En 2020 la escena musical en vivo se detuvo de manera abrupta. La emergencia sanitaria a nivel mundial fue determinante para la escena cultural: las salas de música tuvieron que cerrar sus puertas y una infinidad de artistas –y trabajadores del sector- se quedaron sin una de sus principales fuentes de trabajo. Entonces, se impuso una salida inmediata para los músicos y las músicas: la mudanza plena a internet, a la virtualidad. Realizar conciertos por streaming, publicar singles y videos, y lanzar campañas de difusión de su música en tiendas digitales (Spotify, YouTube, Amazon) fueron moneda corriente en tiempos de ausencia de música en vivo. Pero pronto aparecieron nuevos interrogantes: ¿Qué tan redituables son las tiendas digitales para los artistas? ¿Otorgan acuerdos justos y transparentes? ¿Hay que estar en Spotify o YouTube para existir en el entorno digital? ¿Quién concentra el mercado de la circulación de música en internet?

Esta serie de cuestiones fueron el disparador para empezar a pensar en una plataforma que mejore las condiciones de comercialización de la música argentina en el entorno digital. La idea se llama Música.Ar y surgió de un grupo de músicos y músicas que se reunieron en noviembre para crear un “proyecto que implicara un replanteo estructural en el modo de divulgación y comercialización de la música”. Lo novedoso, también, es que contará con un sistema diverso y abarcativo de categorización de la música, un archivo musicológico y la ficha técnica de cada obra. El proyecto se encuentra en pleno desarrollo y ya fue presentado al Ministerio de Cultura de la Nación, que lo recibió con interés. Porque sus impulsores entienden que no se trata de un emprendimiento comercial, sino de una política pública. "No es un modelo de negocio, es un modelo de financiamiento y distribución, no tiene fines de lucro", enfatizan los creadores.

Después de varios encuentros, realizaron una convocatoria pública dirigida a toda la comunidad musical del país para diseñarla de manera colectiva y representativa. Así se fundó Músicxs Argentinxs en Red (MAR), el colectivo que encabeza la idea. “El año pasado, en plena pandemia, nos dimos cuenta que era necesario revisar todo lo que estaba pasando con las OTTS (plataformas de transmisión de audio y video en Internet) en general, pero sobre todo Spotify y YouTube”, cuenta el músico Nicolás Gort sobre la génesis del proyecto. “Hay un entramado recontra complejo para que finalmente se dé la posibilidad de que tu canal esté monetizado y cuando haya una reproducción veas algo de ese dinero”, describe Gort la lógica comercial actual. “Está todo muy filtrado y centralizado por las compañías; la distribución por streaming está monopolizada en todas las plataformas”, señala.

Por estos motivos, de manera autoconvocada, este colectivo empezó a organizarse para crear una plataforma de música nacional con el objetivo de "visibilizar las diferentes expresiones estéticas locales de todos los tiempos” y brindarle a los artistas “una remuneración equitativa, transparente y favorable por la explotación comercial de su trabajo", según señalan en un documento presentado a la cartera de Cultura. “Necesitamos una herramienta viable para la comercialización digital, porque ya no estamos pudiendo ni siquiera vender discos o armar un recital”, alerta Gort. “Hoy, por ejemplo, un intérprete no cobra por la reproducción en streaming on demand, porque es muy difícil hacer un seguimiento de eso", advierte.

La plataforma propone, entre sus aspectos centrales, darle visibilidad a las diversas estéticas musicales que conviven en la actualidad en el territorio argentino. "Hay muchas cosas que no aparecen, que no son audibles, y los métodos de búsqueda que tenemos en las plataformas multinacionales tienen que ver siempre con un conocimiento previo: uno va a buscar lo que ya conoce o lo que el algoritmo te marca", enmarca el músico Gabriel Lombardo, otro de los ideólogos. "Entonces, algunas producciones tienen más difusión y otras son más marginadas por el mercado. Hay un montón de música a la que no tenemos acceso, que se nos está negada. Con ese diagnóstico, lo que propusimos es que Musica.Ar sea una plataforma para que las y los usuarios puedan acceder a contenidos que no conocen y desarrollen su ámbito de interés”.

“Ahí aparece la comisión de categorías, que está haciendo un relevamiento y trabajando propuestas para nombrar a todas las diferentes estéticas que conviven en el país, porque tango o folklore no son una sola cosa, hay un montón de subcategorías y también la posibilidad de llegar a la música por una búsqueda geográfica a través de un mapa interactivo”, amplía Lombardo. “Los recomendados de plataformas como Spotify tienen que ver con intereses que no son difundir las músicas de las diferentes etnias y comunidades, hay intereses comerciales detrás de eso, entonces siempre se están privilegiando algunas estéticas o producciones ante otras; las grandes discográficas ahí tienen mucha influencia sobre qué tiene visibilidad y qué no”, compara.

-¿Cómo se sostendrá la plataforma y cómo proponen mejorar las condiciones de comercialización y distribución?

-En principio, el acervo cultural sonoro de la Argentina en una plataforma es una invitación a visitarla y transitarla no solo en el país, sino también en el mundo. Pero para adentro, como financiamiento, pensamos en un proyecto mixto público-privado en el que haya un apoyo del Estado. No se trata de subvencionar sino sostener este proyecto cultural pero además hacer un reparto transparente en la cual la plataforma no tenga un fin de lucro, no reserve para sí ganancias, sino que sean devueltas en un cien por ciento y de manera transparente a través de los canales legales (organizaciones de gestión colectiva) e instituidos por las leyes a los músicos, compositores, intérpretes y productores, y además que haya participación privada en cuanto a publicidad y canales de desarrollo para potenciar las actividades culturales de cada artista (recitales, clases, clínicas) fuera de la reproducción de sus fonogramas. También para el financiamiento pensamos en la publicidad estatal (municipal, provincial y nacional) y en un sistema progresivo de abonos.

De este modo, Musica.Ar, entendida como política cultural, contará con un archivo sonoro y musical que recopile, catalogue y ponga a disposición las “grabaciones sonoras y musicales de pueblos originarios, músicas criollas, músicas de afroargentinos/as, primeros registros de obras de concierto de compositores/as argentinos/as y los fonogramas actuales que registran dichas obras en salas oficiales como el Teatro Colón, entre otras, con el objetivo de construir una memoria que fortalezca el desarrollo de nuestra identidad”, detallan en el documento. “La plataforma está creada en función del artista y en función de que el oyente no sea un mero espectador sino que pueda ir buscando las diferentes músicas que hay en Argentina”, explican.

Además, la plataforma saldará una deuda y “reflejará como contenido sustancial la ficha técnica de las producciones, a fin de visibilizar la cadena de valor que estimula la actividad musical”, resaltan. “De este modo, y con carácter obligatorio, la ficha técnica deberá contener en su descripción a músicos/as, técnicos/as de grabación, diseñadores/as, artistas de tapa, contactos de cada artista, etc.”, precisan. También contará con un observatorio de género que tendrá como fin garantizar el “material en línea de mujeres y disidencias sexo-genéricas compositoras, arregladoras e intérpretes, artistas sonoras y etnógrafas musicales” y “contar con una perspectiva que revisite contenidos que ofenden o promueven la violencia de género”.

“Hace algunos años no había una conciencia social sobre las letras de los tangos, las cuestiones estereotipadas en el folklore o las letras sexistas en el reggaetón. Pero en muy poco tiempo se tomó conciencia de que hay algunas cosas que no son inocuas o inocentes, sino que tienen una consecuencia social”, explica la música y musicóloga Marcela Perrone, a cargo del archivo musicológico e integrante del observatorio de género. “También tenemos leyes que mencionan el tema de la violencia simbólica, institucional, laboral, entonces queremos ser consecuentes con eso. Ahora eso también nos pone en la disyuntiva de ver qué hacemos con un montón de contenidos de años y de décadas anteriores que las volvés a escuchar y ‘no resisten una ESI’, como suelo decir. Quizás no es la voluntad la prohibición o la eliminación sino enmarcarlos en un análisis social y cultural de cómo era leído o escuchado eso en otro momento. Darle un marco también es ponerlo en perspectiva para no seguir reproduciendo ese patrón”.

-¿Cómo recibió la propuesta el Ministerio de Cultura y en qué instancia está el diálogo?

Nciolás Gort: -Al Estado le interesó, le parece que es importante tener una plataforma de estas características y recibieron la propuesta. Están al tanto de la construcción de Musica.Ar y tenemos pautadas reuniones para seguir profundizando en el documento. Lo único que falta es la acción directa para que esto funcione y se lleve adelante. En principio, solo se necesita la voluntad política para llevarlo a cabo, porque no se trata de una inversión inabarcable. Como está dado el mapa, si el Estado no participa de esto es muy difícil establecer esta posibilidad; por el dinero de una inversión, por la capacidad técnica que hace falta para sostener una plataforma de streaming, etc.

Gabriel Lombardo: -Que el Estado vea que esto puede generar un cambio grande cultural y económico a todo el sector. El dinero se concentra en manos que están afuera. Yo grabo un disco acá, lo subo a Spotify y a partir de ahí la explotación comercial de eso está dirigida por otra gente, que persigue otros intereses. Y para ganar un mango ahí tienen que pasar un montón de cosas según los condicionamientos que ellos te ponen. Entonces, si logramos que esto funcione tenemos un mecanismo de distribución mucho más transparente en donde, por ejemplo, no va a haber un dueño que se queda con una parte del capital. Todo lo que entra de forma privada, ya sea por publicidad o por abonos, va a ser regalías para los músicos y las músicas.

* Para sumar adhesiones escribir a [email protected] o la página web donde se puede leer el proyecto.