El intendente de la ciudad entrerriana de Crespo, Darío Schneider, de Juntos por el Cambio, asumió la responsabilidad por la multitudinaria fiesta de adultos mayores, que se realizó el pasado domingo y causó indignación en los profesionales de la salud por la violación de los protocolos sanitarios.

"Hubo cosas que no estuvieron bien y hay responsabilidad del municipio", admitió el dirigente radical en una conferencia de prensa, y reconoció que se podía haber evitado el evento en el que participaron alrededor de 500 adultos mayores. Sin embargo, justificó que en la localidad se registraron “muy pocos casos”.

En Crespo, ubicada a unos 40 kilómetros de la capital entrerriana y de unos 20.000 habitantes, hay 17 casos activos de coronavirus y desde el inicio de la pandemia se reportaron 1083 diagnósticos positivos.

En función de estas cifras, Schneider pidió "no juzgar todos los territorios de la Argentina de la misma forma", y llamó a "apostar a la responsabilidad individual y la libertad para llevar una vida lo más parecida a la anterior a la pandemia".

En Crespo "cada institución y ONG realiza eventos para subsistir y seguir creciendo; es nuestra idiosincrasia.Trabajar para progresar", se defendió el intendente.

Por otra parte, el Grupo Coreográfico Edelweiss, organizador del evento, consideró que la fiesta fue autorizada porque el grupo "estuvo inactivo prácticamente todo el año pasado" y aseguró que "todos los protocolos se cumplieron a rajatabla", pese a que las imágenes difundidas demuestran lo contrario.

"Acercándose la fecha, los días se presentaron húmedos, con noches un poco frías, y los pronósticos indicaban que no estaría agradable para hacerlo al aire libre, por lo que se volvió a evaluar y la Municipalidad nos habilitó hasta 500 personas dentro del salón", dijo la titulara del Grupo, Marisol Roth.

En diálogo con los medios locales, señaló que otras instituciones "habían podido llevar a cabo eventos" y esa "era la oportunidad" para su grupo, que "tiene trayectoria y prestigio como una gran familia".

Además, Roth remarcó que se trató "de un evento como tantos otros y con entrada paga, por lo que la gente podía comprarla o no y es una decisión personal si alguien quería asistir".

El evento que causó indignación entre los pobladores cobró notoriedad luego de la denuncia que hizo una enfermera asistir al lugar para atender a una persona que se había descompuesto. La llamaron por una emergencia y se encontró con la multitudinaria fiesta.

“Soy personal de salud y desde la fiesta solicitaron la ambulancia por una persona con dificultad respiratoria. Al llegar y encontrarme con esta multitud de personas, hacinadas bajo un techo sin ningún tipo de protección y/o cuidado, sentí que se burlan de los que tuvimos que poner el cuerpo en el período más crítico, donde vimos personas morir, ojos desencajados por un poquito de oxígeno, angustia por la incertidumbre de que no sabían qué pasaría con sus familiares “, relató Lorena Ferrari en Facebook.

La enfermera, que se desempeña en el Hospital San Francisco de Asís, se indignó al observar la flexibilidad de los protocolos y reflexionó: “Yo digo no hay que tener miedo, pero sí cuidados, hay que tener empatía por el prójimo, nadie piensa en nadie, a nadie le importa nada, solo su propia satisfacción”.

La empresa organizadora del evento aclaró que en la pista de baile “estaba permitido estar sin barbijo, porque genera hipoxia”. Y explicó que la persona que tuvo que recibir atención médica “no estaba descompensada sino acalorada porque por decisión personal no se quiso sacar el barbijo en la pista”.

Tras el descargo de Ferrari, se registraron numerosos comentarios en las redes sociales y en la página de Facebook del Municipio en repudio a la autorización de la fiesta, en los que se advirtió que asistieron no solo vecinos del lugar sino de otras zonas de Entre Ríos.