"Si una mujer entra a la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. La frase es de Florentina Gómez Miranda, política y luchadora argentina por los derechos de la mujer y Mercedes D'Alessandro, doctora en economía y directora de Igualdad y Género del Ministerio de Economía es una de las funcionarias que trabaja para llevar esa idea a la práctica. En diálogo con PáginaI12 explica cómo la construcción de sentidos que se impuso en estos años de lucha feminista se pueda traducir en políticas públicas concretas, que van desde la inclusión de la perspectiva de género en programas puntuales de trabajo e ingresos, hasta en la negociación con el Fondo Monetario Internacional. 

- Resumió su trabajo como directora diciendo que “en una buena semana tengo 20 frustraciones”: ¿Cómo se hace, y cuánto margen tiene para atender las problemáticas de género en un contexto macroeconómico como el argentino?

- El gobierno nacional es un gobierno feminista. Somos muchas las mujeres que estamos hoy formando parte de espacios en donde podemos debatir, sugerir e implementar medidas. Ahora bien, el Estado como herramienta de trabajo de gobierno con sus instituciones, burocracias, organismos y diseños no es feminista. Es natural, porque la perspectiva de género es nueva para el Estado y para muchos de nuestros compañeros. El feminismo en términos de política pública es novedoso. Han habido políticas feministas, pero no como una herramienta de acción estatal y es ahí donde aparecen estas frustraciones: se tiene que allanar el camino porque hay algunos debates que no se entienden por falta de formación de muchas de las personas que ocupan espacios de tomas de decisiones. 

- ¿Qué rol juega en todo esto el espacio de Mujeres Gobernando?

- La política en Argentina siempre ha sido muy masculina y con cuadros políticos varones. Las mujeres hoy empezamos a tener más relevancia, espacios propios y generamos nuestras estrategias para avanzar: el equipo que tenemos de mujeres gobernando es una de ellas. El Estado tampoco tiene la posibilidad de solucionar ni resolver todo porque en una sociedad hay muchos actores y actrices: Estado, sector privado, los movimientos sociales. Pero soy optimista en el sentido de que estamos experimentando un cambio de perspectiva, porque entramos un grupo muy grande de mujeres que nos conocemos y rápidamente nos contactamos y nos agrupamos, y tenemos una agenda propia que la hacemos crecer. Creo que es algo inédito e histórico. No me imagino cómo hubiese sido mi vida en la gestión pública y mucho menos en pandemia sin el espacio de mujeres gobernando. De acá a cinco años vamos a tener un Estado que se transformó institucionalmente que es algo que aún no tenemos: hoy el Estado es machirulo y nosotras lo estamos transformando.

- ¿Qué mejoras ve en términos de violencia económica desde el inicio de "Ni una Menos" hasta hoy?

- Estos días estaba revisando la parte de género del acuerdo que firmó el macrismo con el FMI. No se cumplió nada de lo pautado, salvo alguna partida de refuerzo en el Instituto Nacional de la Mujer. Después quedó todo como decorativo. En un año este gobierno avanzó más que lo que se había comprometido el macrismo en el acuerdo con el FMI en términos de género. Los avances son muy grandes: programas sociales con perspectiva de género, obras de infraestructura de cuidados, el presupuesto con perspectiva de género, entre otras cosas. 

- Con respecto al FMI, ¿es posible incluir la perspectiva de género en la negociación de deuda? ¿Cómo se sale del plano discursivo y se traslada a la letra chica? 

- El acuerdo tiene varias partes: está la parte de cuánto pagás, las tasas y los plazos que es la que más se esta debatiendo. Luego está el marco en el cual el Estado se compromete para crecer lo suficiente para pagar en los tiempos acordados: la hoja de ruta. En esa hoja de ruta va a estar incorporada la perspectiva de género porque forma parte de este gobierno. No hay manera de que el acuerdo con el FMI no incorpore perspectiva de género. Como ejemplos concretos, hablo de cuestiones que tienen que ver con el gasto público, pisos de la inserción social como AUH, la tarjeta Alimentar o el Potenciar Trabajo; también en obras publicas como infraestructura de cuidados.

- ¿Qué significa en la práctica tener un presupuesto con perspectiva de género?

- Si bien suena abstracto, hoy tener un presupuesto con perspectiva de género permite tener una herramienta estatal de gestión feminista que no existía. En el Estado hacer política pública significa conseguir partida presupuestaria. Feminismo sin plata es activismo y disputa por construcción de sentido, que es súper importante obviamente. Pero desde la gestión se necesita negociar partidas presupuestarias para llevar adelante políticas con perspectiva de género. Poder ver claramente dónde están los esfuerzos que hace el Estado para achicar esta desigualdad, monitorear su nivel de cumplimiento y entender qué falta; es una herramienta muy fundamental para las compañeras que tienen que dar debate en sus ministerios y al interior de cada espacio de trabajo. Es una herramienta de disputa concreta en el presupuesto. 

- La Dirección de Igualdad y Género calculó que las tareas domésticas no remuneradas contribuyen casi 16 puntos del PBI ¿Qué puede hacer el Estado para reconocer ese aporte?

- Este año tuvimos muchos avances al respecto. Uno muy concreto es el de la inclusión de líneas específicas para quienes se dedican al trabajo de cuidados sociocomunitarios como comedores o espacios de cuidado dentro del Potenciar trabajo, el programa más importante del Ministerio de Desarrollo Social. Es un paso que no sólo es teórico, sino que es práctico: hay compañeras que tienen un Potenciar Trabajo por hacer una tarea que antes no era reconocida como un trabajo para aplicar a ningún programa; es un reconocimiento de estas tareas como trabajo productivo.

- ¿Qué es más peligroso, la feminización de la pobreza o la masculinización de la riqueza?

- Hoy la situación nos obliga a trabajar en la parte de abajo y la gente de menores ingresos. Estamos en una pandemia, con 42 por ciento de la población pobre y seis de cada diez niños, niñas y adolescentes que viven en un lugar pobre. No te deja mucho margen de acción y por eso se han extendido los programas de AUH, Alimentar, Educar, Progresar, Juana Manso. Ahí se están poniendo muchísimos recursos y los hogares más pobres son los que están a cargo de la mujeres. La masculinización de la riqueza quedó en evidencia con los resultados quienes pagan Ganancias y el Aporte Solidario. En ambos casos el porcentaje de mujeres pagando estos impuestos son ínfimas, y eso demuestra cómo esta estructurada la riqueza. Ahí estamos trabajando, porque aplicar estos impuestos es una forma de redistribución. Y también algunas medidas específicas como el ítem que permite deducir de Ganancias los trabajos de cuidado. Es decir, una mamá profesional que tiene un nivel de ingresos alto o mediano y paga a una persona que cuide a sus hijos, ya está ganando menos que un varón que no tiene hijos a su cargo. Que lo pueda deducir de Ganancias equipara un poco la situación.

- ¿Qué balance hace del primer año y medio de trabajo en la Dirección de Igualdad y Género?

- Mi balance es muy positivo. Formamos un espacio dentro del Ministerio de Economía que se convirtió en referencia: nos llaman a exponer a nivel local desde un pueblito en Santiago del Estero hasta en foros internacionales. El trabajo de la dirección es un ejemplo que quieren replicar en otros países y provincias. 

- ¿ Cuál va a ser la agenda que tendrá este año para reducir la brecha de desigualdad?

- El año pasado hicimos muchísimo diagnóstico para llevar a la mesa de toma de decisiones. Con este trabajo hecho, el problema está claro y no queremos sobrediagnosticar. El desafío es conseguir el presupuesto para llevar adelante las políticas. Nuestro lema para este año es que la recuperación económica tiene que tener perspectiva de género. Si no hay perspectiva de género, no hay recuperación económica, porque no podemos salir de la pandemia ampliando las brechas de desigualdad. La pandemia tal como está hoy nos está ampliando las brechas, entonces tenemos que tener en cuenta cómo entran las mujeres en cada medida que llevamos adelante y que busca el rebote económico. Esa es nuestra agenda de acá a los próximos tres años .