Los NFT (Non-Fungible Tokens), la novedad tecnofinanciera de moda, no son lo que parecía. Luego de la publicación de noticias casi inverosímiles como la compra de jugadas de la NBA o la venta de una pieza de arte digital en 69 millones de dólares, comenzaron a aparecer fallas del sistema capaces de acelerar la explosión de lo que, a todas luces, es una nueva burbuja especulativa sin demasiado sentido. Uno de ellos, nada menor, es la desaparición de los bienes comprados.

Links que desaparecen

Los NFT se registran en una cadena de bloques que utiliza un sistema criptográfico para protegerlos. Los registros, además, son almacenados por los miembros de la red para hacer más complicado aún que se fragüen transacciones. De esta manera se lleva adelante un control de pares y una inviolabilidad que garantiza, resumiendo, que ningún registro sea modificado sin producir un problema de coherencia matemática en la cadena.

Gracias a este sistema, quien compra una pieza de arte digital, por ejemplo, puede saber que el registro que la acredita no será modificado sin su consentimiento hasta que la venda. Sin embargo, este complejo y seguro sistema tiene un talón de Aquiles bastante evidente: como el bloque en el que se almacena la información es relativamente pequeño, no es posible almacenar allí el video, imagen o lo que sea que se está comprando y que requeriría mucho más espacio. 

Para resolver el problema se utilizan links dirigidos a la pieza digital que se compra. Como resultado, si bien el registro es inviolable, no se puede modificar, existen varias razones por las que el bien puede desaparecer del sitio al que direcciona el link en el bloque.

Esto es lo que viene ocurriendo por varias razones: una de ellas es simplemente que el sitio que contenía la obra se cayó y ya no existe más. En el mundo material es difícil que un terreno desaparezca, pero en el ciberespacio los sitios se caen, los proveedores de internet cierran, los dominios vencen,  haciendo que sea imposible acceder a la información que había en ellos.

Otro problema que viene ocurriendo es que el comprador abre su billetera virtual (una aplicación) que contiene todo lo que compró y ve que donde debería figurar la pieza aparece el fatídico mensaje "404 error" que todos conocen. De esa manera pasa a ser propietario de algo que no existe o que, al menos, no puede ver. Esto puede ocurrir por varias razones, una de ellas puede ser simplemente incompatibilidad entre el código de la billetera y el del sitio que efectivamente la almacena. En ese caso, al menos, si bien no puede verse, la pieza sigue "existiendo".

Otra razón para que las cosas desaparezcan de la billetera es la violación de copyright. De hecho, lo que está ocurriendo es que existen amigos de lo ajeno que toman imágenes, videos u otras piezas de manera masiva en internet y las ofrecen en los mercados de NFT sin pedir permiso ni pagar a los artistas que las crearon. Cuando estos se dan cuenta, hacen el reclamo, se los da de baja (en el mejor de los casos) y los NFT quedan registrando piezas que ya no están en los links a los que apuntan.

Ingresos

Anil Dash, uno de los creadores de la idea de utilizar los NFT, escribió un interesante artículo llamado "No se suponía que los NFTs terminaran así". Allí cuenta cómo, junto a su socio, pensaron en que los NFT ayudarían a generar ingresos a los artistas. La idea fue desarrollada en poco tiempo y para resolver la dificultad técnica de almacenar la obra en la cadena de bloques, simplificaron las cosas utilizando en su lugar links que apuntaban a los sitios que alojan las piezas compradas. 

En 2014, Dash y su socio comenzaron a presentar su loca idea en varios encuentros con artistas que reían sobre la posibilidad de crear un mercado de bienes digitales que les permitiera monetizar sus obras. El interés creció y fueron invitados a encuentros más importantes a los que asistían inversores que, según cuenta, ya no reían si no que olfateaban una nueva burbuja especulativa con la que deslumbrar por un tiempo a potenciales compradores y hacer dinero rápido.

Según Dash, el cryptoarte es la forma que encontraron quienes acumularon criptomonedas para hacer algo con ellas: "Entonces el hobby, exclusivo para ricos y del que puede participar con sus cryptofortunas, es comprar arte". 

Burbujas sobredimensionadas que alimentan burbujas subsidiarias y que siguen sin crear riqueza. Esto no significa, como aclaran muchos, que la tecnología de la cadena de bloques no tenga utilidades valiosas, sino que cuando el capital financiero mete la cola su mejor potencial probablemente queda en el camino.