Desde Roma.Organizado por la Secretaría de Estado del Vaticano y otras oficinas de la Santa Sede y con la participación, entre otras, de mujeres miembros de varias organizaciones de Naciones Unidas , la video-conferencia internacional “Food for life” (alimentos para la vida) sobre el “Rol de la mujer en la promoción del desarrollo humano integral” realizada días atrás, destacó el valor poco reconocido que la mujer ha tenido en la agricultura y economía de muchos países y el cambio de visión que el mundo tendrá que tener sobre ella para enfrentar mejor los desafíos de la nueva vida cuando pase la pandemia.

En muchos países europeos y no sólo, las mujeres han sido uno de los sectores más golpeados por la crisis desatada por la pandemia, así como los jóvenes. Sólo por dar un ejemplo, en diciembre del 2020, en Italia se perdieron 101.000 puestos de trabajo, pero 99.000 de ellos eran de mujeres.

El dato lo sacó a relucir en su intervención en la videoconferencia la sindicalista Daniela Fumarola, dirigente de la CISL (Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores), una de las tres centrales sindicales de Italia. “Sólo el trabajo nos llevará lejos de esta crisis”, dijo. Pero hay que “plantar las semillas de un sistema solidario que ponga en el centro la tierra y la persona que trabaja”. Es necesario llevar adelante una política agroalimentaria que esté anclada en un “modelo social que repudie toda forma de explotación femenina o juvenil”, añadió Fumarola en tácita alusión a ciertos fenómeno de explotación de jóvenes y migrantes en general, que se han verificado en la agricultura del sur de Italia. Hay que decir no al “liberalismo desenfrenado”, añadió. El camino “hacia el desarrollo sostenible” después de la crisis desatada por la pandemia, está todavía lejos. Pero en ese camino, “el trabajo y la valoración de las mujeres debe hacer la diferencia”, subrayó. “Los hombres tienen que adquirir consciencia de que el trabajo femenino también aumenta el PIB” (Producto Bruto Interno).

Otra de las participantes, Ndaya Betchika, experta técnica en diferencias de género e inclusión de otro organismo de la ONU, el FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola), subrayó por su parte la importancia de no sólo “hablar de las mujeres” para que el mundo conozca su trayectoria sino hacer que ellas “estén representadas” en todas las organizaciones importantes de cada país.

La discriminación hacia las mujeres se ha exaltado con la pandemia, destacó Lola Castro, directora de WFP (Programa Alimentario Mundial) para África del Sur, que también subrayó el rol que los conflictos han tenido en la difusión de la malnutrición y el hambre en muchos países de África principalmente. WFP trata de promover igualdad y empoderamiento de las mujeres, dada la crisis desencadenada por la pandemia, pero también en los países afectados por conflictos ya que los conflictos son una de las causas más importante del hambre en el mundo, como reconoció una resolución de la ONU. Los conflictos no sólo generan terror y migraciones sino malnutrición en mujeres y niños principalmente. Los más altos niveles de malnutrición se verifican en los países donde hay guerras pero también cambios climáticos importantes, subrayó Castro.

Según datos de distintos entes de Naciones Unidas difundidos durante el encuentro, entre 83 y 132 millones de personas están sufriendo un agravamiento de la desnutrición durante la pandemia.

¿Qué hay que cambiar luego de la pandemia para mejorar la situación de los países? Según Castro, las mujeres deben ser incluidas en las actividades de prevención (de los conflictos por ejemplo) y en las estrategias que elabore cada país. También es necesario crear estructuras que den más poder a las mujeres a distintos niveles y reconocer el rol de ellas y su impacto incluso en los sectores informales de le economía, en las familias, en las comunidades.

La colombiana Marcela Villareal, directora de la Oficina de Comunicaciones, Asociaciones y Promoción de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), subrayó por su parte que a nivel agrícola las mujeres deberían tener acceso a los mismos recursos que los hombres: a tierras, tecnologías, financiaciones. Porque las mujeres “dan una contribución importante al sistema alimentario mundial, un rol que no es reconocido”, subrayó.

En este sentido vale la pena recordar un ejemplo de empoderamiento femenino llevado a cabo hace algunos años por el FIDA en algunos países africanos donde, a través de un concreto proyecto, se dio financiación y asistencia a numerosas mujeres agricultoras.

Para la profesora Daniela Ropelato, profesora de Ciencias Políticas del Instituto Universitario Sophia, cercano a Florencia, “las mujeres son centrales en el sistema alimentario”, tanto rural como en las ciudades. Por lo cual se trata de prestar atención a lo que ellas hacen. Se trata de tomar a cargo “el cuidado” del mundo como dice a menudo el Papa Francisco. “Pedimos con urgencia que la voz de las mujeres sea escuchada y amplificada”. Se necesita una “alianza” para construir la paz en el mundo, una alianza “entre hombres y mujeres”, concluyó Ropelato.

Si bien las participantes sacaron a relucir en distintos momentos la encíclica ecologista del papa Francisco, “Laudato si”, que hace referencia a la necesidad de cuidar la Madre Tierra porque es la casa de todos, la profesora Linda Ghisoni, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, del Vaticano, puso el acento sobre todo en la necesidad de apuntar a la “educación de las nuevas generaciones”, en las familias en particular. Un rol muy importante desempeñado sobre todo por las mujeres. Según “Laudato si”, dijo, la familia es el lugar de formación y maduración personal, el ámbito más eficaz para crear “una mentalidad nueva, una cultura nueva de respeto del ambiente”. Pero sin duda es necesario valorizar “el tiempo dedicado a la educación de los hijos”. Y las mujeres “tienen un rol educativo insustituible”. La pandemia nos ha enseñado que “no saldremos si no es juntos”. La colaboración entre hombres y mujeres es fundamental. No la competitividad”, subrayó Ghisoni.

 Al concluir el encuentro, que también habló sobre la colaboración de las mujeres en el mundo de las tecnologías espaciales, la ecuatoriana Catalina Hinojosa, miembro de la organización católica “La economía de Francisco” que lleva adelante proyectos en todo el mundo, contó su experiencia con las indígenas ecuatorianas, mujeres que sostienen el sistema alimentario y son la base de la producción agrícola pero cuyo trabajo no es reconocido, contó.