La Patagonia cuenta con una infraestructura aeroportuaria con “interesante potencial”, pero “en desuso o con un uso reducido”. Esta conclusión se desprende de una investigación realizada por el Observatorio de Transporte Aéreo y Turismo de la Universidad Provincial de Ezeiza (UPE), con el objetivo de analizar la conectividad aérea de la región y brindar datos que permitan avanzar en un trabajo conjunto entre los gobiernos provinciales, las aerolíneas y el sector hotelero.

El relevamiento se concretó a partir de la firma de un convenio entre la UPE y el Ente Patagonia Argentina, organismo oficial de turismo que agrupa a las provincias de ese territorio, y estuvo a cargo de Eduardo Cimolai, docente y director del Observatorio, tres alumnos y dos coordinadoras, quienes recopilaron informes pertenecientes al período 2015-2019 sobre la oferta (cantidad y composición) y demanda de vuelos desde los principales aeropuertos de la región en ese lapso.

Este análisis, entregado hace un mes a todos los ministros de Turismo de las provincias que componen el área patagónica, permitió dar cuenta de la escasa conectividad aérea de la región a nivel nacional, internacional y, principalmente, intrarregional. “Se detecta una infraestructura aeroportuaria con interesante potencial en desuso o con un uso reducido”, subraya el informe.

Entre los aspectos destacados del relevamiento, Cimolai detalló: “A mayor cantidad de vuelos, más cantidad de plazas hoteleras se abren, por lo tanto para lograr que acudan más turistas se necesita potenciar el transporte aéreo. Asimismo, hay otras variables que aún quedan por analizar como lo es el tema de las tarifas, ya que existen diferencias notables entre algunos destinos que está relacionado justamente a la falta de vuelos”.

En declaraciones al Suplemento Universidad, el investigador y docente puso como ejemplo a Esquel, que “es mucho más caro que Bariloche, aunque la distancia entre ambos puntos es corta”. Por otro lado, el informe indica que el turista interno utiliza como principal medio de desplazamiento el transporte terrestre, de modo que “se podría inferir que el emplazamiento geográfico, sumado a la limitada integración aérea nacional e internacional, condiciona la presencia de turistas internacionales y/o nacionales provenientes de otras zonas del país”.

El trabajo, estructurado en tres ejes –territorio, sector aéreo y turismo– arrojó como resultado la definición de una región de gran extensión tanto latitudinal como longitudinal, con núcleos urbanos, turísticos y productivos con importante dispersión geográfica. En líneas generales, la Patagonia presenta asentamientos humanos con escasa densidad poblacional.

Al ser consultado sobre los elevados costos para el turismo nacional en ciudades como Ushuaia y El Calafate, Cimolai reflexionó: “Si bien el estudio refleja datos previos a la pandemia, la práctica de estos destinos era cobrar tarifas bastante altas, y considero que el contexto actual les va a plantear nuevos desafíos porque va a quedar una capacidad ociosa importante en esos lugares a partir de la no llegada de turismo internacional”.

“Estos destinos van a tener que replantear sus precios. Si bien en los últimos meses tuvieron afluencia de público mucho menor a la usual, se vio que ciudades como Bariloche, San Martín de los Andes o Lago Puelo recibieron gran cantidad de turistas, los hoteles tuvieron un nivel de ocupación alto, y que la población haya optado por estos destinos por encima de Ushuaia o El Calafate está ligado a los precios”, analizó.

Con la convicción de que explotar el transporte aéreo es vital para desarrollar el flujo en una región con múltiples atractivos, la UPE propuso avanzar hacia un trabajo interdisciplinario con intervención de las carreras de Turismo, Gestión Aeroportuaria, Logística, Comercio Internacional y Desarrollo de Software que la universidad ofrece, y que a raíz de su cercanía con el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, la colocan en un lugar de privilegio.