El Museo Sitio de Memoria Esma no para de sortear desafíos desde que fue un sueño muy parecido a lo que es hoy. Durante sus tiempos de ser una idea tuvo que superar las discusiones entre las necesidades, deseos, requerimientos de los múltiples actores que confluyen en ése, uno de los símbolos del horror de la última dictadura cívico militar eclesiástica. Y lo logró. Durante el macrismo, el muso tuvo que pujar para mantenerse en funcionamiento “sin relegar contenidos ni convicciones”. Y lo logró. Pero terminó la gestión de Cambiemos y llegó la pandemia, que al cerrar sus puertas lo empujó a reinventarse en la virtualidad. En medio de ese más reciente desafío, que también logró sortearlo, la institución cumplió seis años.

“Son seis años del museo y muchos más de soñar el proyecto, de pensarlo, de consensuarlo y de ponerlo en marcha”, destacó Alejandra Naftal, directora del museo desde su inauguración y partícipe del proyecto desde su germen. “Pasaron seis años y pensarlo así es muy fuerte”, remarcó.

El Museo Sitio de Memoria Esma se erigió en el Casino de Oficiales del predio que hasta el 24 de marzo de 2004 fue guarida de la Armada, que desde 2007 es Espacio para la Memoria y para la promoción y la defensa de los Derechos Humanos y desde entonces fue albergando a varios organismos de derechos humanos de la mesa nacional, dos centros culturales, la secretaría de Derechos Humanos, el Archivo Nacional de la Memoria, el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos y el Museo Malvinas. Y que nunca dejó de ser uno de los epicentros del terrorismo de Estado desplegado por los genocidas de la última dictadura. El Casino de Oficiales fue el lugar donde permanecieron secuestradas cerca de cinco mil personas durante la última dictadura, donde fueron torturadas, donde fueron obligadas a parir algunas, a trabajar otras. Donde muchas murieron. La inmensa mayoría, desde allí fueron desaparecidas. La sede del horror.

La previa

Entre 2004 y 2007, la Armada fue lentamente desalojando la Esma. Hasta que ya no quedara nada de la fuerza, los organismos de derechos humanos acordaron no ingresar al predio. Entre la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la de Ciudad --representadas en el predio por Judith Said y Gabriela Alegre respectivamente--, y en base a testimonios que sobrevivientes del centro clandestino que brindaron en el exterior, elaboraron una cartelería montada en atriles que servía de guía para el recorrido por el Casino de Oficiales, por entonces solo destinado a visitas especiales. Entre aquellas, Said recordó la de la representación a la Unesco, el germen de lo que más adelante en el tiempo se convertiría en la candidatura del sitio, ya como museo, a Patrimonio de la Humanidad de ese organismo internacional.

Una vez constituido el Espacio, desde el Ente comenzaron a capacitar guías para la recorrida del centro clandestino. “Participaron sobrevivientes, militantes de las agrupaciones políticas de los 70, organismos de derechos humanos”, recordó Said, quien fue coordinadora ejecutiva del Archivo Nacional de la Memoria y directora nacional de Sitios de Memoria. “Han pasado miles de personas por el sitio, las visitas guiadas se organizaban con tiempo, la gente tenía que inscribirse”, apuntó Said.

Un camino largo

“El museo es el resultado de más de cuarenta años de lucha del pueblo argentino para sostener la memoria, para buscar la verdad, para conseguir la justicia sobre los hechos que ocurrieron aquí”, definió en diálogo con este diario Naftal, museóloga y sobreviviente de Vesubio, otro centro clandestino de detención, tortura y exterminio. En un acto encabezado por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ladeada por la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, el museo quedó inaugurado. El proyecto había llegado a manos de la Presidenta varios años antes y, a lo largo de todo ese tiempo, atravesó un “acalorado debate” entre diversos colectivos vinculados con el espaciosobre qué hacer con los espacios en donde funcionaron centros clandestinos.

“El valor más importante que tiene el museo crece con el paso del tiempo. Va a ser siempre y cada vez más el transmisor de lo que aquí se vivió para las nuevas generaciones”, sostuvo el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, a cargo del área que abraza institucionalmente al museo. Y completó: “Es algo que hacen todos los sitios de memoria que hay en el país, pero la Esma es muy simbólico, por lo grande y porque funcionó en el medio de la ciudad, rodeado de vecinos, a la vista de todos y todas”.

En el caso del Sitio de Memoria Esma, el debate sobre qué hacer y cómo, sobre si había que ingresar, si no; si “ocuparlo”, si reconvertir su fin doloroso en potenciador de memoria con actividades, sigue saldándose de a poco, a medida que pasa el tiempo, lentamente. “Fue un intercambio fluido e intenso entre sobrevivientes y familiares de víctimas que pasaron por el centro clandestino, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, académicos, investigadores, comunicadores, funcionarios. Hicimos más de 200 presentaciones buscando el consenso”, dijo Naftal, hasta que alcanzaron la idea que hoy se ve plasmada en cada recorrido: sin alterar un milímetro el edificio donde funcionó el centro clandestino, con una propuesta resguardada, que evita los golpes bajos, guionada en base a testimonios de sobrevivientes.

Naftal insistió en que “la lucha de los organismos fue fundamental para que” el museo pudiera llevarse a cabo, a lo que “se sumó la voluntad política del Estado, de llevar adelante políticas de memoria, verdad y justicia. Sobre todo esto último: Sin Justicia no se podría haber hecho”.

Más de 400 mil visitantes recorrieron las instalaciones y participaron de las distintas ediciones de actividades que desde el equipo que sostiene su funcionamiento idearon y llevaron a la practica a lo largo de todo este tiempo: visitas guiadas, encuentros docentes, muestras temporarias, conversatorios y debates, La Visita de las Cinco, La Noche de los Museos, entre varios otros.

Las actividades siempre apuntar a la sociedad con aquello que había pasado allí, en el sitio, a través del encuentro con aquellas personas que sufrieron en carne propia las violaciones a los derechos humanos, familiares que reclamaron desde el primer día su ausencia, y luego, memoria, verdad y justicia; integrantes de organismos de derechos humanos; académicos que estudiaron el tema, funcionarios responsables de elaboración y puesta en marcha de leyes vinculadas con la memoria. Las inciativas fueron y son pensadas para diferentes clases de públicos, desde adultos hasta jóvenes estudiantes, madres y padres con hijes, mujeres, en una reflexión permanente sobre la importancia que tiene en el presente el darle vueltas al pasado, el verlo desde diferentes aristas, el recordarlo siempre. Para que nunca más se repita.

Para la directora del museo, lo más difícil en estos seis años, sin embargo, fue el macrismo. “Sobrevivir a un gobierno que no tenía ni tuvo nunca a la memoria entre sus políticas fue muy duro”, apuntó. Un desafío que lograron sortear “sin cambiar contenidos ni convicciones, entendiendo que era un lugar para todos y todas” gracias al hecho de que “el proyecto fue tan de consenso, tan discutido y aceptado”, entendió Naftal. “Durante el macrismo la sociedad encontró en el museo un lugar en donde continuar la lucha por la memoria, la verdad y la justicia”, remarcó.

Reinventarse en la pandemia

El 2020, no obstante, trajo un nuevo desafío: una pandemia que obligó al país a una cuarentena estricta, sin posibilidades de actividades sociales, recreativas, educativas que implicaran acumulamiento de personas en lugares cerrados. “La covid nos puso el gran desafío para una institución como el museo, cuyo objetivo es convocar a gente a que venga a un espacio y recorrerlo con el cuerpo, de reinventarse en la virtualidad”, indicó Naftal. Entre marzo de 2020 y enero de 2021, el Museo Sitio de Memoria Esma permaneció cerrado al público, que no es lo mismo que inactivo.

“Nos pusimos a pensar en un museo virtual”, puntualizó la directora, algo que, aseguró, “posibilitó acercar al museo a muchísima más gente que la que asistía a las visitas guiadas. Sin reemplazarlas, la virtualidad las potenció desde la complemetariedad”. En mayo de 2020 retomaron la Visita de las Cinco en formato virtual: cada una de las que hicieron (una por mes desde mayo) contó con más de 60 mil espectadores que participaron a través del canal de youtube del museo. También organizaron debates con estudiantes secundarios, que llamaron Diálogos de Memoria, conversatorios y talleres que siguen hasta hoy, entre tantas otras movidas. “Todo lo hacemos pensando en sembrar el germen de la curiosidad para que apenas se pueda, tengan ganas de venir a recorrerlo”, concluyó.

En enero de 2021 las visitas al público fueron retomadas bajo lo que llamaron “reapertura cuidada”, en base a protocolos específicos que incluyeron reducción de contingentes, inscripción previa vía web, uso de barbijos, entre otros puntos. Actualmente, sin embargo, debieron suspender ese régimen debido a las últimas restricciones.

Patrimonio del Nunca Más

La incorporación del museo a la lista tentativa de bienes argentinos a ser considerados como Patrimonio mundial bajo la protección de la Unesco, aquella oportunidad que vio su semilla en 2006, cuando la Esma no había sido desalojada del todo por las fuerzas armadas, se concretó en 2017 y se definirá recién en 2023, pero que implica un montón de trabajo para sostener, reforzar y potenciar su candidatura para establecerlo como parte del patrimonio histórico y mundial del Nunca Más.

Según el calendario burocrático, en septiembre próximo el expediente técnico del sitio debe estar presentado; luego vendrá el momento de la auditoría. Recién en junio de 2023 decidirán los 21 estados miembros de la Unesco. De concretarse la incorporación del sitio de memoria entre aquellos espacios considerados “de conciencia”, sería el primero del continente americano. Por eso, se considera su importancia a la hora de simbolizar el terrorismo de Estado basado en la desaparición de personas que tuvo lugar tanto en Argentina como en la región del cono sur. Hasta entonces, continuará el equipo encargado de la candidatura enfocado en la búsqueda de apoyos de todo el sector público, porque lo “verdaderamente importante es que se demuestre que el espacio es reconocido por todo un Estado como aporte a la memoria”, detalló Naftal.