La primera edición de los Oscars fue el 16 de mayo de 1929 y contó con dos directores premiados, uno por una película dramática (Frank Borzage por 7th Heaven) y otro por una comedia (Lewis Milestone por Two Arabian Knights), tal como se subdividió la categoría en aquel año. Desde entonces, ya sin distinción de género, otros 70 directores recibieron el premio más importante de la industria audiovisual, algunos en más de una ocasión. John Ford, por ejemplo, ganó cuatro estatuillas entre 1935 y 1952, mientras que William Wyler –que tiene tres– ostenta el récord de haber sido nominado en ¡doce ocasiones! durante un periodo de casi treinta años. No deja de ser significativo que la sumatoria de todas las nominaciones concedidas a directoras durante 92 años sea poco más de la mitad que las acumuladas únicamente por el responsable de Ben-Hur. Solo cinco mujeres habían conseguido un lugar hasta 2020, cifra que subió a siete luego del doblete de esta temporada de Chloé Zhao (Nomadland) y Emerald Fennell (Hermosa venganza). Y solo una se fue a casa con la estatuilla bajo el brazo.

Cinco nominadas en 92 ediciones previas arroja un promedio de una cada 18 años. A cinco directores por gala, significa que hubo una mujer cada noventa varones ternados. Pero la realidad es mucho más desigual que lo que muestra la estadística. Es así que pasó casi medio siglo desde aquel bautismo de 1929 hasta que la Academia recordó que el cine no es una cuestión de hombres y, finalmente, eligió a una directora para el quinteto final. ¿Su nombre? El kilométrico Arcangela Felice Assunta Wertmüller von Elgg Spañol von Braueich, más conocida como Lina Wertmüller. La italiana cruzó el Atlántico gracias a las cuatro nominaciones de Pasqualino Sietebellezas, dos de las cuales, Dirección y Guion, fueron para ella (las otras fueron Actor protagónico para Giancarlo Giannini y Película Extranjera). Pero la realizadora terminó el 28 de marzo de 1977 con las manos vacías, cayendo ante John Avildsen por la realización Rocky y Paddy Chayefsky por el texto de Network.

La segunda fue en 1994, 17 años después de Wertmüller y 65 de la primera gala. La neozelandesa Jane Campion consiguió un lugar por la impactante La lección de piano, que llegó a la ceremonia conducida por Whoopi Goldberg con la nada despreciable cantidad de ocho nominaciones, entre ellas Mejor Película, Dirección, Guion y Actriz Protagónica y de Reparto. El problema es que enfrente estaba Steven Spielberg con esa aspiradora de premios que fue La lista de Schindler, por lo que Campion debió contemplar cómo el director de E.T. agradecía estatuillas. De todas formas, y a diferencia de la italiana, al menos se dio el gusto de aplaudir a Holly Hunter y Anna Paquin cuando se impusieron en los rubros actorales, al tiempo que ella se llevó el de Mejor Guion Original, aprovechando que Spielberg iba en el carril de los guiones adaptados.

Las otras tres nominaciones fueron este milenio. La jovencísima Sofía Coppola salió definitivamente de la sombra gigante de su padre Francis Ford gracias a Perdidos en Tokio, una de las cinco nominadas a Mejor Película para la gala de 2004, donde también estuvo ternada a Mejor Actor protagónico para Bill Murray, Guion Original y Dirección. Como el año de Campion, Coppola Jr. tuvo la desgracia de enfrentarse a un gigante del tamaño de El señor de los anillos: El retorno del rey, que con los once premios de aquella jornada es una de las tres películas más ganadoras junto a Ben-Hur y Titanic. Y, también igual que en el caso de la neozelandesa, el consuelo fue un triunfo por Guion Original.

Lo hegemonía masculina se cortó recién en marzo de 2010, minutos después de que El secreto de sus ojos se llevara el Oscar a Mejor Film Extranjero. Fue cuando Kathryn Bigelow demostró que muy cada tanto David puede vencer Goliat al imponerse en Mejor Dirección a James Cameron, que además de haber dirigido películas más o menos conocidas como Terminator y Titanic, tenía un matrimonio fallido de dos años con Bigelow. Todo señalaba que sería una noche marcada por el enfrentamiento entre Vivir al límite y Avatar, con nueve nominaciones cada una: una película independiente bélica de una directora desconocida para el gran público contra una superproducción millonaria a cargo de un Midas capaz de convertir en oro todo lo que tocara, que además llegaba con unos cuantos récords de taquilla colgados en el cuello.

Menuda sorpresa se llevó Cameron al ver cómo, salvo en los rubros técnicos, caía crónicamente ante su ex. El clímax de aquel 7 de marzo de 2010 fue, claro, el mano a mano en Dirección. Ni bien agarró el sobre, Barbra Streisand recordó que esa noche se podría hacer historia, ya que además de Bigelow estaba nominado el afroamericano Lee Daniels. “¡Los buenos tiempos han llegado!”, gritó cuando vio que el papel no decía James Cameron sino Kathryn Bigelow. “Jamás imaginamos llegar hasta aquí”, dijo sobre el escenario la flamante premiada, antes de dedicárselo a los compañeros de terna a los que admiraba, “en algunos casos por décadas”, aclaró. Por si no fuera suficiente, Bigelow volvería a entrar a escena unos minutos más tarde, esta vez para recibir el Oscar a Mejor Película. La gala terminó con seis estatuillas para Vivir al límite –todas las principales incluidas– contra tres de Avatar.


No es descabellado pensar que las nominaciones para Zhao y Fennell son un mea culpa de los académicos por la omisión de Greta Gerwig por la notable adaptación de Mujercitas. Se ve que dos nominaciones a una misma directora en tres años es un poco mucho, porque había sido ella, justamente, la última mujer presente en ese rubro gracias a Lady Bird. La película llegó a la ceremonia 2018 con cinco nominaciones (Película, Dirección, Guion, Actriz protagónica y de Reparto), pero se fue con las manos vacías. El doblete La forma del agua y Guillermo del Toro le birló los dos premios principales a Lady Bird y Gerwig, a quien ni siquiera le dejaron el consuelo de Guion, que fue a parar a las arcas de ¡Huye! Todo indica que este domingo habrá que sumar un nuevo nombre para acompañar a Bigelow en la lista de las mujeres premiadas. Gerwig deberá tener paciencia: si lo de este año deviene en tendencia, no faltarán oportunidades.  

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