Operación Overlord                    8 Puntos

Overlord; EE.UU., 2018.

Dirección: Julius Avery.

Guion: Billy Ray y Mark L. Smith.

Duración: 109 minutos.

Intérpretes: Wyatt Russell, Jovan Adepo, John Magaro, Bokeem Woodbine, Iain De Caestecker y Jacob Anderson.

Disponible en Netflix

Operación Overlord se estrenó en salas argentinas en noviembre de 2018 y pasó desapercibida para casi todos, incluido este diario, concluyendo su recorrido comercial con menos de treinta mil entradas cortadas. Si bien es una pena habérsela perdido en pantalla grande, la reciente llegada a Netflix significa una segunda oportunidad para esta película cuyo punto de partida, es cierto, no invitaba a esperar demasiado. Porque daba toda la sensación que ya se había escrito y filmado todo lo que podía escribirse y filmarse sobre el desembarco en Normandía de las fuerzas aliadas. Pero aquí el productor es J.J. Abrams, que hace lo mismo que hizo con las series en Lost, con los monstruos en Cloverfield y con los seriales intergalácticos en las renacidas Star Trek y Star Wars: dar vuelta como una media todo lo conocido y convertirlo en algo distinto e inclasificable.

El director de Operación Overlord es un tal Julius Avery, al que habrá que prestarle atención de aquí en adelante. Todo comienza en los minutos previos al lanzamiento de un grupo de paracaidistas con la misión de adentrarse en terreno francés para destruir una antena de comunicaciones en la torre de una iglesia. En medio de una lluvia de balas y cañonazos, el avión termina hecho una bola de fuego que apunta en picada contra el piso. Es una secuencia cargada de efectos visuales que indignará a los puristas de lo analógico. Pero si siempre se ha dicho que la guerra es lo más parecido al infierno, aquí se ilustra a la perfección justamente eso: la sensación de ingresar a un apocalipsis repleto de peligros y con la muerte convertida en una acompañante invisible pero dispuesta a actuar cuando menos se lo espere.

La secuencia tiene la huella indisimulable del cine de Abrams, para quien la espectacularidad, la búsqueda de sensorialidad inmersiva y la grandilocuencia visual y sonora no son sólo un mandato requerido por los espectadores millennials, tal como lo consideran nueve de cada diez películas de gran presupuesto. Son también los pilares del lenguaje que hoy hablan la mayoría de las producciones con aspiraciones de masividad. Abrams, uno de los principales nombres del Hollywood del siglo XXI, domina ese idioma con la seguridad suficiente para ponerlo al servicio del relato y no al revés.

Quien lleva adelante la acción es Boyce (Jovan Adepo), un tímido soldado afroamericano que responde al avasallante Ford (Wyatt Russell). Junto a sus compañeros llegan al pueblo francés cercano a la iglesia y se cruzan con Chloé (Mathilde Ollivier). En una habitación cerrada de su casa está la “abuela enferma”, cuyos gritos son, antes que quejas, sonidos guturales imposibles para un ser humano. Esos sonidos tendrán sentido después de que el buenazo de Boyce descubra que la antena es lo menos importante que esconden los nazis en la iglesia, ya que bajo tierra armaron un sofisticado laboratorio con experimentos destinados a revivir soldados mediante una inyección. “Un régimen de mil años necesita soldados de mil años”, justifica el jerarca nazi más malo que se recuerde desde el Hans Landa de Bastardos sin gloria.

Todo seguirá peor luego de que el alemán huya para hacerle sentir a sus enemigos la experiencia de combatir contra alguien en principio indestructible. Apresado entre la misión original y la búsqueda del bien común (una constante del héroe norteamericano, ya sea soldado, bombero o un personaje de Marvel), Boyce reestructura las acciones grupales para cumplir ambos objetivos. Objetivos bien simples, acorde a una lógica narrativa derivada directamente del universo gamer: personajes sin pasado y con rasgos únicos y marcados, con una misión en principio concreta cuya concreción está atada a la superación de obstáculos inesperados cada vez más difíciles. Operación Overlord es, entonces, una película que cifra varias claves del entretenimiento audiovisual contemporáneo. Nada mal para una de nazis y zombies.