Bergman. Seguro que Mauricio habrá pensado en incluir un recuadro humanitario: “Salvemos a los buitres”, dedicado "a mi amigo Paul, a quien tanto le debo y tanto le pagué”.

Según se rumorea, había un extenso capítulo dedicado a su familia de origen, pero el editor sugirió quitarlo, temiendo que los lectores se asustasen de tamaña cantidad de insultos. Y, además, mejor evitar posibles acciones penales.

Hay quien dice que el autor le tenía terror a la página en blanco y que, de hecho, casi todo lo que escribió es en negro. Pero, al parecer, los asesores lo alentaban diciéndole: “Escribe, escribe, que algo quedará”.

También dicen que iba a haber un capítulo donde explicaba cómo, gracias a él, "la Argentina resurgió... pero pasaron cosas", y que el capítulo dedicado a su compañera de andanzas y correrías, la Suma Patrífice, comienza diciendo: “Pensar que, cuando la conocí, ella era peronista”.

Otros conceptos posiblemente escritos

* La feroz interna de su espacio político: “Dicen que algunos son halcones y otros son palomas, pero en el fondo son todos gorilas”.

* Su escolaridad: “Tuve la suerte de no caer en la escuela pública, y aún recuerdo a la maestra que me enseñó mis primeras letras; ¡lástima que no me enseñó el resto!”.

* Su vida amorosa: “Siempre me gustó mucho el dinero” y "Qué bueno sería que el país entero se enamorara de una misma mujer" (C. Lagarde).

* Un ingeniero no muy hábil con las matemáticas: “Me resultaba muy difícil aprobar esa materia, a diferencia de las otras, que me resultaban directamente imposibles". "En los últimos años tuve un inconveniente matemático: intenté llevar la pobreza a cero, y la llevé a 'infinito'". “Soy ingeniero, pero se me ocurre que podría haber ejercicio cualquier otra profesión con la misma pericia e idoneidad” (algunos expertos señalan que es posible que esta frase no haya sido escrita por el autor, dado que expresiones como "pericia” e “idoneidad” no se encontraban, tampoco, en su léxico habitual).

* Sus conocimientos: "Me hubiera encantado saber algo más de Historia, pero no pude hacerlo, porque no era negocio". Sin embargo, algunas veces mechaba ese desconocimiento en su discurso, como cuando dijo que “Rivadavia repatrió los restos de San Martín”, lo que hubiera sido un milagro, ya que Rivadavia había fallecido un par de años antes que San Martín.

* Mujeres: “Soy el feminista menos pensado”, como dijo alguna vez, coherente (en cuanto a "menos pensado") con la actitud con que unos años antes había pontificado que a “todas” las mujeres les gusta que les digan piropos, incluso groserías y que las toquen, y luego explicó los problemas económicos como el error de un marido que dejara la administración del hogar a la esposa, quien gastaría desenfrenadamente con la tarjeta.

ÚLTIMO MOMENTO: Ya en la presentación, el autor señaló, para deleite de cualquier psicoanalista: "Este es el libro que más me costó”.

¿Lo dijo para que pensásemos que escribió otros libros más? ¿Que leyó otros libros más? ¿O que, al menos, compró otros libros más?

¿Lo dijo como autocrítica?: “Me costó leerlo más aún que mis propios discursos, bastante ilegibles”.

¿O lo dijo porque le pagó a alguien para que lo escribiese mientras él lo supervisaba desde una gentil reposera? ¡Vaya uno a saber!

Insisto: es probable que ninguna de las frases formen parte del libro, que no hemos leído ni pensamos leer. Pero sí son coherentes con hechos de la vida del autor. No obstante, cualquier parecido con la realidad es pura meritocracia.

Etceterexit.

Impreso en el año MMLPQTP.

Sugerimos al lector acompañar esta columna con el video “Adivina adivinador”, de RS Positivo (Rudy-Sanz)