La poesía es una de las manifestaciones más peculiares de la humanidad: con mucho pasado entre sus hojas, no anquilosado sino vivo –desde José Hernández a Jacobo Regen, desde Teresa Leonardi a Olga Orozco- pero también con mucho presente – con los slam donde se leen versos por celular y otras propuestas. Así, para celebrar la potencia de las estrofas que se multiplican en el aire, se celebró ayer el Día Mundial de la Poesía.

La fecha fue adoptada por la UNESCO durante su 30ª Conferencia General en París en 1999. Desde entonces, se conmemora cada 21 de marzo, para reconocer e impulsar los movimientos poéticos nacionales, regionales e internacionales.

En este contexto, resuena, casi como frase instalada en el inconsciente colectivo, aquello de que Salta es “tierra de poetas y cantores”. Y aunque algunas frases que circulan en los paisajes de la cultura pueden ser un cliché, éste no es el caso. La provincia tiene una indudable tradición poética, tan extensa como diversa.

Uno de sus representantes más claros, entre los hombres y mujeres que habitan este siglo es, sin dudas, Santiago Sylvester. Con motivo de esta fecha Salta/12 dialogó  sobre su volumen de ensayos “Sobre la forma poética”, editado por EUDEBA, su destino en la palabra y su rol en la Academia Argentina de Letras, entre otras cuestiones. “Por suerte, la poesía sigue viva en Salta, y está en buenas manos”, destacó.

-Ayer se celebró a la poesía en todo el mundo ¿por qué o para qué es importante visibilizar en estos tiempos al lenguaje poético?

-La poesía nos acompaña desde siempre, y es una actividad de todos los días, para los que escriben y para los que no; por eso no me da muy buena espina que sea necesario institucionalizar su existencia. Está bien que se la recuerde, que se ayude a los poetas a difundir sus obras; pero a la vez pareciera, con esas celebraciones, que necesita un día obligatorio para que la caigan en cuenta. Me parece bien, pero no termina de gustarme.

-En el libro "La conversación" que reúne su poesía de 1974 a 2017, afirma que "se escribe para recuperar una felicidad perdida, y a la vez porque tenemos la certeza de que eso es imposible" ¿cómo convive con esa contradicción?

-Cuando dije eso en una entrevista, fue recordando el paraíso perdido de mi infancia, sabiendo que como dijo Proust los únicos paraísos que existen son los perdidos. De todas maneras, aclaro que no me gusta mucho la nostalgia, ni el “regreso doloroso” que sugiere su etimología, tampoco me identifico con la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Creo que el presente es lo más interesante que tenemos: en él caben recuerdos, problemas, soluciones, y sobre todo proyectos. Los proyectos son imprescindibles, no tanto para diseñar el futuro, sino para entusiasmar el presente. El presente es siempre lo más intenso que tenemos.

-Sabiendo eso ¿qué lo impulsa todavía a insistir con la poesía, por qué escribe?

-La poesía forma parte del destino de un poeta, aunque suene un poco ampuloso. Y una vez que uno acepta, o sabe, que su destino pasa por la poesía, todavía hay que hacer todo lo posible para que eso sea cierto. Es decir, formarse, leer bastante, estar atento. No sé qué será de la poesía que yo escribo, pero sí sé qué me dio la poesía a mí: un sentido, una forma de vivir, de conversar, de tener amigos, de viajar, de estar solo. Le estoy muy agradecido, cualquiera sea el tamaño de lo que yo escriba.

-Ha antologado a Juan Carlos Dávalos, Manuel Castilla y Néstor Groppa ¿cuáles fueron sus criterios a la hora de bucear sobre la obra de estos íconos del NOA, cuáles considera que han sido sus aportes a la región y a la literatura nacional, en un sentido amplio del término?

-Los tres nombrados, y algunos más, son poetas insoslayables, no sólo en la región, sino en el país. Dávalos trajo a la poesía argentina lo que se llamó literatura de la tierra, que abarcaba Latinoamérica. Castilla formó parte de los poetas que actualizaron la poesía de la región, con nuevos aportes, incluso formales, como fue el verso libre, además de dar un tono fuerte a la poesía de su época. Y Groppa es fundamental como testimonio de un cambio muy profundo en la región, con modificaciones de costumbres, de valores, de vida en general. La importancia de ellos no se limita al Norte; y a mí me interesa mucho la difusión de los poetas de la región, a los que quiero, respeto y leo.

-Ha recopilado también dos volúmenes sobre la poesía del NOA para el Fondo Nacional de las Artes, uno con foco en el siglo XX y otro dedicado los autores jóvenes. En este último destaca el factor común de la diversidad, del intento de renovación. En este sentido ¿cuáles son las voces salteñas que lo sorprenden hoy?

-Mi conocimiento de la actualidad es limitado: no vivo en Salta desde hace cuarenta años, aunque vengo siempre; precisamente estoy aquí en estos días. Me animo a nombrar a Darío Villalba, que ha ganado un premio importante en Chile, con un buen jurado; a Salvador Marinaro, que está becado en Shanghái; a Eduardo Robino, que tiene en barbecho un libro excelente; y también quisiera nombrar a Juan Carlos Moisés, que aunque patagónico, se instaló en Salta hace ya varios años, y es uno de los buenos de verdad, al margen de nacionalismos municipales. Por suerte, la poesía sigue viva en Salta, y está en buenas manos.

-En su libro más reciente "Sobre la forma poética" ofrece una serie amplia de ensayos que van de Homero a la globalización y las redes sociales. Allí retoma una frase de Harold Bloom "La poesía necesita pocos lectores" y asegura que por ser minoritaria, la poesía conserva una gran libertad ¿podría profundizar sobre este punto?

-Harold Bloom no dice “tiene” sino “necesita”, es decir, no menciona una fatalidad, ni la queja perpetua y aburrida del poeta. Entiendo que quiere decir que, aceptada su llegada minoritaria, la poesía mantiene por eso mismo una gran libertad: no cuenta con el mercado, como las heladeras o los automóviles. Si el mercado decidiera las búsquedas de la poesía y sus eventuales aciertos, si le decidiera forma y contenido, le quitaría esa intensidad de aventura, de riesgo, y la característica de certeza y a la vez de incerteza del arte en general. Es muy probable que un reclamo mayoritario pediría oír lo que ya ha oído, con lo que nos perderíamos la incursión por terrenos no recorridos, y ese crearse problemas que es propio de la poesía. Basta recordar el rechazo que causaron el endecasílabo o el verso libre en sus respectivos tiempos históricos, para saber que, atendiendo a la opinión mayoritaria, estaríamos diciendo siempre lo mismo y de la misma forma.

En este sentido, tiene poco interés la queja del poeta por sus pocos lectores: Góngora escribió sus Soledades en un país en el que sabía leer el 2% de la población. De ese 2%, ¿cuántos serían lectores de poesía? Ésta no es pregunta que se haya hecho Góngora, y es una suerte porque seguramente no se hubiera tomado el trabajo de escribir algo tan importante de tan poca visita pública.

-Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras y miembro correspondiente de la Real Academia Española. En esos roles, ¿analiza la vigencia de la poesía, de algunos salteñismos, del lenguaje poético en la sociedad o cuáles son sus ocupaciones en esas instituciones? ¿es el único salteño que la integra?

-Empiezo por el final. Actualmente soy el único salteño en la Academia, pero hubo salteños antes. En su fundación, hace noventa años, estuvieron Joaquín Castellanos, Juan Carlos Dávalos y Carlos Ibarguren. Después estuvo José Edmundo Clemente, un importante intelectual que está muy olvidado en Salta; yo alcancé a tratarlo cuando ya rondaba los noventa años. Además, están los miembros correspondientes, que fueron muchos, como Carlos Aparicio y Raúl Aráoz Anzoátegui.

Sobre la lengua de la región, Susana Martorell, que también fue miembro correspondiente hasta su muerte reciente, tiene un trabajo muy bueno en el que analiza los cambios en el lenguaje de Salta, la pérdida de palabras viejas y de quechuismos, que daban un color particular al habla local, y la incorporación de modismos y giros, sobre todo del Río de la Plata, como una consecuencia inevitable de los medios y sobre todo de la televisión.

En cuanto a la poesía del Norte, no sólo de Salta, he trabajado siempre bastante obsesivamente en eso, y sigo haciéndolo.