“En mi viejo lugar/ hay una fábrica de alfombras/ donde cada suspiro es un nudo/ detrás de ese aire sobrevuela un peine/ que ciñe hasta el ahogo de sedas y lana/ el sueño breve y la jornada larga”, son versos del poeta catamarqueño Jorge Paolantonio, que recuerdan la singular fábrica única en su tipo en el país.

Ubicada actualmente en el Predio Ferial, sede de la tradicional feria artesanal de El Poncho, entrar a la fábrica de alfombras, es como adentrarse en un túnel del tiempo, los ovillos de lana instalan a primera vista un colorido telúrico, a través de la transparencia de los telares se filtran las texturas de alfombras y tapices. Resaltan los motivos originarios, entre la mixtura de un arte milenario que viajó por occidente desde la antigua Persia, para desembarcar en Catamarca y mezclarse con las tradiciones andinas de la mano de un inmigrante de origen armenio procedente desde Irán, quien instaló la fábrica en 1950 en Andalgalá.

El señor Shimihan contrató a la tejedora riojana Leticia Romero para formar a Agustina Quinteros como primera urdidora y tejedora. La historia también incluye dentro de ese primer grupo a Elena de Vildoza y Martina Martínez, entre las primeras tejedoras.

El 1954 el emprendimiento se trasladó a la capital de la provincia tras fracasar en su emplazamiento original. Fue María Ercilia Navarro Peñalba de Reyes Oribe, “mujer de mucho carácter y gran conocimiento de esta arte”, quien llevó a la fábrica a su mayor esplendor, bajo su gestión se llegó a contar con una planta de 150 tejedoras y 70 telares. Oribe llegó a ser la presidenta del directorio cuando en 1962 el emprendimiento pasó a llamarse Empresa Provincial de la Industria Textil.

La suerte de la fábrica ha sido oscilante, sin embargo, su actividad, que se sustenta en una de las más fuertes tradiciones de Catamarca, como es el tejido artesanal, permitió que más allá de los altibajos rentables, la fábrica se constituyera como un espacio de trasmisión de la tradición del tejido. En este sentido dio lugar a la Escuela Artesanal de Alfombras y luego, a que se crease en su ámbito la Dirección General de Artesanías, a la que pertenece hasta el día de hoy bajo su actual nombre de Dirección Provincial de Artesanías.

Actualmente son una docena de tejedoras las que mantienen el oficio. Algunas, como Claudia Galíndez, jefa de Producción, llevan 25 años. Una alfombra puede durar alrededor de un año en realizarse, dependiendo la cantidad de puntos y densidad del tejido. Galíndez cuenta que la alfombra más grande que se hizo fue la encargada por la Fundación Fortabat, de 5x10 metros, cuyo tejido duró cinco años. Sus productos han alcanzado relevancia mundial.

La fábrica funciona por pedidos y con el tiempo ha diversificado la producción con escudos y también retratos. Agregamos, a pedido de lectores, que un escudo se demora unos 5 días en realizar con jornadas de 6 horas de trabajo y tiene un costo de 4.200 pesos. Una alfombra puede costar entre 14.000 y 50.000 pesos dependiendo del tamaño y la densidad del tejido. En la actualidad se producen los diseños precolombinos, francés, persas, chinos, bucaras, modernos y personalizados. En el proceso, además de las tejedoras, interviene un diseñador, otras artesanas se encargan del relieve y el ovillado de la lana, que se compra a la empresa Hilados de Santa María.


Proceso de elaboración

El primer paso es realizar el dibujo del diseño sobre un papel milimetrado donde se señala cada uno de los nudos que colocará la tejedora a la pieza artesanal. Este se pinta a mano alzada, con pinceles y tintes especiales.

Luego el proceso de urdido consiste en la preparación manual del algodón sobre el cual tejerá la artesana el producto.

Para esto, antes se realiza el ovillado. Para ovillar las madejas de lanas utilizan un elemento de madera denominado “changuito”, sobre el cual se coloca la madera y se gira para confeccionar el ovillo que se colocará en el telar.

El tejido se realiza mediante la técnica oriental de anudadura denominada “nudo Smirna”, la tejedora coloca nudo por nudo. Dependiendo de la densidad de la pieza artesanal, la tejedora puede hacer desde 40.000 nudos por metro cuadrado, lo cual corresponde a la densidad de 16 milímetros de espesor; 52.800 nudos, que corresponde a 10 mm de espesor; 90.000 nudos, que equivale a 6 mm de espesor o, finalmente, en la densidad más fina, 160.000 nudos, correspondiendo a 4 mm de espesor.

Teniendo en cuenta, un trabajo diario de 6 horas, y además, dependiendo de la dimensión del producto artesanal, el proceso de tejido puede llevar un tiempo de hasta 90 días. Para la confección de un metro cuadrado.

Una vez que el producto se corta del telar, es trasladado al Lavadero de Alfombras. La última etapa que debe llevarse a cabo es la del secado, la cual se realiza a la sombra, al aire libre.

Por último, la tarea de relieve es el proceso final al que es sometida la pieza. Con una tijera de relieve y manualmente, la artesana realiza cortes al contorno del diseño para destacar el dibujo.