Panick attack, tercer trabajo conjunto del dramaturgo Alejandro Turner y la directora Gabriela Bianco, dispara interrogantes sobre los trastornos de personalidad, los miedos y los modos de sobrellevarlos. Gira alrededor de un triángulo amoroso y de “la imposibilidad de ser uno y uno mismo” y sus consecuencias. “La obra no da ningún mensaje esclarecedor. La idea es transitar preguntas y su relación con el hombre contemporáneo. Propone una dimensión un poco perdida. La de lo sagrado, el territorio de lo misterioso. Está en juego la pregunta de lo que somos y lo que hacemos”, sintetiza Bianco. Panick attack se presenta los domingos a las 20.30 en El Método Kairós (El Salvador 4530).

Turner es también guionista. Trabajó para Psiconautas y Cuatro Cabezas. Bianco es directora, actriz, pedagoga y autora. Desde 2012 realiza prácticas y estudios en filosofía, psicología profunda y meditación en la Fundación Vocación Humana, donde coordina el área de artes escénicas. Junto a algunos de los actores de Panick attack, Turner y Bianco conforman la Compañía Saludables, que ya presentó Villarica, en el Camarín de las Musas (2008) y La ausencia de todas las cosas, en El Cubo (2011). Su último trabajo se estrenó el año pasado, con una interrupción en las funciones por la caída de una pared de un edificio lindero sobre el techo.

“Es una obra que anecdóticamente tiene que ver con dos temas: la doble personalidad y los ataques de pánico. ‘Anecdóticamente’ porque todo ocurre en tono de comedia”, define Bianco en la charla con PáginaI12. Una mujer que experimenta síntomas delataque de pánico se siente atraída por su analista y por un vendedor de métodos de autoayuda. En realidad son la misma persona, porque al terapeuta lo afecta un trastorno de doble personalidad. En la historia también hay un psiquiatra y un personaje mudo, “que por momentos interviene con lenguaje de señas y que juega roles que tienen que ver con la posibilidad de sanar a través del encuentro”, explica la directora. Actúan Laura Ledesma, Mario Petrosini, Mariano Miquelarena y Ana Julia Franco. La puesta es “minimalista” y fue pensada por Gastón Joubert.

La directora profundiza en los sufrimientos de la mujer y el analista. “El atraviesa una fragmentación, la imposibilidad de aceptar alguna parte sí mismo. Sugiere que tenemos un aspecto que siempre está en la oscuridad, en la sombra. Lo que no puedo asimilar en mi conciencia, lo que no puede tener luz, va al tacho, al fondo. Ese fondo se expresa en la asunción de otra personalidad, bastante opuesta, en todo sentido. En el caso de ella aparecen los miedos como imposibilidad. Cuenta situaciones en alguna medida hilarantes, que dejan al descubierto lo que produce el miedo. Estamos en una sociedad del miedo. Y esto en la obra toma la forma de un ataque de pánico. Hay un montón de gente con ese diagnóstico”, analiza Bianco.

Pese a que el espectáculo no aporta respuestas, en él resuenan los postulados de Carl Jung y se hace evidente un cuestionamiento a la psiquiatría. “Hay una crítica bastante mordaz al paradigma científico de la psiquiatría y su farmacología, al manejo del otro a través de una medicación, sin mirar su síntoma como una posibilidad. Hay situaciones límite en las que uno necesita sí o sí de la ayuda de fármacos. No se trata de negar el sufrimiento, sino de la luz que se puede echar sobre eso. El sufrimiento puede abrir y redimensionar la propia vida”, reflexiona Bianco. Y concluye: “A través del humor, la obra ofrece una mirada sobre el control de las personas y se pregunta por la existencia”.