Spinetta está cerca. Como un talismán, más que como una referencia estética. Como una presencia estimulante, por sobre la contingencia de lo que se componga, lo que se toque o lo que se escuche. Diego Schissi, pianista y compositor, por temperamento y trayectoria ubicado entre las coordenadas del tango contemporáneo, se inspiró en una canción del Flaco para nombrar los temas de Te, el nuevo disco del quinteto que completan Santiago Segret (bandoneón), Guillermo Rubino (violín), Ismael Grossman (guitarra) y Juan Pablo Navarro (contrabajo). El tema es “Por”, un momento del legendario álbum Artaud, que es además un ejercicio de marca surrealista en el que los autores, Spinetta y su compañera Patricia Salazar, juegan con la casualidad para conectar 46 sustantivos y la proposición que da nombre al tema. Con diecinueve de esas cuarenta y siete palabras –veinte sumando la que da nombre al disco–, Schissi armó su propio alfabeto, para desde ahí ordenar su música. “En realidad, la elección de ‘Por’ no tiene nada de trascendental”, asegura Schissi con la sonrisa pícara de quien de un tincazo acaba de voltear una torre de naipes.

Con sentido práctico Schissi explica entonces que el juego con las palabras ayudó a terminar de definir una situación de música pura. “La relación entre la música y las palabras de ‘Por’ pasó por elegir una palabra afín que pudiese resonar en esa música y también lo inverso, es decir, direccionar el sentido de una música en función de lo que sugiere una palabra”, explica el pianista.

“Si el tango es por naturaleza un híbrido, imaginate el tango que hacemos nosotros... Bautizar un tema muchas veces se convierte en un momento tedioso, sobre todo de inseguridad. Encontrar un generador de títulos ayuda organizarse puertas adentro, a ordenar las múltiples posibilidades que se dan desde la invención y que se multiplican en las claves de lectura que ofrece una música ya compuesta”, continua el compositor. “Para los títulos hay gente que va por el lado del humor, otros por el lado personal. Nosotros, como en un juego, fuimos por el lado de Spinetta”.

- Más allá de juego, ¿cuál es tu relación con la música de Spinetta?

- Spinetta para mí fue muy importante, diría fundacional en mi manera de ver la música, me pegó antes que ningún otro. Es la primera imagen que tengo de músico admirable. Incluso antes que Piazzolla, que llegó después con Gismonti, Jarrett y muchos más. Más allá de los estilos veía en él una dimensión ética: yo quería ser así, hacer música así, con ese compromiso, con esa vehemencia, con esa claridad, con esa libertad y esa capacidad de transformar. En una música relacionada con el tango como la que hacemos, vale preguntarse ¿qué hace Spinetta? Bueno, eso. Por él soy músico y siento también que de alguna manera él me explica como argentino. Crecí como muchos escuchando sus discos.

Spinetta aparte, la música de Te confirma a un quinteto de óptimos reflejos al servicio de un compositor con un caudal técnico notable y un lenguaje personal. Un tornasolado torrente expresivo fluye en los diecinueve temas, entre contrastes, abstracciones y formas más definidas, para hacer de cada momento un ensayo sobre la profundidad.

Entre el desasosiego de “Hijo” –inspirado en la carta de Kafka a su padre–, el bellísimo “Hoja” –un valseado tramposo y entrador– , los más afanosos “Aproximación” y “Salto” y los más estáticos “Luz” e “Insolación”, además de los epigramáticos solos de piano de “Cal”, “Sien”, “Estalactitas”, se despliega un ecosistema de afectos, que el quinteto domina con perfección sentimental.

“También está ‘Rey’, que en realidad es el primer tango hecho y derecho que compusimos en estos años con el quinteto”, agrega Schissi. “Está dedicado a Víctor Lavallén, que el otro día, después de escucharlo, me llamó para decirme ‘está fenómeno’. Listo, tenemos la bendición y nos sentimos los más tangueros de todos”, se ensancha el compositor. El disco termina con “Nube”, una lectura agrietada de “Por” en la que restos de la canción se filtran por la densa trama sonora. “Nos pareció indispensable, al fin y al cabo, cerrar el disco con una relectura de Spinetta”, confiesa Schissi. “Por una cuestión de gratitud, seguramente, pero también para dejar algún rastro sonoro suyo en el disco”.

Te debía salir el año pasado, pero la pandemia jugó en contra. La idea de Schissi de trabajar sobre las palabras de “Por” tiene varios años. Es anterior incluso a Timba (2016), el disco del quinteto cuyos temas toman el nombre de la correspondencia entre los números y su significado en la quiniela. En esa relación lúdica con un sistema de nombres, la música de Schissi tiende hacia una poética del fragmento. Un juego dentro del juego en el que cada tema puede escucharse como obra en sí, pero también multiplicar su trascendencia relacionándose con otros fragmentos.

“Me cautiva la imagen del mosaico. La inclusión de las piezas breves de piano que no estaban en los planes originales de Te remarca esta idea. En general nos resistimos a la tentación de las formas extendidas y ajustamos la precisión en la pequeña forma, en la concentración del material en un espacio breve y en la amplificación del detalle. El gran esfuerzo es lograr que esos fragmentos tengan coherencia propia y al mismo tiempo abran un juego dialéctico”, explica el compositor.

Schissi usa el plural. Habla en nombre del quinteto, que más que un sonido es una forma de tocar con ese sonido. En la unidad del quinteto está también la posibilidad de ensamblar fragmentos. “En el quinteto comienza y termina todo. Y no solamente lo que se escucha en un disco. Desde el primer encuentro con el material y en los sucesivos aportes de cada uno, se da un espacio de crecimiento”, asegura Schissi. “Los momentos más lindos son aquellos en los que cada uno pone su musicalidad desde el cuerpo. Como hace Juan Pablo (Navarro) en ‘Gas’. Como compositor tracé una serie de variables y breves indicaciones, pero al final lo que se escucha es la música que sale del cuerpo del instrumentista traducida por su instrumento. Mi música es apenas un punto de partida”, define el compositor.

- ¿Cómo escuchás Te en relación a tus otros discos?

- No lo sé bien todavía, porque aunque lo grabamos hace dos años, recién ahora lo estamos escuchando y descubriendo. Lo que noto es que el quinteto, y con él la música que compuse, ha ido creciendo. Aprendió de silencios e intensidades. Ya no estamos ansiosos por demostrar que somos grosos, retangueros, de ruptura o qué se yo. Aprendimos a escuchar dónde vale la pena apretar el pomo y dónde hay que dejar que circule el aire. Y no es poco. Fuera de eso, creo que desde Tongos hasta acá hay una línea coherente.

- Entre Tongos, que es de 2010 y este Te, el disco físico dejó su lugar a las plataformas y el concierto en vivo al streaming. ¿Cómo vivís estos cambios?

- No tan mal como otros. Tal vez tenga que ver con mi naturaleza esquiva pero eso de que la actividad de conciertos en vivo venga a otra velocidad a mí en realidad no me toca profundamente. Yo puedo tocar poco, no soy un bicho de escenario, y me acomodé a las nuevas formas de circulación de la música, no sin resignación, aun sabiendo que la nuestra es invendible y para peor no la sabemos vender. Pero necesitamos que nuestra música se difunda y estas herramientas absolutamente polémicas que nos ofrece el mercado, sabiendo que no son óptimas, son la manera que tenemos de seguir vivos. No vale la pena ni entrar a discutir si es mejor o peor, porque decididamente es peor. Pero es lo que hay. Con todo esto, vivimos ahí y tratamos de hacerlo con la mayor dignidad posible.

La sutileza electrónica

En algunos momentos de Te el sonido del quinteto se enriquece con cierto trabajo de intervención, efectos electrónicos muy sutiles que abren el espectro tímbrico del quinteto. Es una apertura interesante, que Schissi valora como un aporte importante.

- ¿Tienen pensado profundizar el camino de la electrónica?

- Buscamos otras alternativas porque como en cualquier grupo hay momentos en los que sentimos cierta fatiga tímbrica. Algunas ideas y soluciones en este sentido surgieron en el estudio, mientras mezclábamos. Y funcionaron muy bien. Eso nos permite pensar que un grupo acústico sobre el que la electrónica pueda manipular el sonido puede ser interesante y vamos a seguir explorando y explotando ese camino.

- ¿Hará falta un sexto integrante para que se ocupe de eso?

- Es probable, pero todavía no lo sabemos. La idea no nos incomoda para nada. Al contrario, nos resulta estimulante. Pero antes de eso quisiéramos cerrar el ciclo de las “T” como letra inicial en el nombre de los discos con uno que se llame Tangos y esté dedicado a los clásicos del género.

Así después de Tongos (2010), Tipas y tipos (2012), Timba (2016), Tanguera (2018) y este Te –la lista podría contener también a Trenes (2009), con aquel formidable doble cuarteto que fue la base de este quinteto–, el ciclo se cerraría volviendo a las fuentes. “Medirnos con ‘El marne’, ‘Gallo ciego’, ‘Ojos negros’, obras que los grandes maestros han tratado. Probar a ver qué tenemos para decir sobre esos clásicos. Sería como ponernos los pantalones largos”, concluye Schissi.