Luego de difundir públicamente que el gobierno porteño envió efectivos de la Policía de la Ciudad a la escuela Mariano Acosta para custodiar una clase pública convocada por el centro de estudiantes, la directora del colegio, Raquel Papalardo, denunció que desde el Ministerio de Educación le pidieron la jubilación inmediata, algo que no tenía previsto hasta julio. Para Papalardo es una clara persecución política.   

La directora contó que recibió un llamado de la Dirección Administrativa Docente exigiéndole la presentación de sus papeles jubilatorios. El pedido la sorprendió dado que ya contaba con una comisión gremial de Ctera que le otorgaba una licencia en sus horas cátedras para dedicarlas a la rectoría, tramite que suspende la intimación a la jubilación. 

"Es una persecución porque yo pensaba presentar mis papeles en julio y debido a esto me dicen que me vaya ahora", explicó Papalardo al portal de noticias Nueva Ciudad y aclaró: "Si querían denegarme la comisión lo hubieran hecho antes y no me hubieran dado el relevo de tareas. La obligatoriedad de presentar los papeles tiene que ver con lo acontecido el día jueves".

Según contó la directora, tenía previsto presentar los papeles para jubilarse el 1º de julio, como se había acordado. Sin embargo, ahora teme que le inicien el trámite de oficio, lo que implicaría que “te echan y no cobras nada hasta que te salga la jubilación; quedaría sin el cargo de rectoría, sin el cargo de las horas cátedras y sin cobrar la jubilación hasta que el Anses proceda a dar la jubilación”, explicó Papalardo.

El jueves pasado por la mañana, una consigna policial se presentó en la puerta de la escuela, ubicada en General Urquiza al 200, en Balvanera, con el objetivo de controlar una supuesta marcha convocada por los estudiantes.  La directora, sorprendida por la presencia policial, explicó que los estudiantes no tenían previsto salir de la escuela y que iban a hacer una clase pública en defensa de la educación, en el jardín del colegio, puertas adentro. Sin embargo los efectivos no se retiraron.

Después del mediodía, otro policía ingresó a la escuela con su arma reglamentaria. El propósito era el mismo: controlar una supuesta marcha estudiantil aunque la charla ya había terminado. Papalardo le había preguntado a los oficiales quién los había mandado y sin dar muchas explicaciones los uniformadores respondieron que estaban ahí por orden de “Operaciones”.

"Estoy entre la espada y la pared: o presentó los papeles o me dan la baja de oficio, es decir, quedar sin sueldo ni jubilación. Y yo vivo de esto”, se lamentó la directora víctima de la persecución.