Pudo parecer casual, pero la visita del ministro de Economía, Martín Guzmán, a Moscú -donde habló de deuda y empujó el acuerdo con el primer laboratorio argentino que producirá la Sputnik V en el país- graficó una tendencia que se empieza a ver en ministerios técnicos que no están directamente vinculados a cuestiones sanitarias: la agenda de pandemia, en plena segunda ola, debe ordenar el resto de las cuestiones y, sobre todo, no ser el techo de la recuperación económica. La orden desde la Jefatura de Gabinete fue que, desde el lugar de cada uno, se trabaje para avanzar en tareas múltiples que incluyan la necesidad de conseguir más vacunas. Y que el otro tema urgente sea salir de la coyuntura inflacionaria, asunto que suma incertidumbre y en el que empezó a haber medidas para que abril sea, en el mejor de los escenarios, el mes con números a la baja.

Más allá de que Guzmán venía pensando en visitar Rusia, un pedido presidencial le amplió los objetivos de la misión. Además de hablar de inversiones y deuda con el FMI, fue allí a darle un empujón extra a las charlas con el Fondo ruso para la fabricación de la Sputnik. Esa misma noche, el ministro conversó de vacunas y economía con Marcelo Figueiras, el dueño de Richmond, que fabricará a nivel local desde junio, con un respaldo que hace unos meses le viene dando el Gobierno. El ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Matías Kulfas le acercó proveedores y le facilitó créditos para ampliar la planta actual en Pilar y construir una nueva para llegar a producir en serie. 

La relación de Guzmán con Figueiras no es nueva: el empresario es parte de un grupo de ceos, entre los que destacan José Urtubey, Martín Cabrales y el banquero del BST, Pablo Peralta, que se han visto con el ministro en pos de hacer aportes para el crecimiento del país.

El tema del crecimiento atado a poder contener la segunda ola de COVID también se hizo presente en la cena de Guzmán con empresarios rusos. Además de abordar inversiones potenciales en energía e infraestructura, se conversó de contención sanitaria y la idea de Argentina de sostener la actividad para no perder terreno. 

La novedad de la articulación con Rusia es un bálsamo para el Gobierno, que espera este fin de semana contar con los 2 millones de vacunas de Sinopharm pendientes en base al acuerdo con China, pero que sigue con problemas en la recepción de las dosis de AstraZeneca que se envasan en México y que produjo aquí el empresario del Grupo Insud, Hugo Sigman. Hubo hace unos días una tensa reunión entre el Gobierno y Astra, en la cual la empresa sigue sin poder dar razones concretas y plazos para los envíos comprometidos. Adeudan 22,5 millones de dosis, que ya deberían entrar a razón de 3,5 millones al mes. Por todo esto, la orden oficial es ampliar los nexos y conseguir vacunas de otros destinos.

“La agenda nos cambió, volvió a ponerse 100 por ciento en eje la pandemia”, explicó una fuente oficial. El apuro por conseguir inmunización y la virulencia de la curva de cosas, son hoy las dos variables que piensan en la Casa Rosada a la hora de calcular medidas económicas, asistencia a sectores y duración del confinamiento. Como la idea oficial es no detener las fábricas ni los comercios, se evalúan alternativas como los confinamientos europeos, con cierres y aperturas alternadas, pero que no afecten a sectores productivos. En paralelo, se seguirán monitoreando las asistencias a sectores, dependiendo de la marcha económica. Por su lado, los empresarios están intentando compras vacunas, un bien escaso en el mundo al que ninguno ha podido acceder.

El escenario no es negativo, pero sí desafiante, según el prisma oficial. La mayor obsesión, en este escenario, es la inflación. Siguen viendo una baja puertas adentro del Gobierno, en base a primeros datos de abril que acercaron las consultoras. Pero no quieren posicionamientos previos para evitar disgustos. Las consultoras privadas están viendo una inflación de este mes en torno a 3,5 o 3,7 por ciento, más de un punto por debajo de los datos de marzo. Pero cerca de Guzmán admiten que la desinflación no admite tiempos largos, teniendo en cuenta el contexto social, más complejizado por la pandemia.

El resto de los indicadores siguen estables. Habrá, por caso, buenos ingresos por recaudación impositiva y una tendencia aún relevante en industria y construcción, con la cauutela de la UIA de la cuestión sanitaria. Pero el control inflacionario es clave para que los salarios no derrumben más el consumo. Por eso se intensificaron las medidas de control y los acuerdos con alimenticias y sector electrodoméstico, que también contará con una especie de canasta de ofertas, antes tiempo de mayor demanda por trabajo hogareño.