Max Vanns siempre piensa en grande y va más allá, no se queda con lo dado, con lo que hay. Ahora dice que su sueño es bailar parada arriba del Obelisco cantando Dios es un átomo, uno de los hits de su tercer disco, Marika del futuro (2020). "¡Y que todas las luces de la 9 de Julio se estén moviendo para todos lados!", flashea la cantautora, bailarina y performer.

No hace mucho que Max transita la escena musical de Buenos Aires. Su álbum debut, Trigonométrico, fue publicado en 2018 y es un viaje sonoro "sobre el descubrimiento de la propia identidad". Ese mismo año también lanzó 3.11, un disco en el que se rebela "contra el amor heterocispatriarcal".

"Siento que Marika del futuro tiene un desarrollo personal, musical y sonoro más grande", dice. "Ya me alejé un poco de eso de 'esto es para mí o esto es para un público'. Ahora digo 'esto es para cambiar la historia de la música y las disidencias'. Por eso, lo que quiero decir enfoca directamente a las disidencias y el lenguaje que utilizo va hacia eso." Un claro ejemplo es la bailable y electrónica Cuerpa, la canción que abre el disco.

"Digo 'mi cuerpa, mi decisión' porque la idea es trascender el concepto de cuerpo como un ente masculino y transformarlo en algo que rompe hasta con el lenguaje: mi cuerpa más allá del binarismo y más allá de lo que significa un cuerpo humano industrial, fabril, productor de dinero, patriarcal y capitalista. Sino una cuerpa que yo puedo elegir con lo que me pasa", sigue Max. "Porque hay una cuestión: tenemos la capacidad de elegir qué hacer con nuestras cuerpas, pero no tenemos la capacidad de sobrevivir sin estar esclavizadas a un sistema", remata.

El disco no es para nada solemne, más bien tiene un tono irreverente y provocador. Y es una invitación constante a saltar, bailar y perrear, como la cumbia Agamia o el irresistible reggaetón Fuegah, con participación de Chocolate Remix. O Dios es un átomo, ideal para una rave o una fiesta picante.

"El reggaetón, que es el ritmo que más hace mover las cuerpas, es el más machista. Entonces hay que usar esos medios de reproducción tan populares y romper su sistema de opresión para transformarlo en un medio de reproducción disidente. La música que tiende a la repetición nos provoca y nos permite repensar un cambio hacia dónde ir", interpreta.

Max no tiene dudas de que la música es un canal potente para repensar los modos de relación y transformar la realidad. "¿Por qué le voy a seguir haciendo una canción a un culo si puedo hacerlo sobre cómo relacionarme de una nueva forma o cómo me siento cuando estoy con mis amigas? Algo que realmente cambie el día a día. Estamos en una nueva era, necesitamos una nueva música."

¿Cuál sería el cambio más importante?

--En este disco ya no estoy concentrada en hablar sobre el amor romántico, sino más bien en cómo formar vínculos sexoafectivos de una forma que pueda beneficiar a ambas partes o a las múltiples partes que estén interactuando conmigo. Por ejemplo, me pasa con respecto al tema de la Agamia, que es uno de los temas que hice con el productor Juanito el Cantor.

¿Y qué es la agamia?

--Es una nueva concepción sobre formas sexoafectivas, que tiene que ver con no formar parejas como nos vienen enseñando: eso de tener un novie y dedicarle toda tu energía a esa persona. La agamia es tener múltiples vínculos o posibilidades de relaciones sexoafectivas y de ahí generar red. Porque cuando nos ponemos en pareja con una sola persona, si muere o se termina el vínculo uno queda en la nada. Entonces, la agamia es una forma de solucionar ese conflicto: si tengo múltiples relacionessexo afectivas, tengo la posibilidad de que si termino con una relación mi vida no esté acabada.

¿Y cómo se sostiene la responsabilidad afectiva con múltiples relaciones?

--La responsabilidad afectiva es un tema complejo porque tiene muchas aristas. Me parece que lo más importante siempre es hablar lo que se siente, lo que una está atravesando, y siempre con sinceridad y honestidad. Coordinar lo que siento, lo que digo y lo que hago. Vivimos en un mundo que está muy acostumbrado a complacer y a no decir lo que la persona siente, por miedo al rechazo.

Como todo en su vida, Max no se rige por géneros. En su música suenan varios estilos: pop, trap, electrónica, cumbia, glam rock, rap, reggaetón. Son apenas vehículos para decir. "No quiero elegir ningún género personal, ni ser ni hombre ni mujer, ni tampoco voy a elegir un género musical. No me voy cerrar a nada de eso, porque eso me cierra a un montón de posibilidades", enfatiza.

Su faceta de performer es clave para su música. En vivo despliega todo su histrionismo, su humor y su magnetismo. "En el último show salí con una armadura y hubo un combate en vivo: Max Vanns contra los Cis Warriors, que son los guerreros del patriarcado del futuro. Y eso me divierte mucho porque es parte del show: invitar a soñar, que vengas y veas algo grandioso", dice esta artista que reconoce inspiración en colegas como Dani Umpi, Juani VN, Susy Shock, activistas como Lohana Berkins, Diana Sacayan o la performer chilena Hija de Perra, fallecida en 2014.

Max también se encuentra armando una serie audiovisual de Marika del futuro, que trata sobre un futuro distópico donde sucede un Apocalipsis marica. "Y vamos a tener que unirnos para vencer en la última batalla por el destino de la humanidad... A mí me gusta que pase algo, que haya una aventura, transformaciones, como en Sailoor Moon o Dragon Ball", explica.

"¿Cómo me imagino el futuro en sí? Dicen que el tiempo es cíclico y vuelve a pasar lo que ya pasó. Entonces, me da un poco de miedo que así como las disidencias toman cada vez más fuerza también lo hagan los grupos conservadores. Y que llegue el momento en el que haya un enfrentamiento entre disidencias y conservadores. Por eso, mi invitación es a formar manada."

¿Te preocupa que tu música quede en un nicho y no trascienda a otros públicos?

--Pienso que la música siempre queda en un nicho; la música no es para todes. No todo el mundo escucha a Lady Gaga, Dani Umpi o a ciertos artistas. Entonces creo que mi música no es para todes y de alguna forma me siento en paz con eso. Porque nada más falta que me conozcan más disidencias y más feminidades a las que les pueda parecer atractiva mi música.

¿Qué lugar creés que tienen las disidencias y les artistas no binaries en la música actual?

--Creo que nos dejan de lado. Que la norma musical es muy fuerte. No escuchamos la música que queremos, escuchamos la música hegemónica, con lo cual solo lo aceptado logra grandes espacios. Pero existe el under y la verdad está en el under, donde muchas somos escuchadas, cuidadas y queridas.