Francisco aprovechó su mensaje con oportunidad de la reciente Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de la Iglesia Católica para, a partir de un análisis crítico a la situación de la comunicación en la actualidad, hacer también una invitación a los profesionales a “desgastar las suelas de los zapatos” para “ir y ver” de forma cercana los acontecimientos que resultan noticiables y salir de la “cómoda” presunción del “como ya es sabido”. Para el Papa se trata de una “sugerencia para toda expresión comunicativa que quiera ser límpida y honesta, en la redacción de un periódico como en el mundo del web”, indicando que la propuesta vale también para la “predicación ordinaria de la Iglesia como en la comunicación política y social”.

La Jornada de las Comunicaciones Sociales fue establecida por la Iglesia Católica para resaltar la importancia de la comunicación en la sociedad actual y cada año el Papa dedica un mensaje con ese propósito.

En esta oportunidad Francisco alerta sobre del riesgo de un “aplanamiento” en lo que él mismo denomina los “periódicos fotocopia” o en los noticieros de radio y televisión y páginas web “que son sustancialmente iguales” y donde “el género de la investigación y del reportaje pierden espacio y calidad en beneficio de una información preconfeccionada, ‘de palacio’, autorreferencial” que -dice el Papa- “es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas, y ya no sabe recoger ni los fenómenos sociales más graves ni las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad”.

Jorge Bergoglio se refiere también a la “crisis del sector editorial” apuntando a “una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, ‘sin desgastar las suelas de los zapatos’, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de visu ciertas situaciones”.

Reconociendo el valor de las innovaciones tecnológicas en el campo comunicacional Francisco sostiene que “cada instrumento es útil y valioso sólo si nos empuja a ir y a ver la realidad que de otra manera no sabríamos, si pone en red conocimientos que de otro modo no circularían, si permite encuentros que de otra forma no se producirían”.

Hay también espacio para el reconocimiento de la “la valentía” de periodistas, camarógrafos, montadores, directores que “a menudo trabajan corriendo grandes riesgos” y permiten conocer “las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado”. Señala el Papa que “sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad”.

Respecto de la crisis sanitaria que afecta a toda la humanidad, Bergoglio dice que “existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, sólo desde los ojos del mundo más rico, de tener una ‘doble contabilidad’”, respecto de la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, corriendo el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes, “con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real”.

En el documento hay también un capítulo dedicado a “oportunidades e insidias en la web” donde, tras afirmar que “la tecnología digital nos da la posibilidad de una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil” y de señalar que se trata de “un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores” advierte a renglón seguido sobre “los riesgos de una comunicación social carente de controles”. Porque, dice Bergoglio “hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo”.

El Papa finaliza diciendo que “en la comunicación, nada puede sustituir completamente el hecho de ver en persona” porque “algunas cosas se pueden aprender sólo con la experiencia” y “no se comunica, de hecho, solamente con las palabras, sino con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos”. Invitando además a pensar “en cuánta elocuencia vacía abunda también en nuestro tiempo, en cualquier ámbito de la vida pública, tanto en el comercio como en la política”.

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