Tantas almas         7 puntos

Colombia/Brasil/Bélgica/Francia, 2019

Dirección y guion: Nicolás Rincón Gille.

Duración: 137 minutos.

Intérpretes: José Arley de Jesús Carvallido Lobo, Maria Amanda Vargas Barbosa, Carlos Enrique Avila Argota.

Estreno en Mubi.

“Acá está prohibido sacar los cuerpos del río”. La admonición es transparente, concreta, la fuerza de las posibles represalias pronunciada en cada sílaba. Son dos jóvenes con miedo en la mirada los que advierten a José, un anciano cuyos dos hijos acaban de desaparecer. La búsqueda río abajo y río arriba no será fácil y los peligros naturales y humanos –sobre todo los últimos– a los cuales deberá enfrentarse el protagonista de Tantas almas (que se presenta en la plataforma Mubi con su título internacional en inglés: Valley of Souls) llevan la señal de la convulsión social. Opera prima en el terreno de la ficción del documentalista colombiano Nicolás Rincón Gille (Noche herida, En lo escondido), la película también lleva en su ADN los rastros de lo real, lo histórico. Las voces que José escucha en medio de la oscuridad, luego de un día de ardua pesca, pertenecen a un puñado de hombres, miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar de extrema derecha responsable de decenas de miles de asesinatos cometidos entre 1997 y 2006. Rincón Guille ubica la acción de manera precisa, en julio de 2002, en pleno apogeo de su accionar terrorista.

El fuera de campo en esa primera secuencia le cede rápidamente el lugar a la primera persona: José deja a su única hija a cargo del pequeño rancho familiar y sale en busca de los cuerpos de los hijos varones. La probabilidad de hallarlos con vida es casi inexistente y a poco de recorrer un tramo del río con una precaria canoa la aparición de una remera de diseño inconfundible confirma las sospechas. Hay algo (bastante) de western minimalista en la primera mitad de Tantas almas, con los paisajes acuáticos y selváticos reemplazando los más tradicionales ámbitos desérticos o montañosos, la pantalla bien ancha encuadrando al protagonista casi siempre en generosos planos generales. “Usted no nos ha visto a nosotros y nosotros no lo vimos a usted”. Los muchachos temerosos resultan ser las primeras personas que José se cruza en la aventura. Como otros por venir, muy poco dispuestos a la ayuda.

En un plano-secuencia extenso y terrible, el anciano es obligado por dos jóvenes miembros de las A.U.C. a quitarles las pertenencias a varios cadáveres, antes de empujarlos río arriba y a una tumba incierta. La depredación le sigue a la violencia homicida, consecuencia una de la otra y ambas del desprecio por la vida ajena. Como si se tratara de un Coronel Kurtz de baja estofa, el líder de un grupo maneja a sus hombres bajo la luz de un televisor que transmite el Tour de Francia en medio de la jungla, obligando a José a atiborrarse de comida, sádica tortura. Un momento casi surrealista que anticipa un quiebre: días después de las desapariciones, el viejo pescador intentará hallar el cuerpo de su segundo hijo en un pueblo conmovido por la inminencia de las elecciones municipales. No habrá en esas calles un duelo final, en el sentido de enfrentamiento. Sí, tal vez, la posibilidad del comienzo de otro tipo de duelo.

El universo que describe Tantas almas está en descomposición, como esos cuerpos que flotan en el río y se atascan en la orilla; maniquíes sin nombre ni historia con las huellas de la violencia escarbadas en la carne. Evitando por completo la música incidental, con actores no profesionales en todos los roles y un tono tenso a pesar de lo pausado del ritmo –confiando en que la sucesión de incidentes termine de darle forma y sentido a la historia–, el film de Nicolás Rincón Gille se propone como un réquiem dedicado a todas las víctimas de la violencia política en Colombia, con un protagonista empujado a una búsqueda desesperada que, por momentos, se parece demasiado a la locura. Como afirma el título en inglés, un valle de almas dolientes. Las de los muertos y también las de los vivos.