Esta es una historia que no leí directamente, sino que la escuché y me pareció muy interesante e instructiva, si así puedo decirlo. No es una historia que pueda interesarle a todos de la misma manera, indistintamente, me parece que a algunos puede interesarles especialmente, mucho más que a otros.

Se trata de una historia que involucra al mismísimo Freud y a uno de sus pacientes, que él hizo famoso, me refiero al "Hombre de los lobos". Este sujeto, Sergéi Pankéyev, luego de haber hecho análisis con Freud, al cabo de cierto tiempo, seguramente no breve, le solicita una entrevista y le pregunta sobre el final del análisis, del tratamiento. Parece ser estaba muy interesado en saber quizás cómo afrontar esa terminación. Dicho de otra forma cómo iba a arreglárselas sin el concurso de un analista, Freud u otro.

Y Freud le contestó más o menos lo siguiente: el final del análisis podía compararse a la adquisición de un boleto de tren, pero que dependía del propio sujeto el hecho de usarlo o no. O sea que necesariamente el sujeto en cuestión debía consentir a usarlo, era una decisión exclusivamente personal.

Es interesante como metáfora de un final, no se trata de que le diga qué ha de hacer, ni nada parecido, sino que ha obtenido un pasaje, así es más interesante, que él o ella puede o no usar, que está en su decisión.

Es decir lo real de la existencia, más allá de todas las indicaciones, sugerencias y consejos de parte de quienes sean, es sólo asumible con total decisión por el propio sujeto, más allá de todas las orientaciones simbólicas, de saber o imaginarias, que dependen de las imágenes, está la asunción de un acto: subirse al tren de la vida.

Sabemos que Sergéi estuvo hasta los últimos días de su vida en relación a algún analista, que no pudo prescindir de alguno y murió más allá de los 80 años.

Me acordé de la canción de John Lennon Déjalo ser, que puede tener otras connotaciones, pero que de alguna manera al menos en su nombre, da la idea de dejar ser algo, dejar existir algo. O también dejarlo nacer. Hay muchas historias de vidas inconclusas, incluso de nonatos, de sujetos que quedan a mitad de camino, que siguen viviendo sin subirse al tren.

También el comienzo de un análisis puede representarse como subirse a un tren, pero es distinto al final, donde se cuenta con un pasaje para usar o no. Es una decisión insondable, una conclusión que está más allá del análisis, y que lleva un tiempo después.

* Psicoanalista. [email protected]