Optimista u obstinado, el Gobierno de Salta corrió las elecciones para 41 días más tarde, en vez del 4 de julio se vota el 15 de agosto, todavía sigue siendo invierno y las chances de un domingo frío están intactas, pero aparentemente para entonces según los cálculos del gobierno la pandemia habrá terminado o por lo menos ya no llenará las terapia intensiva de toda la provincia.

En paralelo, casi resignado a no tener temporada de invierno, el sector del turismo cuenta con los dedos de la mano los pocos feriados largos que quedan, como para tratar de llegar a fin de año laburando, pero ahora ya sabe que el del 16 de agosto, por pandemia o elección, está perdido.

Pocas ideas pero fijas, el gobierno tenía como certeza que no se debían unificar las votaciones provinciales y nacionales. “A Alberto lo que es de Alberto y a Sáenz lo que es de Sáenz”, habrá pensado bíblicamente nuestro benemérito gobernador, que prefiere correr la adrenalina de una eventual nueva postergación si la situación no mejora, a que se le junte el ganado electoral.

Y es que entre los méritos propios y el desbande de la oposición, el oficialismo encara la contienda electoral confiado de una buena perfomance que le permita prescindir del escenario nacional, algo que no sucedería si se hacen en octubre (el mes alternativo como para que se vote desdoblado), porque ya tendría sobre la mesa los resultados de las PASO para el Congreso.

El saencismo no quiere que dichos números terminen acomodando lo que los dirigentes opositores locales no pueden, y quedar en estos eternos tiempos de grieta, atrapado en la inexistente avenida del medio, como le sucedió hace cuatro años al urtubeicismo.

En ese 2017, Juan Manuel Urtubey unificó las elecciones (por primera vez en 10 años de mandato) con el propósito de derrotar en Salta al macrismo y al Kirchnerismo, y que eso se convierta en carta de presentación para su candidatura presidencial.

Finalmente obtendría una victoria pírrica tras lograr imponerse en las PASO, pero en las Generales no pudo evitar, como dijo Urtubey, que Salta se “pinte de amarillo” como en el resto del país, lo que benefició al representante de Cambiemos, Martín Grande, que terminó primero, mientras Andrés Zottos por el urtubeicismo, a punto estuvo de quedar por debajo del Oso Leavy, que representaba al kirchnerismo.

Esa elección a la larga representó un tiro en el ala para la postulación a la Casa Rosada del ex mandatario salteño, que dos años después debería conformarse con secundar una fórmula junto con Roberto Lavagna.

Aunque tienta identificar al Frente de Todos local como el gran opositor a Sáenz, y el que se beneficiará en una elección conjunta por la buena imagen que pueda tener Alberto Fernández, es tan o más peligroso para el saencismo lo que pueda arrastrar Juntos por el Cambio, que hoy está en condiciones de recibir los habituales votos propios (que en la capital salteña siempre fueron abundantes) y aquellos ajenos de los que quieran castigar al gobierno nacional y que no encuentran un opción alternativa del centro a la izquierda.

Por eso, cerrando el proceso electoral el 15 de agosto, el gobernador se evitaría cualquier efecto derrame nacional que le distorsione las encuestas que hoy les salen a favor y que, por ejemplo, otra vez Martín Grande (una candidatura dedicada a los que dicen que alternancia es renovación) termine dándole un susto a sus candidatos para el Senado, que hoy corren con el caballo del comisario.

Para validar la decisión de la nueva fecha, el gobierno además de hacerse bendecir por el COE, convocó a todos los partidos a una especie de audiencia pública no vinculante, como las que se hacen cada vez que quieren subir el boleto de colectivo, y que solo sirven para catarsis de los consumidores.

En este caso en el zoom conducido por el ministro de Gobierno Ricardo Villada, los referentes oficialistas dijeron que se desdoble, y la mayoría de los de la oposición pidieron que se unifique. Se ve que ninguno de los argumentos dado por la oposición logró conmover a Villada, ya que 48 horas después confirmó que la provincia ocuparía la fecha que dejó vacante la nación cuando postergó las Primarias.

De esta manera el año electoral salteño arranca el 15 de agosto con la única elección provincial, sin PASO, por lo que el que tiene más votos festejará y el que no juntó ni para un fútbol 5 llorará, pero ese día ya quedarán definidos los nuevos legisladores.

La siguiente escala será el 12 de septiembre para las Primarias nacionales, y se cerrará el año electoral el 14 de noviembre cuando se defina qué tres diputados tendrá Salta en el Congreso.

Inoculación precoz

Si de por sí una pandemia, más el frío, más un fin de semana largo y más un proyecto de ley que podría exceptuar a los grupos de riesgo de ir a votar de forma obligatoria, conforman un combo ideal para que una elección provincial termine con el mismo volumen de votantes que el que tendría un centro vecinal, la llegada continua de dosis a Salta en las últimas semanas, ilusiona al gobierno en que por lo menos el factor miedo a la pandemia se atenúe al haber abarcado con una dosis a la mayoría de los votantes.

El operativo de vacunación masiva tiene este fin de semana su segundo capítulo, ya que, más allá de los aglomeramientos que se dieron, el gobierno quedó contento con lo que pasó hace siete días atrás, y que le permitió levantar el porcentaje de vacunas aplicadas, un rubro en el que a Salta por ahora se le viene complicando, con un índice por debajo de la media nacional.

Para ayer y hoy hubo una mejor organización y, especialmente una buena difusión oficial, a diferencia de la semana pasada en la que el boca a boca entre los vecinos fue el medio más efectivo para convocar a los vecinos.

Paradójicamente en Salta capital el sábado escasearon las largas filas como las del fin de semana pasado, ya que durante la mañana (por motivos que aún se investigan) la gente no se acercó masivamente a los distintos  centros de vacunación, lo que llevó al gobierno a bajar aún más la franja etaria y permitir que el pinchazo también lo reciban los mayores de 45 años para poder liquidar el stock de vacunas. Este domingo incluso se adelantó para los menores de 40, que estaban planificados originalmente para por lo menos la próxima semana.

Pero quienes sí estuvieron tempranito el sábado en los lugares de vacunación fueron los funcionarios provinciales, que siguiendo el ejemplo de Sáenz, salieron a “supervisar” el operativo, y hasta capaz poder tener un baño de pueblo entremezclándose entre los votantes, perdón entre los vacunados, y sacarse una foto con ellos para las redes.

Así que si los salteños iban a los centros de salud correctos y en el momento justo, podían volver a sus casas no solo con la vacuna adentro, sino que además con una foto del ministro como souvenir.

Otro signo de los tiempos pandémicos de bajo presupuesto es que la campaña de vacunación cumple hoy el mismo papel que las tradicionales inauguraciones de obras públicas, ideales para que los candidatos del oficialismo sumen un par de puntos en la consideración de los vecinos. Si esto sigue a ese ritmo en dos fines de semana más de inoculación masiva no sería raro que algunos de los candidatos haya aprendido a vacunar y aparezca como voluntario aplicando pinchazos en los brazos de los confiados vecinos.

Igualmente si se van a seguir buscando alternativas para vacunar la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible, ya no sería tan mala idea la de poner en fila a 10 mil gauchos el 17 de junio. Instalando un puesto en la avenida Uruguay el COE mata dos pájaros de un tiro, ya que se saca de encima el desfile y sigue sumando inoculados para levantar ese alicaído porcentual de aplicaciones.

Pero desde la Asociación de Gauchos dijeron que están tomando medidas como para que el desfile pueda hacerse, y adelantaron que bajaron el número de participantes de 10 mil a ocho mil, y que sacarían también a las bandas de música, cosa de que no haya 8020 personas...

Por lo pronto el Comité Operativo de Emergencia debe saber que esta es una historia de nunca acabar, porque es probable que al día siguiente de que termine el desfile, le empezarán a preguntar qué va a pasar con el Milagro y los peregrinos. Pero eso ya será motivo de análisis para otro boletín.