Héroe de la revolución, de la independencia nacional y de la emancipación americana, Martín Miguel de Güemes hizo de la guerra gaucha la táctica y el instrumento que llevaron al norte argentino a su liberación de la amenaza realista. En el bicentenario de su muerte, la revista Caras y Caretas de junio -el domingo en los kioscos, opcional con Página/12- está dedicada a esta figura central de nuestra historia, que fue bautizada en su tierra como el “padre de los pobres”.

María Seoane dedica  su editorial a las “madres” de la Patria. “Pelearon como soldadas de la Guerra de la Independencia desde 1810. Dejaron su vida en selvas, llanuras y montañas; en trincheras de barro y sangre; alimentaron a las tropas, curaron la soledad y las heridas de sus hombres, participaron en el escabroso ritual de los guerreros mientras arrastraban a sus hijos con ellas, entre la soldadesca y el barro, entre la sangre y la represión salvaje de las tropas españolas. Fueron madres, espías y amantes; heroínas en las alcobas y en las trincheras; esposas, viudas y concubinas. ¿Cómo contar la vida y la obra de Martín Miguel de Güemes, el gaucho infernal, el héroe que logró mantener a raya a los sanguinarios invasores del imperio español y garantizar la integridad de nuestro territorio en el norte, sin hablar de nuestras heroínas? ¿Cómo contarla sin hablar de la mixtura revolucionaria del amor romántico y la pasión política?”

Felipe Pigna hace hincapié en el ocultamiento de la figura de Güemes: “Las historias oficiales lo sepultaron bajo el mote, para ellas despreciable, de ‘caudillo popular’, y el poder de entonces se negaba a mandarle armas y recursos por temor a que surgiera un nuevo Artigas en el norte. A los gobernantes porteños les molestaba el uso del término ‘gaucho’ en los documentos y las cartas que intercambiaban Güemes y San Martín. Gauchos eran también los federales artiguistas, los desocupados, los desheredados, que por un decreto del Directorio los habían declarado ‘vagos y malentretenidos’ y los condenaban a la línea de fronteras o a la cárcel por el delito de ser gauchos y pobres”.

Desde la nota de tapa, Pigna refuerza esta idea: “Las victorias de San Martín y de Güemes permitían pensar en una lógica ofensiva común del Ejército del Norte estacionado en Tucumán a las órdenes de Belgrano y los gauchos salteños hacia el Alto Perú. Pero la lógica por aquellos tiempos quedaba supeditada a las miserias y mezquindades políticas y se desaprovechó una oportunidad única de terminar con el poder realista en aquella estratégica zona. Se comenzaba a perder definitivamente el Alto Perú. La causa libertadora no era una prioridad para el Directorio. Su estrechez mental lo llevaba a centrarse en la exclusiva defensa de los límites de la provincia de Buenos Aires y de sus ilimitados intereses”.

Gustavo Sáenz, gobernador de Salta, escribe: “En este 2021, la celebración de Güemes pasa por la restitución entre nosotros de los valores que él encarna: el diálogo, la celebración de acuerdos, la visión estratégica del país, el reconocimiento del rol de las mujeres y otros de profundo sentido social. De esas raíces podrá nutrirse, con más libertad, solidaridad e igualdad, nuestro futuro”.

María Laura Mazzoni da cuenta de la participación de Güemes en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas. Abel Cornejo se dedica a la Paz de los Cerrillos, un tratado fundamental que posibilitó la declaración de la Independencia. Sara Mata escribe sobre la guerra gaucha. Y Antonio Marocco reivindica al gaucho como sujeto político.

En tanto, María Irene Romero retrata a las mujeres que acompañaron a Güemes: su madre, Magdalena Goyechea de la Corte y Rozas, su hermana Macacha y su esposa, Carmen Puch. Y Ricardo Lesser escribe sobre estas mujeres desde la perspectiva de la historia de la vida privada.

Martín Ignacio Plaza destaca el trabajo historiográfico de Bernardo Frías, biógrafo del prócer salteño, que dignificó su figura y la rescató del olvido oficial. Hernán Brienza escribe sobre el Ejército del Norte. Y Alejandro Tarruella, sobre la perspectiva latinoamericana en Güemes.

En la sección Vintage, se ofrece un muestreo de publicaciones de Caras y Caretas en su época original referidas al héroe gaucho. Ricardo Ragendorfer aporta una crónica policial, en este caso, sobre la accidentada filmación de La guerra gaucha.

El número se completa con entrevistas con Araceli Bellotta (por Gimena Fuertes), Mario Rapoport (por Virginia Poblet) y Hugo Chumbita (por Juan Funes).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.