“¡Eh, Paco!”. El grito se cuela a través del teléfono en medio de la entrevista con el protagonista de Los hombres de Paco. “En realidad estaba saludando a mi personaje. Me ha dicho Paco Miranda. Y te digo más ese chaval era poli, venía todo de negro con su conjunto deportivo haciendo aeróbico, muy erguido. No tengo dudas: era de la Policía Nacional”, lanza Francisco Tous. La experiencia se la debe al “madero” que ha interpretado durante nueve temporadas y, tras diez años de ausencia, está de nuevo a las andadas. Auténtico fenómeno de masas en España (en la Argentina se emitió a través de la TV Pública), la entrega acaba de ser estrenada por AtresPlayer Premium (atresplayer.com). Su décima temporada consta de dieciséis episodios divididos en dos partes (cada domingo la plataforma de streaming aloja un nuevo capítulo).

Los hombres de Paco versión 2021 (realizada por Globomedia junto a Atres Media) tiene la clara intención de honrar las bases de este extraño espécimen de comedia y policial surgido allá por 2005. Tan desfachatada como costumbrista, la ficción abraza el delirio junto con esa encomiable cualidad ibérica de reírse de su propia identidad entre tiros y persecuciones. En una de las escenas, Paco y Mariano (notable Pepón Nieto), dan con una ojiva nuclear mientras confiesan problemas maritales, hablan de chupitos de Frangelico, cursos de mindfulness y demás lides de la vida moderna. “Joder, Paco, estos bichos nos pillan ya en una edad muy complicada”, lanza su ladero refiriéndose, no a una peligrosa red delictiva, sino a una aplicación digital que no logra descular. Vueltas de guion mediante, el equipo de Paco pasará a formar parte de un cuerpo de élite vinculado a las operaciones secretas.

Sus responsables describieron el retorno como “una buena hostia contra la mesa”. En sus más de 130 episodios, la serie supo combinar el humor y acción policial con momentos de drama y hasta de misterio sobrenatural. Sin llegar al paroxismo de Brooklyn Nine Nine, el mejor chiste de Los hombres de Paco surge de colocar a sus criaturas en situaciones completamente hilarantes. El regreso cuenta con la mayoría del elenco original además de la incorporación a sus filas del argentino Juan Grandinetti, Amaia Sagasti y Amparo Larrañaga como la coronel Dolores Urbizu. ¿Exponerse a la momia de Franco? ¿Tráfico ilegal de armas radioactivas? ¿Desbaratar el hampa rusa? Escenarios surrealistas, aprietos increíbles que el equipo deberá solucionar, en palabras de Pepón, “a la nuestra”. “Paco es un intento de buen padre, buen policía, buen esposo, y todo le sale mal. O casi mal. Ahí está la gracia”, explica el oriundo de Cádiz.

-¿Por qué la vuelta justo ahora?

­- Hace seis años atrás no lo hubiese aceptado. Pero me gustó este riesgo habiendo pasado un buen tiempo. No fueron solo diez años para el personaje sino que también han sido diez años para mí. Esto es diferente porque hay vértigo, juro que tenía miedo de defraudar por lo que fue ese Paco Miranda y por lo que es ahora. Es un tío que está más maduro, con algunos kilitos de más, le han salido canas. Le pasa lo mismo que siempre pero una década después.

-En el primer episodio hay un chiste muy bueno sobre Tiburón II y el problema de que las segundas partes nunca están a la altura del original. Es casi una tomadura de pelo a la propuesta, ¿no?

­-Pues claro. Hemos dado todo para estar a la altura de lo que fue la serie en el pasado y que no sea solo nostalgia. Hay una gran familiaridad porque el equipo es prácticamente el mismo. Creo que lo mejor es que la vuelta no toma atajos fáciles. Asume que este Paco es el mismo pero mayor. Como dice el dicho: somos los años que hemos pasado. Y la vuelta se da en ese punto. Sigue siendo este tío que quiere hacer el bien, un españolito voluntarioso que ama a su familia. Va a seguir siendo ese tío aunque el mundo haya cambiado.

-Los hombres de Paco ha jugado con varios géneros aunque el humor amalgama todo, ¿cómo mantenerlo fresco después de diez años?

­- Esta temporada se parece mucho a lo que hicimos en los primeros años. Está bien anclada a ese espíritu. El humor tiene que ser matemático, es la estructura sobre la que se apoya el resto de las historias. Eso permite que funcionen los jaleos en los que nos metemos. Aquí pasamos de armas radioactivas, la cuestión catalana al cuerpo de Franco. Debe ser muy preciso.

-Gran parte recae en la dinámica con Mariano, su compañero de andanzas. La química no se puede escribir en papel, ¿cómo es el trabajo con Pepón Nieto y los guionistas?

­- Creo que marcha por lo que comunican nuestros gestos. Las expresiones dicen mucho más que las palabras. Hemos hablado mucho de ello, muchísmo, con Pepón. Nos tomamos muy en serio este tiki taka, lo que permite el juego de la improvisación. Es algo muy rápido que funciona en medio de una mirada. Ya nos conocemos mucho. Estamos al loro, muy despiertos de no pasarnos. Si yo hago una tonada demasiado andaluza, él me lo dice. Confío en él y él confía en mí. Nos repartimos el césped y los guionistas en general nos lo compran porque funcionamos en tándem.

-Durante los años en que la serie estuvo fuera del aire, ¿ha visto alguna situación policial digna de Los hombres de Paco?

-Todos los días. Y no lo digo yo. Me lo dicen los inspectores con lo que me he cruzado. Por más extraño que suene siempre me dicen esto. Las situaciones de Los hombres de Paco son más reales que todas las que se cuentan en las series de policías a las que estamos acostumbrados. “Paco, si yo te contara como se han escapado por detrás algunos presos”, me han dicho. En los policiales hay dos opciones: el protagonista es un superhéroe o es un corrupto. No hay término medio. Y en esta serie lo que tienen es gente normal que se dedica a ser policía y al fin del día quiere volver a casa a pasarlo con su familia. La lían muchísimo y tratan de resolverlo. Ese es el punto.