Desde Lima. Este domingo, poco más de 25 millones de peruanos acudirán a las urnas para votar entre la continuidad y el cambio del modelo económico neoliberal. El profesor rural y sindicalista de izquierda Pedro Castillo y Keiko Fujimori, cabeza de una derecha autoritaria, llegan igualados en los sondeos. El país se ha dividido en dos, como si se tratara de dos países muy distintos. De un lado, el interior, especialmente las empobrecidas y marginadas zonas andinas, apoya mayoritariamente al candidato de la izquierda, del otro lado, en Lima, que concentra un tercio de los electores, tiene una importante ventaja la hija del exdictador Alberto Fujimori preso con una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción. A esa división territorial, se suma una clara fractura social: los más pobres votan mayoritariamente por Castillo, los sectores de mayores ingresos lo hacen casi en bloque por Keiko. En los sectores medios las diferencias se diluyen, con una ligera ventaja para la candidata fujimorista, según últimos sondeos.

Dos encuestas publicadas el pasado domingo, fecha límite para difundir sondeos antes de las elecciones, daban una diferencia mínima de dos puntos a favor de Castillo. Tres sondeos realizados en estos días, entre el viernes y sábado, que no se han difundido en el país por la prohibición legal de hacerlo, pero a los que Página 12 tuvo acceso, cambian el panorama y ponen a Keiko adelante. Castillo estuvo primero en todos los sondeos los dos meses de campaña, pero en el último momento el resultado se podría dar vuelta a favor de la derecha.

Una encuesta de este sábado del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) da un virtual empate: 40,9 por ciento para Keiko y 40,8 por ciento para Castillo. Un 11,5 por ciento dice que votará en blanco y un 6,8 por ciento se declara indeciso. En un simulacro de votación, también realizado el sábado, Ipsos registró 44,8 por ciento para la candidata de la derecha y 44,1 por ciento para el candidato de la izquierda, y un 11,1 por ciento no expresó preferencia. Extrapolado a votos válidos, eliminando a los que no marcaron por un candidato, Keiko tendría 50,4 por ciento y Castillo 49,6 por ciento. La encuestadora CPI, que el viernes hizo un simulacro de votación, también pone en primer lugar a la hija del exdictador Fujimori con 45 por ciento, mientras al profesor de izquierda le da 44,8 por ciento. Un 10,2 por ciento no expresó opinión. En votos válidos, Keiko gana por lo mínimo: 50,1 contra 49,9 por ciento.

Hay una gran incertidumbre sobre cuál puede ser el resultado y preocupación por lo que pueda ocurrir si la diferencia de la votación es muy poca para uno u otro lado, como todo indica ocurrirá. Se ha buscado crear un escenario para denunciar fraude si el resultado no es el que se quiere, campaña que ha venido fundamentalmente del lado fujimorista, que hasta este fin de semana ha estado abajo en todas las encuestas.

Una canal de televisión alineado con el fujimorismo ha armado una delirante campaña diciendo que en el padrón electoral hay personas fallecidas que serían suplantadas para que voten a favor de Castillo. Es una acusación divulgada sin ninguna evidencia. El padrón electoral cierra un año antes de las elecciones y los muertos que figuran son los fallecidos en el período desde que se cerró hasta el día de las elecciones. Algo que se ha dado en todos los procesos electorales.

Medios que apoyan a Keiko señalan al presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), el juez supremo Jorge Luis Salas, como un supuesto comunista que pretende favorecer a Castillo. Se basan en que hace más de cuarenta años, cuando era estudiante, Salas tuvo cercanía con una agrupación estudiantil progresista, y en que hace tres décadas, como abogado, defendió a procesados por terrorismo, defensa legal que ejerció por pedido de una organización de la Iglesia Católica que apoyaba a inocentes acusados. Congresistas de derecha pidieron la renuncia de Salas. La acusación es absurda, pero está siendo utilizada para poner en duda la imparcialidad del JNE, que administra justicia electoral, pero no tiene injerencia en el recuento de votos.

Desde el lado de la candidatura de Castillo no hay una campaña sostenida en ese sentido, pero se han expresado dudas sobre la imparcialidad de los organismos electorales, insinuado que podría haber un fraude a favor de Keiko. Se dice que el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el organismo encargado de organizar las elecciones y contar los votos, Piero Corvetto, tendría cercanía con el fujimorismo por una vieja amistad de juventud con un dirigente de ese partido. Pero no se ha mostrado ninguna evidencia de un favoritismo de la ONPE a la candidatura fujimorista.

“Nunca se ha tratado de deslegitimar el proceso electoral como se está haciendo ahora, con una campaña enorme contra los organismos electorales. Todo lo que se está diciendo sobre los organismos electorales es falso e irresponsable. Esta campaña apunta a decir ‘si no gano es fraude’. Si Castillo gana por un estrecho margen creo que probablemente no sea reconocido como ganador y habrá una campaña para decir que hubo fraude. Para que haya fraude todas las instituciones tendrían que estar capturadas y eso no ocurre. No es posible un fraude”, señala Fernando Tuesta, politólogo y exjefe de la ONPE.

El presidente Francisco Sagasti llamó a los dos candidatos a respetar el resultado. “Invoco, especialmente a quienes están candidateando en esta segunda vuelta y a sus organizaciones políticas, a aceptar escrupulosamente la voluntad del pueblo peruano expresada en las urnas”, señaló Sagasti en un mensaje televisado a todo el país. Hizo un llamado a la ciudadanía a “mantener la serenidad y esperar los resultados oficiales”.

Cuando los expresidentes José Mujica de Uruguay y Evo Morales de Bolivia se expresaron a favor de la candidatura de Castillo, la Cancillería peruana les exigió en un comunicado que no intervengan en las elecciones peruanas, pero ha mantenido silencio cuando el venezolano Leopoldo López ha hecho durante un reciente viaje a Lima abierta campaña a favor de Keiko. Una marcada diferencia que pone sombras sobre un gobierno que se ha esforzado en mostrarse neutral.

Este domingo, el Perú se juega el cambio o la continuidad de un modelo neoliberal que ya lleva más de treinta años y cuyas debilidades y profundas inequidades se han expresado dramáticamente en la pandemia. Una millonaria campaña de miedo ha golpeado a la opción del cambio, que ha reunido alrededor de Castillo a distintos sectores del progresismo. Además de un agresivo macartismo, la campaña contra Castillo, de origen andino y pobre, ha tenido mucho de racismo y clasismo.

Con el país dividido en dos, el resultado de este domingo es impredecible. Y lo que pueda venir después también.